londres - En su último gran discurso como primera ministra del Reino Unido, Theresa May expresó ayer su preocupación por la creciente polarización de la sociedad británica y urgió a la clase política a buscar un “terreno común” en el controvertido proceso de salida de la Unión Europea.

May entregará el próximo miércoles las llaves de la residencia oficial de Downing Street a Boris Johnson o bien a Jeremy Hunt, los dos candidatos a sucederla como líder del Partido Conservador, que han endurecido en los últimos días sus posturas sobre el brexit.

“Hay razones para estar seriamente preocupados, tanto en casa como a nivel internacional, en la sustancia y en el tono. Estoy preocupada por el estado de la política”, declaró May en una intervención en el Real Instituto de Asuntos Internacionales, en el centro de Londres.

El Partido Conservador anunciará el martes al ganador de las primarias de la formación, en las que Johnson se presenta como el claro favorito para hacerse con la mayoría de los votos de los 160.000 militantes tories llamados a las urnas.

Al día siguiente, May asistirá a su última sesión de control en la Cámara de los Comunes, antes de acudir al palacio de Buckingham, donde ofrecerá su renuncia a la reina Isabel II, que poco después designará al siguiente jefe del Ejecutivo.

Tanto Johnson como Hunt han declarado en los últimos días que la polémica cláusula para evitar una frontera en Irlanda del Norte, exigencia vital de la UE para aceptar una salida pactada del Reino Unido del bloque comunitario, está “muerta”.

El endurecimiento de su posición ha vuelto a elevar el temor a que el próximo primer ministro conduzca al país hacia una ruptura abrupta.

May, obligada a anunciar su dimisión después de que el Parlamento tumbara por tercera ocasión el acuerdo de salida al que había llegado con Bruselas, insistió en su intervención en la necesidad de “estar preparados para llegar a compromisos”.

“Eso no implica renunciar a tus valores y convicciones”, esgrimió la todavía jefa de Gobierno, quien advirtió de que el discurso político en el Reino Unido ha descendido hacia el “rencor” y la “amargura tribal”.