pamplona - Consejero de Presidencia, Igualdad, Función Pública e Interior, además de vicepresidente primer y portavoz del Gobierno de Chivite. Javier Remírez (Pamplona, 1975) se perfila como un puntal en este Ejecutivo recién estrenado.

No va a tener un minuto de respiro con tantas atribuciones. ¿No hubiese sido más razonable que al menos la portavocía la hubiese desempeñado otra persona?

-Hubiese sido una opción. No obstante el secreto a la hora de ejercer es rodearte de un buen equipo. A partir de ahí, la labor es más fácil, aunque no niego que es un trabajo intenso el que me espera.

Tras la toma de contacto de estos días, habrá reflexionado sobre la que le viene encima.

-Sí, la verdad es que lo piensas un poco. Pero como vengo de una actividad profesional también intensa en horarios en eso no he notado muchas diferencias. Sí que es un cambio de responsabilidad, y de estar a la altura de lo que espera la ciudadanía y la presidenta del Gobierno. Pero por otra parte, encantado de la vida.

¿Cuáles van a ser las prioridades de su Departamento?

-Se insertan en las prioridades del Ejecutivo. Somos un gobierno progresista; por tanto, avanzar en derechos de la ciudadanía. Somos un gobierno que apuesta radicalmente por la igualdad, por el feminismo. Y somos un gobierno que apuesta por la convivencia en una tierra tan plural como Navarra. Y por supuesto, la defensa y la profundización de nuestro autogobierno apostando por una España plural y federal.

En cuanto a sus responsabilidades directas son muy variadas.

-Sí, queremos que sea la legislatura de los empleados públicos, apostar por el desarrollo de las personas, de sus capacidades técnicas y profesionales y por el avance de sus derechos. Eso va a repercutir en un mejor servicio a la ciudadanía. Queremos avanzar desde Interior en el desarrollo reglamentario de la Ley de Policías, buscando el máximo consenso con los implicados. En Protección civil y bomberos, profundizaremos en el Plan Director. En Presidencia, queremos establecer un diálogo político franco y sincero con el Estado esperando tener en el otro lado de la mesa un Gobierno que entienda Navarra, nuestro autogobierno y la pluralidad de España. Cuestión clave también es Igualdad y Juventud, con rango transversal y acervo profundamente feminista.

La igualdad es un concepto muy subrayado en el acuerdo programático. Para un socialista como usted, y para un Gobierno presidido por una socialista, es un reto.

-Pero un reto que lo asumimos como Gobierno. No solo como miembros del Partido Socialista, sino todos y cada uno de los miembros de este gobierno plural. Incluso me atrevo a decir que en la propia concepción ideológica de los partidos que lo forman. Hay plena coincidencia, de avance, de progreso, no solo de igualdad entre hombres y mujeres. Ayer mismo estuve reunidos con colectivos del LGTBI y también va a ser una acción fundamental, avanzar en su visibilización y en la normalización.

Ese sustrato progresista de su Gobierno se asienta también sobre la legislatura anterior...

-Así es. Hay un reconocimiento de la labor hecha por el gobierno anterior. Este no es un Gobierno revisionista en absoluto, tampoco es continuista, porque cada uno tiene improntas diferentes. Pero recoge lo positivo y lo muy bien hecho del Gobierno anterior. En la anterior legislatura más del 50% de las iniciativas legales contaron con el apoyo de todas las formaciones políticas y dos de cada tres contaron con el apoyo del Partido Socialista. Cuando bajamos un poco a tierra sin demasiado apasionamiento vemos que hay muchas más coincidencias. Pero volviendo al principio, recogemos lo bueno que se ha hecho en el Gobierno anterior, que ha sido mucho, lo reivindicamos como tal y seguimos avanzando.

Hablaba antes de la promoción del funcionariado. Usted es especialista en recursos humanos y sabe de la dificultad en la relación con los sindicatos. Es muy posible que confronten en algún momento.

-Tampoco tenemos ningún problema en gestionar el conflicto, que forma parte de la vida, también de la política. Evidentemente lo que queremos es que haya acuerdos. Reconocemos la amplia pluralidad sindical de la administración foral, y creemos que hay una voluntad de todas las partes de avanzar en derechos, motivación y todo lo que suponga una incidencia directa en la mejora del servicio público al ciudadano.

Estará deseando que se llegue pronto a un acuerdo para la investidura de Sánchez...

-Nosotros como Gobierno queremos tener un interlocutor en el Estado estable.

Desde tiempos de Urralburu no han coincidido dos administraciones presididas por socialistas...

-Como Gobierno lo que queremos tener es un interlocutor estable. Un gobierno que entienda Navarra como lo que es, una comunidad foral propia y diferenciada, con una capacidad de autogobierno definida. Nos sentiríamos más cómodos con un gobierno con alineación ideológica. Tanto con el acuerdo programático de Navarra como la dinámica en el último año con el gobierno de la nación, pensamos que hay una alineación bastante positiva. Confiemos que eso continúe en el futuro.

¿Contemplan la hipótesis de repetición electoral a medida que pasan los días?

-Por supuesto los plazos corren. Desde luego no es el mejor escenario posible, pero como Gobierno respetaremos lo que pueda ocurrir e insistiremos en que, pase lo que pase, tengamos cuanto antes un gobierno estable en el Estado.

Pero si se diese el caso de un gobierno estable pero de derechas la cosa se complicaría para ustedes...

-Nosotros por lealtad institucional a todos los niveles tenemos la obligación y la voluntad de entendernos con cualquier institución, gobierne quien gobierne.

Usted llegó a la política jovencísimo. En un momento muy delicado del PSN, con la gestora post Otano. Visto con la perspectiva del tiempo, ¿fue una entrada algo prematura?.

-Sí (se ríe), sin ninguna duda, imprudente incluso. Yo llevo afiliado al Partido Socialista desde los 18 años, y no había tenido hasta ahora responsabilidades políticas directas institucionales. Entonces fue casi un servicio al partido, pero ahora, si echase atrás en el tiempo, difícilmente lo aceptaría y en una situación parecida ni se me ocurriría recomendarle a una persona de 21 años que entrase en esas circunstancias. Fueron momentos muy complicados, que tocó ejercerlos con la mentalidad de un chaval que tenía ideas pero no experiencia, que trató de hacerlo lo mejor posible, pero ahí queda, como una primera entrada abrupta en la vida política.

No sé en qué medida esa entrada estuvo marcada por la presión terrible que sufrió su familia, singularmente su madre, Asun Apesteguía, por parte de sectores favorables a ETA. ¿Cómo recuerda aquellos años y cómo ha gestionado personal y políticamente estas vivencias?

-Yo empecé en la actividad social a través de Gesto por la Paz, con quince años aproximadamente. Tomar los valores que propugnaba Gesto por la Paz te da un poso muy importante a la hora de afrontar ciertas cuestiones. Teníamos muy claro que no confrontábamos con ninguna ideología, sino contra instrumentos para llevar a cabo ciertas ideologías. Lo que estábamos diciendo a quienes ejercían la violencia o daban cobertura a la violencia es que pasaran a la política. Al día de hoy queda todavía mucho por avanzar en el reconocimiento ético de que aquello estuvo mal, y que por lo tanto la violencia nunca puede ser tomada como un instrumento de lucha política. Queda por avanzar en esa línea, pero personalmente creo que me ha dado las bases para afrontar la vida con cierta tranquilidad.

Su madre es consciente de la dureza de la política, también en condiciones de normalidad.

-Mi madre lo que ha hecho es animarme. Era consciente de mi vocación de servicio público y de que en primer lugar quería labrarme mi carrera profesional. Una vez que esta propuesta estuvo encima de la mesa, me animó a aceptar la responsabilidad, y por supuesto puso encima algunos sinsabores que puede haber al hilo de la exposición pública. Desde luego, nada parecido a lo que ocurrió hace quince o veinte años . Afortunadamente para todos. Ahora el nivel de presión es el que tiene cualquier persona que se dedica a esta actividad en cualquier parte del Estado o de Europa.

Pero todavía hay momentos desagradables como el sucedido en Berriozar en el homenaje a Francisco Casanova. ¿Eso le provoca dolor o alimenta su tranquilidad de conciencia desde sus propias vivencias?

-Creo que voy al homenaje a Francisco Casanova desde que se puso en marcha, fruto de mi compromiso cívico. Tengo la conciencia absolutamente tranquila. De mi boca nunca van a salir reproches hacia las víctimas del terrorismo por mucho que me duelan algunas expresiones. Pero el colectivo de las víctimas es plural. La memoria de las víctimas del terrorismo es un bien social, un valor a preservar. No puede ser instrumentalizado por nadie. De mi boca y por supuesto de este Gobierno no va a salir nunca ningún reproche hacia las víctimas y va a estar siempre la mano tendida.

¿Cuál es su diagnóstico sobre la normalización democrática en los últimos cinco años? ¿Y cuáles son sus expectativas sobre el camino que toca recorrer en materia de convivencia?

-Hay una cuestión básica que cierto sector de la sociedad, y me refiero también a la izquierda abertzale, que tiene que afrontar: una reflexión ética, prepolítica, de considerar que la violencia terrorista estuvo mal entonces, está mal ahora y estará mal en el futuro . Esa es la clave que tenemos que lograr como sociedad. A partir de ahí, por supuesto, estamos en una sociedad plural y democrática, con distintas alternativas políticas.

¿Y al Estado le toca hacer autocrítica en esa materia?

-El Estado como tal, en mi opinión personal, no tuvo una actitud de violentar los derechos humanos. Pero sí hay que reconocer que hubo ciertos elementos, o representantes del Estado que pudieron violentar los derechos humanos, en ciertos episodios que desde luego fueron deleznables. Yo recuerdo una frase en Gesto por la Paz que decía que si la democracia mata la democracia muere. Y por tanto, el Estado o los funcionarios implicados tendrían que reconocer esa situación, y afrontar las consecuencias legales. Y si como Estado se tiene que avanzar en esa línea de reconocimiento sería partidario de hacerlo.

La socialista Concha Andreu se ha convertido en la nueva presidenta de La Rioja, con la presencia de María Chivite en la toma de posesión. El Partido Socialista lidera Navarra, La Rioja y Aragón, y participa en el Gobierno de la CAV. ¿Esto es fruto de la casualidad?

-Dentro de la ideosincrasia de cada comunidad, sí creo que hay un nexo común: estamos reconociendo la pluralidad de nuestras sociedades, y también la demanda de la ciudadanía que entiende esa pluralidad en clave de convivencia y de progreso.

¿El hecho de que sean comunidades vecinas ahonda en la buena vecindad?

-Obliga a la buena relación la coordinación de servicios en las zonas limítrofes. La voluntad es profundizar en esas relaciones, así como también con la parte de Aquitania.

De esas comunidades, Navarra es la más sensible de ser instrumentalizada por la derecha en un contexto como el actual.

-No nos preocupa que se hable de Navarra en el conjunto del Estado. Pero sí que se instrumentalice Navarra en luchas partidistas basándose en cuestiones que no son ciertas. No estamos dispuestos a que se instrumentalice a Navarra por intereses partidistas.

¿Y eso requiere una interlocución con Navarra Suma? ¿Es factible?

-Navarra Suma es una fuerza importante en el Parlamento de Navarra, con 20 de los 50 escaños. Como Gobierno le tendemos la mano para llegar a acuerdos, como al conjunto de las formaciones fuera del acuerdo. Desgraciadamente vemos episodios de cierto extremismo en Navarra Suma. Pero les esperamos en el ámbito de la moderación, del diálogo y del acuerdo.

¿Cómo van a ampliar la centralidad del acuerdo programático? ¿Ve más viable el entendimiento con Navarra Suma o con EH Bildu?

-Navarra Suma y EH Bildu son la oposición, y por lo tanto, la relación que tiene que tener un Gobierno es de lealtad. Según las materias políticas puede haber mayores posibilidades de acuerdo con unos o con otros. Desde luego nosotros nos debemos al pacto programático firmado, pero también somos conscientes que tenemos 23 de 5o parlamentarios y eso nos obliga a tener una actitud abierta y dialogante con el conjunto de formaciones políticas del Parlamento.

El próximo capítulo de erosión a su Gobierno va a ser a colación del Ospa Eguna programado en Alsasua.

- El margen de actuación está limitado por la norma. No se puede prohibir de manera preventiva ningún acto. Entra dentro de la libertad de expresión. La propia Audiencia Nacional ha manifestado que la restricción de la libertad de expresión, por mucho que nos pueda desagradar la manifestación, está muy limitada a cuestiones muy concretas.

En cualquier caso, el primer test de verdad serán los presupuestos de 2020. ¿Confía en que sean posibles?

-La voluntad y la obligación de todo gobierno es sacar adelante la ley de los presupuestos. También hay que desdramatizar un poquito esta cuestión. En todo caso, vamos a ir con voluntad de acuerdo para que consigamos una mayoría. Si no la obtenemos volveremos a intentarlo hasta conseguirlo.