Casi 25 kilómetros separan el Tribunal Supremo de la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, dos escenarios radicalmente diferentes pero en los que con meses de diferencia ha sonado la misma música, pero ayer sin apenas espectadores.

Lejos quedan ya los días en que políticos independentistas catalanes hacían cola en la madrileña plaza de las Salesas para presenciar el concierto de un coro de doce personas (los encausados en el procés) que interpretaron casi con una única voz la canción del soberanismo catalán.

Ayer otro grupo, esta vez compuesta por cuatro procesados, llegó en plena borrasca Gloria a declarar en la vista que enjuicia el papel de los Mossos d’Esquadra en el procés: el mayor Josep Lluis Trapero, su jefe político Pere Soler, el que fuera segundo de la Consellería de Interior, César Puig, y la intendente María Teresa Laplana.

Hasta el polígono de San Fernando de Henares, donde la Audiencia se codea con grandes outlet, conocidas superficies comerciales y empresas de autobuses, amén de decenas de naves industriales, no se trasladó ninguno de los políticos que meses atrás pisaban la moqueta del Supremo.

Sí se lo hicieron el actual jefe de los Mossos, Eduard Sallent, o Ferran López, que sustituyó a Trapero cuando el Gobierno central aplicó el artículo 155 en Cataluña. Alguno de ellos tendrá que volver al polígono para declarar como testigo.

Pero como los tiempos adelantan que es una barbaridad, desde la distancia también se puede arropar a los intérpretes. Basta con coger el móvil y desde casa o desde el despacho lanzar por las redes mensajes de ánimo. Así lo hicieron el presidente de la Generalitat, Quim Torra, o el del Parlament, Roger Torrent.

Así que solo los periodistas sufrieron ayer el frío polar que azotó la jornada. Cámaras de televisión, fotógrafos y redactores esperaron la llegada de los músicos.

Ya dentro, solo Trapero cantó, pero la letra ya la conocía el escaso público y los muchos periodistas que le escucharon. La batuta en esta jornada la llevó el fiscal Miguel Ángel Carballo, en un interrogatorio al mayor Trapero que, a capela, no siempre siguió el ritmo que quería marcar el representante del Ministerio Público.

En el mismo o parecido tono que utilizó como testigo en el Supremo, Trapero interpretó las dos piezas esenciales que estaban previstas en el programa de mano: el asedio a la Consellería de Economía el 20 de septiembre de 2017 y el referéndum del 1-O.

Pero antes de que comenzara su turno, los fiscales Carballo y Pedro Rubira, arropados por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Jesús Alonso, despejaron la incógnita sobre la que desde primeras horas de la mañana los periodistas hacían su apuesta.

Será al final del concierto, o sea, de juicio, cuando con la sentencia del procés del Tribunal Supremo en la mano, las testificales y las pruebas documentales, la Fiscalía desvelará si mantiene su acusación por rebelión. Y por lo que han sugerido, no lo hará.

En una sala más fría que la que acogió el juicio más importante de la democracia, el del procés, los que estábamos dentro presenciamos un gesto cálido: el cariñoso beso y abrazo que Trapero dio en un receso de la sesión a la intendente Laplana después de que el tribunal aceptara una de las cuestiones previas planteadas por las defensas para que esta acusada no asista a todo el juicio.

Y es que Laplana sufre estrés postraumático y, según los médicos que la atienden, no sería bueno para ella asistir a todas las sesiones.

Precisamente, y entre las pocas notas nuevas que ayer sonaron, supimos, por boca de Trapero, que la intendente Laplana estaba de baja cuando acudió a la Consellería de Economía para hacerse responsable del operativo de seguridad.

Quizá lo hizo porque los Mossos no contaban con efectivos suficientes para atender todo lo que el 20-S se les venía encima con 40 registros de la Guardia Civil en diferentes puntos de Cataluña.

También supimos que el mayor Trapero -que dejó claro que sigue siendo mayor- y el expresidente catalán Carles Puigdemont no tenían una relación estrecha. Y eso que en su día se difundieron fotografías en las que ambos aparecían en fiestas privadas.

Fue la primera jornada de un juicio que se prolongará al menos hasta mediados de marzo y en la que Trapero entonó un estribillo: “Si nos equivocamos, ya nos lo dirán, pero lo que hicimos fue con la mejor voluntad”.