- El Eurogrupo elige el próximo jueves un nuevo presidente para tomar las riendas de un ente que ha pasado de ser el gobierno económico de facto de la eurozona y gestor de los rescates durante la crisis financiera, a foro de debate sobre qué hacer para evitar que el euro vuelva a estar al borde del abismo.

Ante una pandemia que ha afectado a toda la UE y con un plan de recuperación diseñado para los Veintisiete, el elegido podría acabar ejerciendo de moderador entre los ministros de Economía y Finanzas de los Diecinueve más que de piloto de la reconstrucción económica.

Al puesto aspiran la vicepresidenta y ministra española de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y los ministros de Finanzas luxemburgués, Pierre Gramegna, e irlandés, Paschal Donohoe.

Desde que empezó a reunirse el Eurogrupo en 1998, este foro informal ha ido ganando en importancia, en particular a raíz de la crisis financiera de 2008 que lo convirtió en el centro de las decisiones sobre los rescates a Grecia, Portugal, Irlanda, Chipre y la banca española. Al calor de la crisis, los ministros acordaron nueva legislación e instituciones para supervisar mejor a la banca y fortalecer una arquitectura cuyas debilidades quedaron al descubierto con la recesión.

Durante el mandato del portugués Mário Centeno, sin embargo, esta relevancia fue disminuyendo como resultado del fin del rescate griego en 2018 y del viraje del debate económico en la UE hacia los temas de tributación o comercio, que se debaten a Veintisiete en otros formatos. El último año y medio de la presidencia lusa estuvo centrado en seguir reforzando la eurozona ante futuras crisis, con resultados escasos a falta de la presión de un nuevo choque económico.

Sin embargo, a diferencia de la crisis del euro, el coranavirus ha afectado a los Veintisiete y el plan con el que la UE prevé relanzar la economía están diseñado para el conjunto, con lo que el Eurogrupo dejaría de ser el centro neurálgico de las decisiones.

"La sensación es que el mandato de Centeno ha sido una especie de transición entre el pico de la crisis y, después, la puesta en marcha de instrumentos de larga duración, con discusiones muy políticas, muy técnicas, que no son una dramatización", explicó el director de la Fundación Schuman en Bruselas, Eric Maurice.

A falta de que se concrete la estrategia de recuperación, Maurice consideró que la próxima presidencia podría volver a centrarse en la reflexión a largo plazo, retornando así a la función de "espacio de debate" para la que se creó el Eurogrupo.

En teoría, el Eurogrupo es un foro informal para coordinar políticas económicas entre los países del euro, pero en la práctica sus iniciativas son aprobadas formalmente sin discusión por el Consejo de ministros económicos de la UE (Ecofin).

La cuestión que plantea la pandemia es qué grado de decisión se dejará en manos del Eurogrupo y si se dará prioridad a profundizar la eurozona o a mantener la cohesión del continente.

Sin embargo, es improbable que un foro que ha demostrado su valía como célula de gestión de crisis vaya a aceptar quedarse en segundo plano ante la mayor recesión en un siglo.

"Al ser un plan para toda la UE, las negociaciones serán en el Ecofin, pero cuando se trate de decisiones difíciles el Eurogrupo marcará el camino", dijo la vicedirectora del centro de estudios europeo Bruegel, Maria Demertzis.

El Eurogrupo, señaló, fue el primero en reunirse por la pandemia, aprobando en abril un paquete de 540.000 millones en crédito para medidas urgentes.

De hecho, el Eurogrupo ya ha pedido que el futuro fondo de recuperación incluya una referencia específica a la eurozona y que las prioridades en materia de inversión y reformas se discutan en este foro.

En el corto plazo, el Eurogrupo debe negociar cuándo reactivar las normas comunitarias de control del déficit, suspendidas por la pandemia. La eterna asignatura pendiente es completar la Unión Bancaria, en particular el sistema europeo de garantía de depósitos y en otoño la Comisión presentará sus planes para relanzar la Unión de Mercados de Capitales.