esulta sorprendente que una caída de la recaudación del 13% en un solo año pueda ser una buena noticia. Y, en cierto modo, lo es. Las previsiones de la Hacienda Foral el pasado mayo eran dramáticas. Una merma en los ingresos públicos cercana al 20% en el conjunto del ejercicio, lo que en números redondos suponía 800 menos de capacidad de inversión en el presupuesto de este año. A los que había que añadir 200 más en gastos extraordinarios que ha supuesto la pandemia. Prácticamente una cuarta parte de toda la capacidad de gasto de la Administración foral estaba en el aire.

Finalmente no será para tanto. Hacienda estima un déficit presupuestario de 500 millones, que podrá compensar con una emisión de deuda pública extraordinaria. Consciente de la situación, y tras dejar a Navarra fuera del reparto de una parte de los fondos para hacer frente a la Covid, el Ministerio permitirá a la Comunidad Foral un déficit equivalente al 2,6% del PIB. Un descuadre que cubrirá en un 15% con el superávit del pasado año y en el 85% restante con deuda. Unos 425 millones, que dejarán el endeudamiento acumulado a final de año en 3.722 millones, un nuevo máximo histórico.

La situación en cualquier caso es asumible. Navarra había aprovechado los últimos dos ejercicios para reducir la deuda en 331 millones, lo que sitúa el margen actual en términos ligeramente superiores a los de 2017. Un pasivo que seguirá teniendo un peso importante en forma de intereses, pero no determinante. Los tipos bajos que ahora mismo ofrece el mercado financiero minimizan el impacto del endeudamiento, al menos a corto plazo.

Hay además una corrección en la política europea respecto a la crisis de 2008. Los defensores de la austeridad, aplicada con un rigor dogmático hasta casi asfixiar a las economías del sur de Europa, han dado un giro hacia posiciones partidarias de la inversión pública. Una apuesta avalada por el Banco Central Europeo y que ha culminado en la primera emisión de deuda pública de ámbito europeo de la historia. Incluso UPN, que durante la crisis anterior defendió, primero con entusiasmo y luego con resignación, la necesidad de caminar hacia un déficit cero, reclama ahora aumentar el margen de deuda hasta el 4% del PIB.

luces y sombras Quedan en cualquier caso importantes dudas por resolver a corto plazo en Navarra. El acuerdo alcanzado con el Ministerio se limita a este 2020, y deja en el aire si habrá o no margen para deuda el próximo año. La ley de estabilidad presupuestaria sigue en vigor, y si no hay una corrección por parte del Gobierno central, habrá que volver a ahorrar. También queda por aclarar la aportación de la Comunidad Foral a las arcas del Estado vía Convenio Económico.

Son dos datos clave que van a condicionar el techo de gasto del próximo ejercicio, a partir del cual habrá que elaborar el presupuesto. Lo que unido a la incertidumbre que ofrece el contexto sanitario, con la segunda ola amenazando con fuerza el próximo otoño y los efectos de las medidas de control pendientes de testar (el frío puede devolver los niveles de consumo en la hostelería a niveles de primavera), dejan un escenario todavía muy abierto que pueden retrasar todo el proceso presupuestario.

En cualquier caso, los últimos datos de ingresos y el acuerdo de déficit con el Ministerio son todo un balón de oxígeno para el Gobierno foral, que había marcado como línea roja la posible aplicación de recortes de gasto público. Habrá muchas partidas que no se van a ejecutar, pero las líneas básicas, sobre todo aquellas que afectan al ámbito social, sanitario y educativo mantienen su presupuesto. Al menos por ahora, no habrá tijeretazos como los de 2012.

Además, el Ejecutivo de Chivite ha sabido aprovechar este escenario a su favor. No es casual que, en un hábil movimiento político, Hacienda hiciera pública la previsión de recaudación y el acuerdo con el Ministerio a primera hora del jueves, tan solo unos minutos antes de que el Parlamento debatiera una moción de Navarra Suma en la que reclamaba al Ejecutivo foral mayor firmeza en su negociación con Madrid.

El anuncio deja sin margen de crítica a la oposición, y sirve para cohesionar a las fuerzas del Gobierno, que habían mostrado algunas discrepancias en este asunto. Lo hace sin embargo a costa de exponer a Hacienda a unos tiempos políticos de los que debería quedar al margen. Especialmente en un momento de incertidumbre en el que su credibilidad, recuperada la pasada legislatura tras el lastre que supuso la última etapa de UPN, va a ser fundamental. Y eso es algo que conviene no desperdiciar.

Navarra cubrirá el 15% del déficit previsto para este año con el superávit de 2019, y el resto, unos 425 millones, con nueva deuda pública

Los tipos de interés bajos hacen asumible un mayor endeudamiento que evitará recortes en el presupuesto