l Parlamento de Navarra ha celebrado esta semana el Debate sobre el estado de la Comunidad en un ambiente atípico. El relato que la presidenta María Chivite hizo de la gestión de su Gobierno durante el año largo que lleva de mandato fue buena prueba de que la crisis sanitaria ha dejado en un segundo plano todo lo demás. Ninguna consejería se ha librado de las consecuencias de la pandemia, que ha obligado a rehacer todas las previsiones económicas y a actuar de forma urgente en el ámbito social. Sobre todo en Sanidad y en Educación, dos áreas que volverán a tener protagonismo en los presupuestos de 2021, que el Gobierno presentará este miércoles.

En cualquier caso, el pleno de política general ha dejado varias conclusiones importantes. La primera y principal, la gravedad de la situación sanitaria. Desde que la presidenta hizo el balance de gestión, se han diagnosticado cerca de 1.500 personas con coronavirus en Navarra. "Nos espera un otoño-invierno difícil y duro", advirtió María Chivite, que reclamó "consenso" y "unidad política" para hacer frente a los próximos meses.

Otra, la estabilidad que ofrece la coalición de Gobierno. Es cierto que el debate ofreció algunas divergencias internas, fundamentalmente entre PSN y Geroa Bai. Los dos partidos conviven en un Gabinete claramente inclinado hacia los socialistas, y la formación de Barkos busca mantener un perfil propio en un escenario que no da mucho margen para marcar las diferencias. Ese equilibrio, que no siempre es fácil, volvió a quedar en evidencia durante un debate en el que ambos reiteraron su apuesta por la colaboración institucional. Con Podemos como factor de contrapreso interno, la alianza parece haber alcanzado ya velocidad de crucero, y si afina las notas discordantes, puede ser de largo recorrido.

Necesita para ello una mayoría parlamentaria que ahora no tiene, pero que le ofrecen los dos partidos de la oposición, Navarra Suma y EH Bildu. Unos y otros están dispuestos a pactar, pero advierten también que no son compatibles y que, por lo tanto, antes o después el Gobierno foral deberá elegir su aliado.

Pero no lo ha hecho esta semana. Entre otras cosas porque no ha querido darle a Javier Esparza el titular que tanto estaba buscando. El líder de UPN acudió al pleno de política general con un mensaje duro contra al Gobierno, pero también con una oferta de acuerdo. Ya no solo en forma de abstención presupuestaria gratuita. También con un planteamiento de pacto global en ámbitos como las grandes infraestructuras, el diálogo social, la fiscalidad o en política lingüística. "Le ofrezco estabilidad", garantizó Esparza que, a cambio, exigió al PSN que renuncie a negociar nada con EH Bildu. El líder de UPN tuvo la callada por respuesta, y a veces un silencio puede ser el portazo más sonoro.

Esa es otra de las consecuencias importantes que deja el debate de esta semana. La distancia que hoy por hoy existe entre UPN y PSN hace inviable la vuelta a la vieja alianza socio-regionalista. Los socialistas se han cansado de hacer de muleta de UPN, y los regionalistas no van a renunciar a liderar un Gobierno en el que tienen mayoría. Los duros reproches del propio Esparza a la gestión de Chivite, o las críticas de UPN al Gobierno de Sánchez en Madrid en la votación del Estado de Alarma son dos evidencias más de dónde se encuentra hoy la derecha navarra.

Curiosamente, la oferta de Navarra Suma puede acabar facilitando la negociación con EH Bildu, que ya no hace de la reforma fiscal una línea innegociable para el acuerdo presupuestario, y que trabaja ya junto a sus ayuntamientos para incorporar posibles inversiones en las cuentas públicas. Durante el último año la formación soberanista ha mostrado pragmatismo y voluntad de acuerdo. Una actitud que ha vuelto a reiterar esta semana, en la que se ha encontrado con la mano tendida, no solo ya de Geroa Bai o Podemos, partidos con los que ya gobernó la pasada legislatura, también con la del PSN. Los socialistas son conscientes de que, hoy por hoy, EH Bildu es la única opción que les garantiza la estabilidad parlamentaria a medio plazo. Ya no hay miedo a un desgaste público que se da por amortizado, lo que facilita una colaboración institucional que puede tener también su reflejo en el Congreso de los Diputados.

Si en una situación normalizada la estabilidad es un factor determinante para cualquier Gobierno, en las actuales circunstancias resulta imprescindible. Y para eso es fundamental contar con presupuestos aprobados.El Gabinete de Chivite presentará los suyos el próximo miércoles. Será un proyecto elevado, con más inversión en Salud, Educación o Derechos Sociales, y que volverá a requerir de una gran inversión de deuda pública para sostener la capacidad de gasto. Pero cuya financiación va a depender de una mejora económica que ahora mismo no es del todo segura. Muchas incertidumbres, que invitan a gestionar las cuentas con mucha prudencia y suficiente apoyo político.

Chivite evitó responder a la oferta de pacto de Esparza. No le hizo falta. Hay veces que un silencio puede ser el más sonoro de los portazos

La mayoría que sostiene al Gobierno ha mostrado diferencias, pero también voluntad por superarlas