Tras aparcar su carrera como abogado para dedicarse a la política, fue durante varias legislaturas primer teniente de alcalde de Baiona junto al conservador Jean Grenet y accedió en 2014 a la alcaldía de la capital labortana por una ventaja de tan solo 25 votos frente a su adversario socialista. En enero de 2017, el político centrista fue elegido presidente de la nueva Mancomunidad Vasca, la primera institución propia de Iparralde. El pasado verano, fue reelegido en ambos cargos para una segunda legislatura. Etchegaray, que estuvo en la cocina del desarme de ETA, se siente tan cómodo en las manifestaciones que reclaman el acercamiento de los presos como en la iglesia, a la que suele acudir a menudo.

Desde la Revolución Francesa, Iparralde reclamaba una institución propia, pero al territorio le faltaba un líder. ¿Es usted el Michel Labéguérie de los tiempos modernos?

-(Risas) El pueblo vasco es muy antiguo y posee una de las lenguas más antiguas. En Iparralde también los vascos llevábamos años buscando una organización. No tengo el talento de Labéguérie, emblemático electo de Iparralde en los años 60. Era un poeta y esa es una cualidad que no tengo. A través de sus textos y canciones, supo mostrar lo que representa el pueblo vasco. Mi aportación es modesta, aunque he tenido que trabajar porque en la costa labortana estas cuestiones solo interesaban a una minoría. Ahora existe un consenso y nadie quiere dar marcha atrás. ¡Es una victoria! Hasta los detractores reconocen que es mejor fomentar la colaboración entre los 158 municipios de Iparralde. Para mí, y para el País Vasco también, es importante. Hay que tener buenas herramientas para llevar a cabo políticas públicas ambiciosas.

Usted reivindica la creación de una colectividad territorial específica que tendría más competencias que la Mancomunidad. ¿Concretamente qué hace para conseguir este cambio institucional?

-El presidente de la República y el Gobierno llevan 18 meses preparando una reforma constitucional para proponer el derecho a la diferenciación al que apelamos. El proceso se atrasó por la protesta de los chalecos amarillos. He mantenido dos reuniones con Jacqueline Gourault, la ministra encargada de estas cuestiones. Queremos nuevas herramientas para crear una oficina pública de agricultura y alimentación sostenible, y para impulsar la política lingüística a favor del euskara. Quiero este cambio, ya que concedería el sufragio universal directo para que los ciudadanos elijan a sus representantes. Iparralde ya está preparada para este desafío.

Apoya iniciativas como Euskaraldia, pero la web del ayuntamiento de Baiona solo está en francés…

-Es verdad que tenemos mucho retraso, pero la versión en la lengua vasca se estrenará en breve. Es evidente que la presencia digital es importante para las nuevas generaciones y, si no ocupamos este espacio, perdemos oportunidades. Ante los ataques contra la enseñanza en euskara, la Mancomunidad aprobó una moción a favor de la inmersión, he explicado nuestra postura al presidente Macron y vamos a realizar un estudio jurídico para garantizar y dar seguridad a esta red de escuelas, que es por la que optan casi la mitad de las familias.

Su compromiso con las iniciativas de Bake Bidea genera muchas preguntas…

-No siempre he explicado bien mi implicación. En ambos lados de la muga mi generación ha vivido los dramas provocados por el último conflicto armado en Europa, con víctimas en ambas partes. No se trata del mismo número, pero todas son víctimas. Tras la cumbre de Aiete en 2011 junto con Kofi Annan, los cargos electos teníamos que jugar un papel pero, finalmente, en 2016, agentes de la sociedad civil tomaron la iniciativa en Luhuso. Había que devolver las armas para entrar en un proceso de paz pero los estados no querían colaborar. Era muy delicado.

¿A qué se refiere?

-Junto con varios cargos electos de Iparralde, asistí a reuniones con el presidente socialista François Hollande y su ministro del Interior Bernard Cazenave con el objetivo de definir un guion. ETA devolvió las armas y se disolvió. Hay que destacar el trabajo de la plataforma Bake Bidea y de todos los parlamentarios de Iparralde que se han implicado siempre teniendo en cuenta a las víctimas.Hay que llevar a cabo un trabajo de memoria, de relato. Reivindicar el acercamiento de los presos de ETA no quiere decir que nos olvidamos de las víctimas. Reclamar libertad condicional para presos que llevan 30 años encarcelados no quiere decir que somos insensibles para con el drama de las familias que han padecido sus crímenes. El País Vasco tiene que cerrar sus heridas, supone un trabajo importante de los gobiernos, de los propios presos y de los colectivos de víctimas de ETA. Es un trabajo complejo para el que necesitamos una justicia transicional.

¿Qué tipo de relación mantiene hoy en día la delegación de cargos electos de Iparralde con el Gobierno francés?

-Continuamos dialogando y acabo de pedir un encuentro en el Elíseo con Hélène Davo, colaboradora del presidente Macron, para hablar de la situación de Ibon Fernandez Iradi, que además de sufrir esclerosis múltiple acaba de contraer la covid. Los parlamentarios de Iparralde se van a reunir con el gabinete del Ministerio de Justicia y posteriormente nos reuniremos por primera vez con Éric Dupont-Moretti, el nuevo ministro galo de Justicia para abordar estas cuestiones. Y ha habido resultados porque Frédéric Haranburu ha conseguido la libertad condicional. Esperamos otras noticias de este tipo.

Hace unos días acudió incluso a la Corte de Apelación de París, donde tenía que declarar Mikel Barrios…

-Mi objetivo era que la Fiscalía entendiera lo que supone el proceso de paz. El caso es que Barrios está perseguido por unos hechos ocurridos entre 2012 y 2015, concretamente por participar en reuniones para preparar el desarme de ETA. En aquel momento no hubo atentados y asegura que acudió a estos encuentros para que avanzara el proceso. La Fiscalía reclama seis años de prisión y diez de prohibición de residir en Francia, lo que equivale a destrozar la vida de una persona de 40 años. Me parece un asunto correccional más que criminal. Soy republicano y mi único deseo es consolidar la paz y evitar la radicalización de algunos jóvenes a ambos lados de la muga. Algunos cuestionan la eficacia de nuestra acción y ponen en duda nuestra sinceridad, pero tenemos la determinación de continuar.

¿Las relaciones transfronterizas siguen siendo una de sus prioridades?

-El lehendakari Iñigo Urkullu y yo compartimos la misma sensibilidad de la democracia cristiana. Es verdad que nuestros caminos se alejaron un poco por el desarme. Mantuvimos encuentros de los que no salió un consenso. Con todo, se congratuló por el desarme y el mismo día se reunió con el presidente de la Comisión Internacional de Verificación Ram Manikkalingam. Existe la misma voluntad de promover la paz. Se gestiona de forma distinta en ambos lados porque la percepción es distinta. Los avances han servido para todos . Urkullu es un dirigente muy capaz y su gestión en esta crisis lo demuestra de nuevo. Une desarrollo económico y protección de los más débiles con dispositivos sociales muy eficaces. Nuestras relaciones son fluidas y trabajamos con total confianza. Nuestros colaboradores están en comunicación cada semana. Seguimos colaborando y hace poco firmamos un memorandum para fomentar el euskara, la alimentación sostenible, la promoción de nuestras producciones, la enseñanza superior, la economía y la movilidad. Hemos nombrado al concejal baionés Joseba Erremundegi para gestionar estas cuestiones. Hay voluntad por ambas partes de llegar a acuerdos, pero los encuentros previstos han sido aplazados por la pandemia.