Dice que el actual Gobierno de Navarra "para nada está a la misma izquierda" que el cuatripartito presidido por Barkos, y subraya que las diferencias entre el Partido Socialista e Izquierda-Ezkerra son "abismales" en fiscalidad e infraestructuras. Marisa de Simón marca distancias con el PSN en un momento de crisis social y económica de "mucha incertidumbre", que llega con Izquierda Unida dentro del Gobierno español y apoyando al de Navarra. Coyuntura que abordamos al cierre de una fría pero luminosa mañana invernal.

Arranca 2021, preocupante y al mismo tiempo esperanzador.

-El primer mensaje tiene que ser de optimismo, pero también realista, porque nos enfrentamos a un año decisivo, donde se va a determinar cómo va a ser la salida a la crisis que ha ocasionado la covid-19. Si la va a pagar la clase trabajadora en particular o va a tener una salida social sin recortes de derechos sociales y laborales. Quiero mostrar la preocupación que tenemos respecto a este nuevo año. Por lo que se refiere a la pandemia, optimismo, pero toca esperar a que tengamos las vacunas suficientes y que esa vacunación pueda ser universal, porque en estos momentos es simbólica. Espero que en dos o tres meses el tema sanitario esté enfocado.

Acaban de dar su voto favorable a los Presupuestos en Navarra. Se supone que en 2020 se habría encarrilado esa salida.

-No, no lo vemos así. Hemos dado el apoyo a unos Presupuestos sociales, que han priorizado todo lo que tiene que ver con las necesidades de las personas, pero tienen un pero muy importante, el de la financiación, con más de mil millones de euros de deuda. Por cierto, toda la que sea necesaria para responder a las necesidades de la ciudadanía, pero la deuda se da en una circunstancia de injusticia fiscal enorme, y el Gobierno de Navarra se niega reiteradamente a afrontar esa reforma que proponemos desde Izquierda-Ezkerra, que supone gravar a quienes más tienen y están contribuyendo de una forma injusta y reducida. El objetivo es aumentar los ingresos propios y poder afrontar la recuperación económica y social que hace falta en Navarra. Por eso este año va a ser crucial, porque se van a tener que tomar decisiones en ese sentido. También es fundamental la reforma laboral, que sigue sin tocarse en el Estado, la ley Mordaza, que sigue intacta. El Gobierno del Estado y el de Navarra tienen que ser valientes y afrontar estas situaciones, porque o las cosas cambian y se hacen de otra manera, o desde luego no me quiero ni imaginar una salida a la crisis similar a la de 2008. Por lo tanto, luces y sombras respecto a este año, y ahí van a estar Izquierda-Ezkerra e Izquierda Unida para persistir e insistir hasta la saciedad en los cambios estructurales absolutamente necesarios para salir de esta crisis sin que paguen los de siempre.

Pero IU participa en el Gobierno del Estado e I-E apoya al de Navarra. Habrá espacio para la autocrítica.

-Autocrítica respecto a lo que es Izquierda-Ezkerra no. Nosotros, al menos Izquierda Unida, tomamos la decisión de no entrar en este Gobierno y apoyar el acuerdo programático. Esa decisión es correcta, creemos que acertamos. Somos uno de 50, estamos ejerciendo una oposición constructiva desde fuera del Gobierno y siendo leales y apoyando el acuerdo programático que suscribimos.

¿Y en el Gobierno central?

-La izquierda está en minoría, y ahora tenemos un reto fundamental, las pensiones, con el anuncio del ministro de subir los años necesarios de cotización para la jubilación. Bajo mi punto de vista, esto no se puede consentir desde la izquierda. Confío en que Izquierda Unida no va a apoyar de ninguna de las maneras esta propuesta.

¿Cuál es la izquierda para usted?

-La izquierda es muy variada. Para mí el Partido Socialista no es izquierda. El Gobierno del Estado no me parece un gobierno de izquierdas. Me parece alternativo a las derechas, que era absolutamente necesario conformar. Menos mal que hay una participación de Izquierda Unida y de Podemos. El Partido Socialista es el mismo, el de siempre. Y en el Gobierno de Navarra yo constato lo mismo, no es de izquierdas. De hecho la participación de la izquierda es residual, simbólica, tiene muy poquita capacidad de intervención. Por eso nos ratificamos en la decisión de no entrar.

¿Entonces cuál es la diferencia entre progresismo e izquierdas?

-Para mí es clara, ambos gobiernos son progresistas en la medida en que tienen un fuerte componente social, y un compromiso con la ciudadanía que lo está pasando peor, pero hay otras cuestiones que no se están afrontando. La derogación de la reforma laboral va a ser absolutamente necesaria. No hace falta más que ver los datos del paro y los despidos que está habiendo. Esa ley Mordaza, esa ley de estabilidad presupuestaria -no solamente ahora, sino para siempre- y desde luego, espero que tengamos fuerza suficiente en el Estado para que las pensiones no se toquen. Para esto hace falta también financiación, y fiscalidad justa. Si no, se dependerá de una deuda, en un momento determinado Europa pondrá sus condiciones, y de algún sitio habrá que recortar.

Para repartir riqueza, primero hay que generarla, y la pandemia golpea todas las economías. ¿Es el momento de una reforma?

-Pues claro que es el momento, lo ha sido siempre, pero ahora más aún, porque los trabajadores y trabajadoras están en un riesgo mayor de ser explotados y despedidos. Estoy hablando de las grandes empresas y beneficios empresariales. ¿O es justo que estén aportando entre un 5% y un 7% mientras un salario medio está aportando entre el 14% y el 15%? Es radicalmente injusto.

Se dice que habría gente que se marcharía.

-En la legislatura pasada se iban a ir todas las empresas de Navarra. A ver cuántas se han ido. Claro, esa fiscalidad justa no solo le compete a Navarra, le compete a todo el Estado. Somos conscientes de que no estamos en una isla, y ahí está Europa con unas normas fiscales que también son injustas, que permiten la deslocalización de empresas. Por eso hay que pelear y es absolutamente necesario reforzar la izquierda alternativa y rupturista en Navarra, en el Estado y en Europa. Y me parece fundamental la movilización.

Nos decía Javier Esparza que su fórmula es bajar impuestos y que en 2014 así se recaudó más.

-No es verdad, y son contextos económicos diferentes. No es verdad que bajando impuestos llegue para atender a las necesidades de la ciudadanía. Y el ejemplo está claro, las enmiendas que ha presentado Navarra Suma a estos Presupuestos.

Afirmaba que así hay más actividad económica y se termina recaudando más.

-Nosotros nos negamos a que el crecimiento de la actividad económica pase por degradar las condiciones de trabajo de los trabajadores y trabajadoras. Eso no nos parece riqueza, sino pobreza. La necesaria reactivación económica pasa bajo nuestro punto de vista por tener a una población bien atendida y por la participación pública en los sectores estratégicos de la economía. Otra cuestión es cómo la política presupuestaria puede y debe contribuir tanto al desarrollo económico como al social. Si no van íntimamente ligados, el futuro será injusto. Aquí todo pasa por la justicia social. Claro que hay que recuperar la economía, pero no puede ser que a costa de despidos baratos, empleos mal pagados y que en esta crisis las grandes empresas y beneficios se hagan de oro, como ocurrió en la de 2008.

Aboga por la movilización, pero no son tiempos nada fáciles para hacerlo debido a la pandemia.

-Eso es evidente, un hándicap enorme. Aparte, creo que el miedo también atenaza. Yo también tengo miedo a pillarme el virus y que mañana me pueda morir, eso nos puede pasar a cualquiera. La vacuna es absolutamente fundamental. Este momento exige cambios estructurales y 2021 va a ser crucial.

Ahora la derecha puede salir de la confrontación identitaria. Tiene una vía más de oposición.

-Pero no tiene propuesta. ¿Dónde se puede ir con una propuesta de bajar los impuestos y mejorar los servicios a la ciudadanía? Mentira, radicalmente mentira. La reforma fiscal de la legislatura pasada, que fue muy tímida, permitió terminar la legislatura con superávit y afrontar toda la Renta Garantizada, por ejemplo. Problemas que eran muy graves. ¿Y se han ido las empresas? Estoy convencida de que hay empresarios y empresarias que comparten la visión que estoy dando. Esa necesidad de contribuir a las arcas públicas en la parte que les corresponde, como todas las demás personas.

Le gusta el término izquierda transformadora

-Efectivamente. Si en I-E tuviésemos 10 parlamentarios posiblemente habríamos entrado en el Gobierno, porque tendríamos más capacidad de intervención. La correlación de fuerzas te pone en tu sitio enseguida. Por eso estamos en la oposición.

¿Y tienen un escaño porque se mueven en maximalismos?

-De ninguna de las maneras. Nosotros estamos en política porque tenemos un proyecto y un modelo de país, y aspiramos a desarrollarlo, y eso no lo vendemos ni por un escaño ni por dos ni por siete. Hacemos lo que consideramos más oportuno y que puede contribuir mejor a desarrollar nuestro proyecto político. Ya sabemos que no tenemos el poder, pero sí la capacidad de incidir en el Parlamento y en la sociedad. Y algunas de nuestras propuestas salen. Creemos que hay capacidad de cambio, y queremos sumar en torno a un proyecto. Yo rendirme nunca.

Sorprendió que tras el Navarrómetro se mostrara satisfecha por mantener un escaño, y aunque aspire a más, lo diera por bueno.

-Yo no lo di por bueno, me hubiesen encantado 17.

Dijo que era un éxito.

-Sí, sí, me parece que en las condiciones actuales, y en una encuesta que se hizo en septiembre, es un éxito habernos mantenido. Pero solo es una encuesta. Creo significativo que seguimos manteniendo ese espacio, y lo que queremos es que aumente.

Batzarre dice que para ello hay que buscar otra fórmula. Eso usted lo calificó como un error. ¿Dónde están entonces las confluencias?

-En el mismo sitio de siempre.

Para formular una marca en 2023.

-Es que queda mucho para 2023, muchísimo. Izquierda Unida siempre ha abogado por la suma.

Y se encuentran con una anunciada resta de una parte de I-E.

-Pues sí, es sorprendente, pero de aquí a 2023, siempre en torno a un programa y a acuerdos amplios y sólidos, por supuesto que estamos dispuestos a aglutinar fuerzas con quien corresponda. Con Batzarre también. Lo que ocurre es que a dos años y medio de las elecciones lo que nos ocupa y preocupa es la salida a esta crisis.

Mirando a 2019, se percibe más autocrítica en Batzarre por los resultados de I-E que en IUN.

-¿Sí? Yo no lo había percibido así. Para nosotros fue un palo tremendo. Seguramente que hicimos cosas no demasiado bien, pero ahí ya prefiero no entrar porque pueden afectar a segundos y terceros y prefiero hablar solo de mí. Pero seguramente que lo podríamos haber hecho mucho mejor.

¿Cree posible que para la siguiente legislatura el tablero dé un vuelco y se derechice?

-Creo que no, en Navarra no. Pero claro, eso también depende de nosotros, de cómo la izquierda sea capaz de transmitir y visibilizar qué es lo que está ocurriendo y nuestras propuestas, porque a mí me da la sensación de que se habla poco de contenidos políticos concretos. Yo creo que la derecha no tiene un proyecto que pueda llegar a la clase trabajadora, y que tiene para años en la oposición. Bajo mi punto de vista la correlación de fuerzas tiene que dar un vuelco hacia la izquierda.

Cuando IU apuesta tan claramente por la república, si esta no llega a corto plazo, ¿hay una frustración inherente en el proyecto?

-Llevamos frustrados en ese sentido no sé cuántos años.

Por eso. ¿No hay prisas excesivas ante un proceso muy blindado?

-No, lo que no hay es mayoría suficiente.

¿Se ponen entonces demasiadas bazas para esta cuestión?

-No, nosotros somos gente muy aguerrida, de carrera de fondo, muy persistentes y acostumbrados a luchar y a trabajar en condiciones que no son precisamente las más óptimas. Pero estamos absolutamente convencidos del modelo republicano.

Las únicas elecciones este año son en Catalunya. Los comunes se pueden entender con el PSC y Esquerra. ¿Ese sería un buen horizonte?

-Cualquier acuerdo en torno a un programa alternativo a la derecha y progresista siempre será bienvenido. Mi aspiración tanto en Catalunya como en cualquier lugar del Estado sería que la izquierda que representamos tuviese más fuerza. Soy muy optimista, yo creo que nos va a ir bien.

¿En Catalunya?

-En Navarra, lo de Catalunya está un poco complicado, no sé cómo nos irá, porque está todo muy enrarecido, tras lo que ocurrió con el procés, Catalunya está muy polarizada, y es un problema, porque en lugar de hablar de lo de comer y del medioambiente, de la vivienda, la fiscalidad... el tema es otro.

Ahí la marca son los comunes. ¿Ese sería un espejo para Navarra?

-Pues no lo sé, pero porque no tengo una bola de cristal y no puedo adivinar cómo van a evolucionar los acontecimientos. No soy capaz de predecir qué es lo que va a ocurrir aquí dentro de dos años y medio. Nosotros estamos dispuestos a aglutinar fuerzas en torno a un proyecto de izquierdas.

Muy brevemente. ¿Cómo ve lo sucedido en el Capitolio?

-Me parece que esto hay que combatirlo desde las ideas, hay que usar mucha pedagogía. Algo más difícil en estos momentos en que nos movemos muy grandilocuentes y muy rápidos, con muy poquito tiempo para reflexionar. Al fascismo se le combate con más conciencia social, más movilización, más solidaridad. Con más formación y educación. Es muy fácil manipular a la gente desesperada, y siempre se ha jugado con la desesperación. Me parece muy grave que un presidente de Estados Unidos haya arengado y provocado algo así.

"Nos enfrentamos a un año decisivo, donde se va a determinar cómo va a ser la salida a la crisis por la covid"

"Subir los años de cotización en las pensiones no se puede consentir desde la izquierda, el reto es fundamental"

"Sin fiscalidad justa, se dependerá de una deuda, Europa pondrá condiciones y habrá que recortar"

"La derecha no tiene un proyecto que pueda llegar a la clase trabajadora y tiene para años en la oposición"