- En sus primeras horas en la Casa Blanca, el nuevo presidente de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, empieza a dar sus primeros pasos en lo que serán las nuevas relaciones de su país en el ámbito de la política internacional.

El mandatario mantuvo el viernes sus primeras conversaciones, desde que asumió el pasado miércoles el cargo, con sus homólogos de los países vecinos: el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

El Kremlin hizo saber ayer su interés en fomentar el diálogo con el nuevo presidente de Estados Unidos, aunque recalcó que existen “líneas rojas” que no debe sobrepasar, en velada mención a cualquier injerencia en los intereses de Rusia.

“Por tradición, Rusia aboga por unas buenas relaciones con Estados Unidos y quiere tratarles como a un socio, por poco dispuestos que estén para ello”, explicó el portavoz de la Presidencia rusa, Dimitri Peskov. “Esperamos un diálogo que deje constancia de los puntos de divergencia, al tiempo que intentamos hallar los puntos de consenso”, añadió. “Si la actual administración de Estados Unidos está dispuesta a aplicar un enfoque constructivo, no dudo que nuestro presidente (Vladimir Putin) va a corresponder”, afirmó Peskov, antes de recordar que el país no tolerará actos de “descortesía”.

Peskov recordó que los primeros años tras la disolución de la Unión Soviética fueron de “euforia y expectación de una luna de miel con la mayor potencia mundial”, en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias Sputnik.

El portavoz declaró que esa época que acabó siendo un periodo de servilismo ha terminado. “Aplaudíamos a esta gran potencia cuando desguazaba nuestros submarinos para hacer agujas. Arrodillados y solícitos le traíamos los planos de escuchas en las embajadas, y así por el estilo. Es hora de hablar sin rodeos y llamar a las cosas por su nombre”, concluyó.

Precisamente, la sólida presencia de Rusia y Turquía en Libia, la guerra en el Mediterráneo oriental y los esfuerzos de Marruecos, su principal aliado en la región, por convertirse en la potencia regional, marcan la agenda de la Administración Biden en el norte de África, donde los expertos creen que solo introducirá cambios “menores y lentos”, que “llegarán tarde” y estarán condicionados por la dificultad para revertir “trampas como la del Sahara Occidental” tendidas por su predecesor.

Este pasado fin de semana, Biden mantuvo también contacto telefónico con el primer ministro británico, Boris Johnson, sobre su interés en fortalecer la relación común, del papel fundamental de la OTAN y sus prioridades compartidas en política exterior, como China, Irán y Rusia, informó la Casa Blanca. “El presidente transmitió su intención de reforzar la relación especial entre nuestros países y revitalizar los lazos trasatlánticos, subrayando el papel fundamental de la OTAN para nuestra defensa colectiva y nuestros valores compartidos”, señaló la Casa Blanca, en un comunicado sobre la llamada telefónica entre los dignatarios.

La nota destacó que Biden señaló la “importancia de la cooperación, incluso a través de organizaciones multilaterales, en desafíos compartidos como la lucha contra el cambio climático, la contención de la covid-19 y la garantía de la seguridad sanitaria mundial”.

El nuevo gobernante expresó su disposición a trabajar “estrechamente” con Johnson, ya que el Reino Unido acogerá este año la cumbre del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26)”.

Compromiso de protección. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, trasladó a su homólogo israelí, Meir ben Shabbat, el “compromiso inquebrantable” de Joe Biden para proteger al Estado hebreo, y describió como un “éxito” los acuerdos de normalización de relaciones entre Israel y varios países de la región facilitados por Donald Trump.

7.000 efectivos hasta marzo. La Guardia Nacional de Estados Unidos anunció ayer que, a petición del Gobierno, mantendrá a aproximadamente 7.000 de sus miembros en Washington DC hasta mediados de marzo. A esas alturas del tercer mes del año, el contingente descendería hasta los 5.000 en caso de que todo ocurriera sin incidentes, según CBS. Los miembros de la Guardia Nacional se encargarán de tareas de comunicaciones, seguridad, logística y evacuaciones médicas. Desde la criticada gestión de la seguridad en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero en el que murieron cinco personas, los temores a mayores incidentes violentos han motivado el despliegue de un gran dispositivo policial en la sede del poder legislativo estadounidense. Para la toma de posesión del presidente estadounidense, Joe Biden, 25.000 miembros de la Guardia Nacional formaron parte del operativo de seguridad que construyó vallas y blindó Washington. Tanto el presidente en una llamada ayer como la primera dama, Jill Biden, quien repartió galletas entre ellos, agradecieron su labor al cuerpo.