Patxi Zabaleta fue uno de los navarros que más trató al histórico Julen Madariaga, fallecido hoy a los 88 años. Sobre todo, desde que a finales de los noventa el político navarro fundó el movimiento Aralar, primero como corriente de opinión dentro de Batasuna y después como partido político propio, con una idea en la que fueron pioneros: la de que la paz debía llegar de forma unilateral y sin contraprestación alguna.

Zabaleta explica que Madariaga, figura "muy, muy complicada", no estuvo desde el primer momento en Aralar, pero sí desde muy pronto y hasta su disolución. "Llevaba tiempo enfermo. La última vez que le vi fue en la disolución del partido", que se produjo en diciembre de 2017, precisa a este periódico en conversación telefónica.

Zabaleta conocía bien a Madariaga, que fue uno de esos personajes que, como Txillardegi, estuvo tanto en la fundación de ETA como en los movimientos que se alejaron de sus postulados y sus posicionamientos con el paso del tiempo.

"Desde un punto de vista político, Madariaga tenía la convicción de que la lucha armada tenía que cesar por motivaciones políticas. Y que la sociedad vasca tenía que exigir ese cese, porque fueron motivaciones políticas las que llevaron a fundar ETA en su día", reflexiona. "Era un mensaje duro en la época, porque la política nunca es fácil y en aquellos años menos, pero era un mensaje que tenía fuerza y legitimidad, y surtió efecto".

Figura "muy, muy complicada", para Zabaleta "Madariaga es el símbolo de que la primacía de la lucha política tenía que imponerse, que la izquierda abertzale estaba obligada a dar los pasos hacia un cese unilateral".

"Durante los años ochenta se hablaba mucho de negociación: de la mesa de Garaikoetxea, de Argel€ pero esa idea de paz unilateral y cese sin contraprestación alguna es una teorización en la que Aralar fue pionero a partir de 1998", precisa. "Y el peso de Madariaga en Aralar fue testimonial, nada más".