pamplona - ”Nos sentimos impotentes, pero el oso no nos puede cortar la vida”. Javier Marco, el ganadero de Uztárroz cuyo ganado registró esta semana el primer ataque de una de las dos osas reintroducidas en el Pirineo por el Gobierno francés, lo tiene bien asumido.

Como el resto de los ganaderos, estaba avisado al ser detectada la osa Claverina por los localizadores muy cerca de su borda, a 5 km de la carretera entre Uztárroz y Ochagavía. Él mismo encontró la oveja ensangrentada y muerta el lunes de madrugada, alertado por los buitres. “A pesar de la amenaza del oso, queremos tener las ovejas afuera porque todavía el tiempo es bueno, pero esto te apura”, confesaba.

Al día siguiente cursó la solicitud de indemnización. “Vemos buena disposición de la Administración, pero esta situación nos genera zozobra y esperamos que estén preparadas las medidas, que nos presenten algo concreto y que se anticipen a los ataques”, manifestaba.

El hecho de que el primero haya sucedido en territorio de Roncal a un mes de la suelta de las osas y en la zona donde ya atacó Camille, afectando al propio Marco , hace pensar que la historia se repite para los ganaderos que vuelven a vivir con la tensión. “Aquí no quiere las osas nadie y creemos que las indemnizaciones no son la solución. Nosotros no estamos de acuerdo con la reintroducción que responderá a intereses concretos”, añadía Tomás Pasquel, ganadero y a su vez presidente de la Junta del Valle y alcalde de Vidángoz .

“No estamos informados”, lamentaba por su parte Carmen Fayanás, alcaldesa de Uztárroz, al tiempo que aseguraba que ni el departamento de Administración Local Desarrollo Rural y Medio Ambiente ni el Guarderío Forestal se han dirigido al Ayuntamiento como tal para facilitar la información a la vecindad. “Entendemos que el Gobierno contacte con los ganaderos, pero a nosotros nos embarga la preocupación por nuestra gente y tenemos derecho a conocer la situación”, expresó la alcaldesa. Fayanás considera que “no es de recibo que al Ayuntamiento reciba la noticia a posteriori, aunque los ganaderos estuvieran avisados de que la osa estaba por la zona. La información debe estar a nivel general, no para alarmar, si no para todo lo contrario, para que la gente obre en libertad”, recalcaba.

Coincidían todos en que la información, coordinación y las actuaciones posibles tienen que venir antes y no después de que ya ha pasado lo que todos temen. “Empieza el mismo proceso que vivimos con Camille y de momento no vemos ninguna diferencia”, opinaban.

El oso visitó entre los últimos años 90 al 2010 las casas de arriba de Uztárroz, el pueblo más alto del valle habitado por unas 50 personas. “Esta es una situación antinatural y forzada, que está claro que no controlan y tampoco se sabe hasta dónde se puede actuar, por eso vivimos preocupados”, concluyó Fayanás.

Francia admite. El prefecto francés declaró ayer que su Gobierno reconoce el ataque de una de las osas en Navarra.