Los ocho integrantes de la Brigada de Salvamento Minero que participaron en el rescate del pequeño Julen 13 días después de haber caído 71 metros por un estrecho pozo situado en Totalán (Málaga) se encuentran “cansados y con ganas de volver a la rutina”, pero en ningún caso se sienten como héroes.

En estos términos se expresó el ingeniero jefe y director técnico de la Brigada desde hace seis años, Sergio Tuñón, que ayer compareció en rueda de prensa con los otros siete miembros del equipo que excavó durante más de 30 horas el túnel de casi cuatro metros que permitió conectar el pozo para el rescate con el que albergaba el cuerpo sin vida del niño.

Su comparecencia en la sede de Hunosa, en Oviedo, tuvo lugar al mismo tiempo que se celebraba en Málaga el acto religioso, previo a la inhumación del pequeño de dos años, cuyo cuerpo fue localizado pasadas las 1.30 horas del sábado por dos brigadistas acompañados por un guardia civil. “Normalmente, trabajamos desde el anonimato, y esto nos desbordó. Ahora, básicamente, estamos cansados y tratando de recuperar nuestra vida, y mañana o pasado poder estar de nuevo al pie del teléfono o continuando con las funciones de formación con otros cuerpos”, subrayó Tuñón tras dar de nuevo el pésame a los padres del pequeño y reconocer que les hubiese gustado acercarse hasta el tanatorio.

Como portavoz del resto de sus compañeros, aseguró que hicieron su trabajo lo mejor que saben y pudieron y que, aunque les hubiese gustado un final distinto, cumplieron con su obligación, sin ser héroes por ello.

De hecho, afirmó que no les gustó nada que, incluso antes de haber empezado a cavar el túnel, les hubiesen calificado ya como héroes, porque ni son superhombres ni hicieron nada fuera de su trabajo para que les etiquetaran así. “No somos héroes, por supuesto”, reiteró el director técnico de la brigada.

anonimato La presión mediática que vivieron en los días previos y que sí les afectó desapareció en cuanto empezaron a perforar la galería, quizás porque “por deformación se encuentran mejor bajo tierra” y están más acostumbrados al anonimato. No obstante, afirmó que “la timidez no tiene que estar reñida con el foco que se ha puesto sobre la brigada después de 107 años” y que espera que el reconocimiento que se he hecho de este equipo sirva para dar continuidad a la Brigada de Salvamento, cuyo futuro, según afirmó ayer el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal, “no está en cuestión”.

Tuñón insistió en que esta experiencia “ha sido muy distinta” a otros rescates en los que han participado, por tratarse de un niño y porque casi todos los integrantes del equipo tienen hijos en esa franja de edad.

También porque se encontraron con una presión mediática que les ha dejado “absolutamente desbordados” y por las muestras de cariño y apoyo que han encontrado tanto entre los vecinos, como entre los compañeros que a lo largo de casi dos semanas participaron en una ambiciosa operación de rescate, y que no van a olvidar en la vida.

“Estaremos siempre agradecidos por las muestras de cariño y afecto, aunque el desenlace nos deja un sabor muy amargo y no te sientes al cien por cien útil, por decirlo de alguna manera”, señaló Tuñón, que asumió que en este caso también asumieron el principio de que “ningún minero se queda en la mina”.

sin problemas técnicos También reconoció que prácticamente no tuvieron problemas técnicos -“Santa Bárbara (patrona de los mineros) nos echó un cable”-, aunque de los tres escenarios que esperaban encontrar al empezar a picar no se encontraron ni el más blando, ni el más duro, sino el intermedio.

Eso favoreció que no tuvieran que apuntalar demasiado la pequeña galería que excavaron, pero también obligó a hacer microvoladuras con las que poder “resquebrajar la piedra” para que luego pudiese entrar el martillo neumático y poder perforar la dura cuarcita.

En los tres primeros metros, la excavación fue más ligera, pero el último metro se hizo “muy poco a poco y con mucho cuidado, sondeando la hipotética zona” en la que podría encontrarse Julen, explicó Tuñón. - Efe