ALTSASU. La mayoría de las cifras que tratan de estimar la asistencia a la marcha de ayer en Alsasua se pueden quedar cortas si se tiene en cuenta que los diez kilómetros de retención en la autovía de la Sakana impidieron que mucha gente entrase en el pueblo.

Aritz Leoz, portavoz de la plataforma Altsasukoak Aske, no salía ayer de su asombro: “Que hubiera coches aparcados en Bakaiku y la gente caminara diez kilómetros hasta Altsasu nos llena de orgullo. No tenemos palabras para agradecer la solidaridad mostrada por distintos territorios de todo el Estado como Madrid, Cataluña o Gijón”, expresó, emocionado.

SUMA DE VOLUNTARIADO Leoz admitió que los convocantes de la manifestación, Altsasuko Gurasoak y la asociación de la que es miembro, no esperaban nada parecido a lo que presenciaron ayer en su pueblo, donde llegaron “más de 100 autobuses de 67 municipios diferentes”, aseguró. El portavoz contó que hubo pueblos navarros de donde salieron cinco autobuses y barrios pamploneses con tres”. Por eso, dijo que “cuarenta vecinos voluntarios tuvieron que sumarse a lo largo de la mañana”. En total, el voluntariado para preparar y controlar la marcha ascendió “de las 150 personas, la idea inicial, a 300”, cuantificó el miembro de Altsasukoak Aske. “Ha sido una auténtica pasada y ha superado todas las expectativas”, resumió.

Cristina Lluiró y Marcel Esteve fueron a Alsasua desde Azpeitia y se vieron obligados a “dejar el coche en un pueblo de al lado para llegar andando”. De camino, las personas que se iban acercando a su destino pudieron comprobar las largas caravanas que se formaron.

Nerea Illarramendi, que acudió ayer a la movilización junto a Aitor Goenaga, quiso acordarse de “la solidaridad de toda esa gente que ha venido, aunque no haya podido entrar al pueblo debido al número de personas que querían estar hoy en Altsasu”. Goenaga destacó que “estamos ante una injusticia que no es única, por eso el pueblo debe movilizarse. Me alegra ver que distintos pueblos hayan venido a enfrentarse conjuntamente”.

‘SOLIDARITAT’ El pueblo que más se solidarizó ayer fue, sin duda alguna, el catalán. Sus simbólicos lazos amarillos en apoyo a los presos catalanes pudieron verse fácilmente ayer durante la marcha. Las personas provenientes de Catalunya mostraron una especial empatía con los vecinos y vecinas alsasuarras por el paralelismo que muchos de ellos aseguran ver entre los juicios del caso Altsasu y el procés. La barcelonesa Alicia García aseguró que estaban “tremendamente emocionados. A mí se me caen las lágrimas al ver la respuesta que tiene una población tan pequeña como esta y la magnitud la de gente que hay apoyando”, explicó.

Otras personas venidas de distintos puntos de Catalunya fueron las integrantes del club de moteros Escambots Catalans. Reconocibles por sus chalecos y banderas con el escudo distintivo de su grupo, se encontraban cerca de la cabecera de la manifestación en su llegada al escenario del paseo Zelai. Uno de sus integrantes, Albert Baqué, que vino de Montseny, contó que habían viajado quince personas en moto. “Hay un problema de falta de democracia y tenemos que luchar por defenderla; si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?”, se preguntó.

Esta muestra de solidaridad, con una pregunta más propia de alguien del propio pueblo y en la que coincidió la alsasuarra Karmele Azkunaga, provocó el agradecimiento y la alegría de la gente local. “Estamos muy agradecidos y contentos por toda la solidaridad recibida”, expresó la alsasuarra. Una manera de corresponder el apoyo recibido fue la preparación de desayunos en sociedades del pueblo por parte de vecinos y vecinas para que las miles de personas que pasaron la noche en Alsasua se sintieran como en casa. Incluso se llegó a habilitar el frontón para dormir en él y muchas personas ofrecieron alojamiento en sus casas.

Toda la alegría del día de ayer y el “orgullo” que sintieron los organizadores dio un cierto sentido a la sinrazón que consideran que viven los jóvenes presos de Altsasu. Tal y como puntualizó el pamplonés Xabier Iribarren, “aunque nos gustaría que esta injusticia se acabara”, lo de ayer fue, de algún modo, un atisbo de esperanza.

“Hemos venido desde Barcelona porque tenemos ganas de vivir en libertad y que los vecinos de Alsasua puedan volver a casa, y nos hemos encontrado un gran ambiente”.

“Somos de Alsasua, entonces ¿cómo no vamos a apoyar a nuestros chavales ante esta injusticia? Además, estamos muy agradecidos y contentos por toda la solidaridad recibida”.

“Aunque nos gustaría que esta injusticia se acabara, por lo menos es de alegrar que la gente se haya comprometido con Altsasu y haya demostrado tantísima solidaridad”.

“Muchos catalanes hemos venido a Alsasua en solidaridad, porque no se puede tolerar que tengamos presos políticos, tanto catalanes como vascos, en prisión”.

“Me parece muy bien que se movilice tanta gente ante esta enorme injusticia que mantiene a chavales de Altsasu en prisión provisional sin ninguna justificación”.

“Hemos venido a aportar nuestro granito de arena porque vemos que se está realizando una injusticia con estos jóvenes y que la democracia está en juego”.

“Estamos tremendamente emocionados. A mí se me caen las lágrimas al ver la respuesta que tiene una población tan pequeña como esta y la magnitud de la gente que hay apoyando”.

“El de Altsasu es un caso claramente injusto y desproporcionado. Cuanta más gente se movilice, será más fácil que se haga justicia y que los chavales regresen de una vez a sus casas”.

“He venido a protestar por la injusticia que se ha cometido contra unos jóvenes solo por ser de Alsasua. Hay muchas broncas de este estilo, pero se ceban con la juventud vasca”.

“Estamos ante una injusticia que no es única, por eso el pueblo debe movilizarse. Me alegra ver que distintos pueblos hayan venido a enfrentarse conjuntamente al problema de Altsasu”.