donostia - Los efectos del cambio climático ya están aquí, una variable que habrá que tener muy en cuenta a partir de ahora al abordar la planificación urbana y el desarrollo de infraestructuras para Gipuzkoa. Los fenómenos meteorológicos extremos son una elocuente muestra de la responsabilidad directa que tiene el ser humano en el comportamiento de la naturaleza. En Gipuzkoa se ha reducido el número de días de precipitación y, sin embargo, al cabo del año se acumula más caudal. En otras palabras, el territorio registra un incremento de lluvias torrenciales, en consonancia con lo que viene ocurriendo en buena parte del planeta, con el consiguiente coste económico que ocasionan los desastres naturales, rozando ya los siete millones de euros en Gipuzkoa, según los datos aportados ayer por la Diputación.

La intensidad de algunos fenómenos meteorológicos como lluvias fuertes o temporales han dejado de ser un riesgo para convertirse en la constatación de un hecho. La razón: las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre 2016 y 2017 llovió en Gipuzkoa 17 días menos pero se midió un 10% más de caudal (pasando de los 42.098 mm a los 46.700 mm), lo que indica un mayor rango de precipitación en menor espacio de tiempo, fenómeno asociado directamente al cambio climático. “Todavía es pronto para extraer conclusiones definitivas con respecto a las precipitaciones. Haría falta más espacio de tiempo para hacer una comparativa más exhaustiva, pero es evidente que hace falta abordar una estrategia común con todas las administraciones para evitar las emisiones”, alertó ayer el diputado de Medio Ambiente de Gipuzkoa, José Ignacio Asensio.

Una cuestión que no admite demora, como bien se encargan de recordar los viernes en sus concentraciones estudiantes de medio mundo, cansados de la pasividad de gobiernos, cogiendo el testigo de la activista sueca de 16 años Greta Thunberg.

alteraciones climáticas Ni Euskadi ni Gipuzkoa escapan a esta realidad. El territorio cuenta con numerosos municipios de pequeño y medio tamaño de carácter rural y costero, donde los sectores productivos primarios como la agricultura y la pesca son sensibles a las alteraciones climáticas.

Cuando llueve a mares, las carreteras se agrietan. Si persisten las precipitaciones, los desprendimientos son una constante, como el desbordamiento de los ríos, lo que acaba provocando desastres naturales que tienen su repercusión económica. Según los datos facilitados ayer, las pérdidas ocasionadas por inundaciones, temporales y sequías se han disparado, pasando de 2,4 millones de euros en 2016 a los 6,8 destinados en 2017. “A partir de ahora es indudable que se impone introducir la variable climática en los planes de futuro y de planificación urbana”, admitió a preguntas de este periódico la directora de Medio Ambiente, Mónica Pedreira, que compareció en una rueda de prensa en Donostia junto al diputado y la técnico Beatriz Marticorena.

Los tres presentaron el primer informe de seguimiento de la estrategia guipuzcoana de lucha contra el cambio climático, que continúa la estela del modelo de acción desplegado por el Gobierno Vasco y contempla un horizonte de actuación hasta 2050. El documento pone de relieve que el principal caballo de batalla para lograr una mayor sostenibilidad medioambiental en el territorio sigue siendo el transporte, responsable del 39% de las emisiones de CO2 totales en Gipuzkoa, seguido por la industria (23%) y la energía, con un 21%.

En la estrategia diseñada en Gipuzkoa se han planteado como referencia nueve campos de actuaciones, entre las cuales la energía y la movilidad son cuestiones prioritarias.

El informe determina que el 54% de las acciones de esta estrategia -Gipuzkoa Klima 2050, aprobada vía decreto foral en mayo del año pasado- ya se encuentran en ejecución, y de las 99 acciones previstas, 19 presentan ya un grado de avance superior al 50%.

acciones correctoras Según datos del Gobierno Vasco, el cambio climático se percibe socialmente como uno de los problemas medioambientales más importantes. Sin embargo, sus causas, efectos y políticas o acciones correctoras “son ajenas en gran medida, tanto para la ciudadanía como para las empresas o la Administración”. Preguntado al respecto, el diputado admitió percibir entre la ciudadanía “una creciente sensibilidad”, como pone de manifiesto en los últimos tiempos los debates abiertos en torno, por ejemplo, a la gestión de plásticos. Marticorena matizó, sin embargo, que hay que dar tiempo al tiempo. “El horizonte es 2050, como también se ha propuesto el Gobierno Vasco, porque muchas de las líneas son de transición ecológica a largo plazo. Entretanto, es verdad que a nivel territorial se puede hacer mucho, empezando por cada una de nosotras como consumidoras”.

De este modo, el objetivo es contribuir desde las competencias propias a reducir la amenaza.

Las conclusiones científicas son claras: para frenar el cambio climático es imprescindible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen como consecuencia de la actividad humana. A pesar de que se actúe, las secuelas del cambio climático “persistirán durante muchos siglos”, y ni que decir tiene si no se toman las medidas necesarias.

Las previsiones no son nada halagüeñas. Dada la actual concentración y las continuas emisiones de gases, es muy probable que a finales de siglo el incremento de la temperatura mundial supere los 1,5 grados centígrados, en comparación con el periodo comprendido entre 1850 y 1900.

Los océanos del mundo seguirán calentándose y continuará el deshielo. Se prevé una elevación media del nivel del mar de entre 24 y 30 centímetros para 2065, y de entre 40 y 63 centímetros para 2100. Estos guarismos son todavía más elevados en Gipuzkoa, donde la estrategia de lucha diseñada pretende alcanzar los objetivos de la Cumbre de París y mantener el aumento de la temperatura durante este siglo por debajo de los dos grados.