pamplona - La titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Pamplona ha acordado el archivo de las actuaciones y el sobreseimiento libre de tres monitores que ejercían en el centro ocupacional El Molino y que, tras un informe del departamento de Derechos Sociales, estaban siendo investigados por la comisión de presuntos delitos de coacciones y de trato degradante con los usuarios con discapacidad. La misma jueza ya había archivado la causa en su momento y la Audiencia le ordenó reabrirla para que practicara las diligencias pertinentes y declararan los denunciados.

Ahora, la jueza cierra el caso tras las diversas manifestaciones tomadas a investigados y testigos y considera que “se ponen de manifiesto actuaciones, negadas por los investigados, pero que en el caso de ser ciertas no son incardinables en infracción penal alguna, sin perjuicio de la tramitación en su caso de procedimiento sancionador en vía administrativa o de las acciones civiles que, en su caso, puedan corresponder a los perjudicados”.

Si bien podía “existir falta o de formación o de adecuación en la forma de actuación con relación a las personas que eran usuarias del centro, en relación por una parte a la discapacidad de las misma, que determina una forma de actuación, y también en cuanto a la forma adecuada de actuar con relación a los mismos, en el trato habitual, en situaciones que sea necesario evitar conflictos y finalmente en situaciones de conflicto”, explica la instructora, los comportamientos que son denunciados lo que ponen de manifiesto es, en su caso, comportamientos que no son correctos o no son adecuados o que muestran falta de sensibilidad con relación a las personas especialmente vulnerables con las que se trata, pero sin que se ponga de manifiesto que la existencia de un dolo de trato degradante o coacciones”.

TESTIMONIO DE 8 PROFESIONALES Pese a que la jueza entiende que la envergadura de los hechos no alcanza el delito, fueron hasta ocho los profesionales del centro (un monitor del centro ocupacional, un alumno en prácticas y seis profesionales que pasaron o trabajaban en el colegio) los que denunciaran las prácticas de los tres monitores. En el juzgado, la mayoría de estos monitores ratificaron esos comportamientos abusivos. Uno de ellos, que trabajó entre 2009 y 2015, entendía que la relación de la monitora denunciada con los usuarios era inadeacuada, porque “les gritaba, amenazaba con castigarles, con mandarles a casa o con llamar a sus familiares”, de otro monitor recordó que era desproporcionado en la intervención con un usuario con autismo, que insultaba y empujaba a usuarios y que también veía cómo varias usuarias le hacían masajes en hombros y espalda. De este último monitor, que ha sido juzgado en Penal 3 acusado de abusos sexuales por la familia de una usuaria con alta discapacidad mental, otra excompañera añadió que en torno al año 2008 oyó que le dijo a dos usuarios: “¿Os gustaría que os metiera estos dos dedos por ahí abajo?”.

Una trabajadora que estuvo en El Molino de 2003 a 2016 añadió que a este monitor le vio entrar en cólera con un chico autiista al que metió la cabeza en una caja de ropa por haber metido mal unas prendas y que les gritaba habitualmente. De la denunciada afirmó que en 2014 le echó la bronca a una chica con parálisis cerebral, lo que era humillante para esa usuaria, y que a otra le reprendía en pública por no ir bien aseada. Del tercer monitor denunciado destacó también las broncas habituales que daba a algunos usuarios y otro excompañero afirmó que “trabajaba con desprecio a los chavales y que contestaba de malas maneras”. En opinión de estos testigos, existía “falta de profesionalidad y de formación para tratar a cada alumno según sus necesidades y limitaciones, y que por eso la actuación de estos monitores era muchas veces inadecuada”.

la denuncia del departamento En el informe de Derechos Sociales que abrió la causa se decía que los profesionales:

- Coinciden que en uno de los monitores son frecuentes los gritos, insultos y zarandeos y que también en los otros son habituales las malas formas y los zarandeos a usuarios.

- Algunos relatan castigos como ponerles a los usuarios una caja en la cabeza o sacarles a la calle sin abrigo.

- También usan un lenguaje inadecuado y obsceno para trabajar aspectos de índole sexual.

- Todos coinciden en señalar que las malas prácticas se centran en usuarios con problemas conductuales y comportamientos disruptivos. - E.C.