pamplona - Licenciada en Psicología por la Universidad San Pablo (CEU), Madrid, y con un máster de Salud sexual, especializada en Sexología clínica en la UNED, María Contreras se encuentra en su segundo año de tesis doctoral sobre una nueva patología en la conducta que los profesionales están empezando a encontrarse en las consultas: la adicción a la pornografía. La futura doctora habla sobre el aumento del consumo de este producto audiovisual, el efecto en la salud de consumidores y los riesgos del abuso entre adolescentes y jóvenes.

El porno, un producto audiovisual al que se accede con cualquier dispositivo con conexión a internet.

-Un niño de 8 años con un smartphone o con wifi en casa, simplemente poniendo una palabra, accede a ello o se lo encuentra. Con la pornografía hablamos de la triple A: accesible, accedes desde cualquier dispositivo; anónima, nadie tiene por qué saber que tú la visualizas, los chavales saben borrar el historial, y asequible, no necesitas pagar. Con los smartphones el consumo ha aumentado.

¿Cuál es la edad media de acceso a contenido pornográfico?

-A nivel mundial, 11 años. La exposición a la pornografía tanto porque les llega como porque la buscan, cada vez es más temprano. El 95% de los adolescentes varones ha visto pornografía. Es una actividad más frecuente entre hombres, porque está hecha diseñada y enfocada a la satisfacción del hombre. En mujeres es una actividad en aumento, aunque no sé si llega al 30%.

¿Por qué ese consumo para un adolescente supone una amenaza mayor que para un adulto?

-Porque tienes más riesgo de que esa conducta se te vaya fuera de control. Es como el fumar o el alcohol. Son conductas adictivas. Desde hace cuatro años, en Madrid y en Pamplona [donde ha trabajado] se me están presentando personas con esta patología. El término adicción es el coloquial. En psicología o psiquiatría no está aceptado, aunque sí se acaba de aceptar el término compulsión sexual, y ahí entraría un consumo de pornografía patológico.

¿Cuáles son los riesgos para el desarrollo social y emocional de una persona en esa edad temprana?

-Los cuerpos que ahí se presentan no son reales, no se los van a encontrar en el día a día. La respuesta sexual que se tiene no se ajusta al mundo real. Nos estamos encontrando chicos cada vez más jóvenes que están desarrollando disfunciones sexuales, sobre todo, la eréctil [incapacidad de tener una erección]. Esta patología antes llegaba a la consulta en hombre de 50 o más y ahora estamos atendiendo a universitarios.

¿Cómo pueden darse patologías que antes llegaban a partir de los 50 en jóvenes de entre 18 y 25 años?

-Cuando un chaval se acostumbra a ver pornografía, es decir, está delante de unos cuerpos, unas conductas sexuales, en su habitación a través de una pantalla? su cuerpo se empieza a acostumbrar a responder sexualmente ante esos estímulos. Cuando ellos van a tener un encuentro sexual con una persona real, su cuerpo no sabe responder ante esa situación porque se ha acostumbrado a responder ante otros estímulos.

¿Podría contar otras consecuencias de ese consumo patológico de contenidos pornográficos?

-He trabajado en Madrid, ahora me encuentro realizando la tesis en la Universidad de Navarra y estoy, junto a varios colegas psicólogos, en la plataforma daleunavuelta.org. Recibimos infinidad de peticiones de ayuda y consejo. En el caso de chicos jóvenes, los universitarios, a menudo me cuentan que les cuesta mucho relacionarse con chicas, no para mantener una relación sexual, sino una relación de trato (compañeras de trabajo, de clase?). Les cuesta mantener una conversación con una chica atractiva. He tenido pacientes que en época de exámenes, si en la biblioteca pasaba una chica, tenían que ir al baño. O que al salir de fiesta lo pasan realmente mal, con síntomas de síndrome de abstinencia: sudores, taquicardia? porque tienen una imagen de la mujer tan sexualizada, que luego tienen problemas en su día a día.

Es llamativo, en un mundo tan conectado y no saber relacionarse.

-Ahora que atiendo a mucho universitario, hay algo que quiero señalar y reflexionar sobre ello: el sentimiento de soledad. Los jóvenes ahora están conectados (WhatsApp, Instagram?) pero a la vez se sienten muy solos y esa soledad cada vez va a más.

¿Qué quiere decir?

-Creo que, también, como se han perdido tanto las relaciones afectivas de una cafetería o de una cerveza? ese sentimiento de soledad está muy conectado al consumo de pornografía. Se empieza con una pornografía normal. Pero luego, ¿qué pasa? Que como el consumo de pornografía se puede convertir en adicción -no en todos los casos, porque hay muchas variables-. Hay personas que pueden consumir y no se enganchan, y otras que sí. Como el tabaco.

¿Qué sucede cuando ese consumo se vuelve adicción?

-Acaba afectando al cerebro. Nosotros soltamos dopamina, que es una sustancia que nos hace sentir placer. Pero hay un momento que esos niveles de dopamina que libera tu cerebro ya no te sirven ni satisfacen, y necesitas más dopamina. Con la pornografía ocurre que para poder sentir más placer (soltar más dopamina), necesitas ver contenido más extremo. Cosas más raras. Es que hay de todo. Hay personas que rozan el tema de la pornografía infantil, violaciones...

¿Hay propuestas desde el ámbito clínico para educar al adolescente y prevenir tales patologías?

-A nivel clínico todavía no hay unas propuestas educativas porque es un reto que se está investigando. Por eso también estoy haciendo la tesis. Aunque, ¿qué es lo que nosotros proponemos? Por ejemplo, a la hora de hablar con padres, para hacer frente a esta amenaza es que tienen que hablar de sexo con sus hijos, tiene que ser un tema natural. Animo a que la educación sexual sea cotidiana, porque el sexo está presente a diario en nuestras vidas: en una canción con mensaje explícito, en series o programas de televisión, en cualquier conversación? todo está sexualizado.

El sexo está mencionado o representado en todos los rincones.

-Hay que hablar con los hijos de este tema. Es un asunto importante para el ser humano. Y más en la adolescencia. A veces escuchas, cuando animas a los padres a que no sea un tabú, que tienen miedo a que se produzca el efecto contrario: el desate sexual. Y es al revés. Con una educación muy autoritaria o prohibitiva, vas a fomentar más la curiosidad.

Igual el problema es del adulto, a quien la palabra “sexo” lleva a una imagen mental muy concreta.

-Una vez en un colegio, dando una charla, una madre se me echaba las manos a la cabeza, diciendo “pero, ¿cómo voy a hablar yo de eso?!”. Entiendo que a alguien le resulte llamativo, pero, le dije “mira, en tu época a lo mejor estaba y preocupaba el tema de las drogas; pues ahora es el sexo. Y se lo van a encontrar (al descargar una serie, una película, en un anuncio en el móvil?), entonces, es mejor que estén preparados, que se lo hayas contado. Porque si no se lo va a contar el compañero de clase o internet, y pueden hallar barbaridades”.

Con hablar en casa, ¿es suficiente?

-También tendrás que tener pautas con tus hijos con el uso del smartphone, pactarlas con ellos basándote en la confianza. Y sobre la pornografía, sobre todo, transmitirles que ese contenido es muy agresivo, que lo que están viendo no es real. Las manadas y agresiones sexuales en grupo tienen este origen. Porque antes, sí, había agresiones sexuales. Pero sobre todo de forma individual. Y se ha visto que una de las variables de esto es el consumo crónico de contenido pornográfico muy agresivo, que es el que se encuentra on line.

Es un problema social independiente de ideologías políticas. ¿Cómo llegar a todo el mundo?

-Se trata de hablar con naturalidad y confianza con los hijos. Se ha visto que una educación muy autoritaria, en la que no se puede hablar, está ligada a un riesgo de adicción sexual. Pero también, por otro lado, recuerdo a un paciente que tuvo todo lo contrario: una educación sexual muy libre, con 18 años su padre le llevó a un mantener una relación sexual con una prostituta. Ese liberalismo también puede hacer mucho daño y desarrollar una adicción a la pornografía.

¿La virtud está en el medio?

-Los hijos necesitan límites, en temas de sexualidad y en todos. No nos podemos pasar de estrictos pero tampoco de liberales. Hay que establecer una serie de límites en la educación. - P.S.