PAMPLONA.- La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado en fechas recientes a nueve años de prisión a M.R.M.P., varón de 41 años, de origen suramericano y vecino de Pamplona, por haber violado a una joven de 19 años, sobrina de su mujer. El varón se aprovechó que la joven se encontraba en un estado de embriaguez después de que el condenado le ofreciera abundantes bebidas alcohólicas en el negocio que compartían. Asimismo, la sentencia, que podrá ser recurrida, recoge que el autor de los hechos deberá indemnizar a la víctima con una cuantía de 30.000 euros por el daño moral causado. En el juicio, celebrado el pasado mes de mayo, la Fiscalía solicitó 14 años de prisión para el encausado y la acusación particular que ejercía la víctima elevaba esa cifra hasta los 20 años de cárcel.

En el momento en el que sucedieron los hechos, el 21 de septiembre de 2017, la joven compartía domicilio en Pamplona con su tía y el marido de esta, al cual consideraba “como un papá”, según declaró ella misma en el juicio. Además, la víctima compartía también un negocio con el matrimonio, lugar donde sucedió la violación. A media tarde de la fecha citada la joven dejó el establecimiento en el que trabajaba junto a M.R.M.P. para acudir a clases de la autoescuela cuando su bicicleta sufrió una avería y decidió regresar. La joven declaró que, de vuelta en el local, su tío le ofreció chupitos a modo de juego para identificar distintos licores y este admitió haberle dado hasta siete chupitos y dos cervezas, aunque el acusado, en su defensa, dijo que la joven tenía problemas con el alcohol y que por eso le pedía más bebida. El tribunal subraya al respecto que no existe duda acerca de la verosimilitud del testimonio de la víctima y que tampoco existe ningún motivo espurio en la denuncia.

ESTABA INCONSCIENTE Después de haber ingerido las consumiciones, la joven empezó a sentirse mal y, según su tío, la dejó durmiendo en la cocina del establecimiento. Por su parte, la víctima declaró que se despertó sin poder moverse, ya que tenía al encausado encima agrediéndola sexualmente: “No tengo una visión completa, tengo fotogramas de cuando me quitaba la ropa. Me sujetaba de las muñecas. Yo estaba tirada, intenté quitármelo de encima, moviéndome, empujándole, pero era muy pesado. Le dije que a ver qué hacía, que parase y me dejara en paz. Pero él seguía y me estaba penetrando. Al final, conseguí apartarlo, me puse la ropa y salí corriendo. Pero no podía salir porque no tenía llaves. Y entonces él me pidió que no dijera nada a su mujer, que todo lo que iba a ocurrir iba a ser grave”. El acusado negó en la vista haber violado a la chica y mantuvo que las relaciones fueron consentidas, pero el tribunal entiende que su testimonio carece de pruebas que lo avalen.

La Sala valora que el acusado conoció perfectamente el estado de intoxicación alcohólica de la víctima y que dicho estado le impedía ser consciente y acceder de forma consciente, voluntaria y libre a tener una relación sexual. Así la desnudó y procedió a agredirla, y cuando ella se dio cuenta de la violación, el acusado hizo caso omiso de la voluntad de la víctima y además utilizó la fuerza, al agarrarla las muñecas con sus maños para proseguir con la agresión. La sentencia recoge también la valoración de las psicólogas forenses que valoraron como “complicado” establecer el estado psicológico de la joven en relación con los hechos objeto de denuncia “debido a los cambios en su forma de expresar su situación psicológica”, concluyendo que la víctima sufrió “un proceso de desestabilización emocional que contribuyó a la perdida de orientación que llevaba su vida”.