pamplona - Carmen Maeztu Villafranca, casada sin hijos, cuando se le pregunta por su familia se refiere a su marido, un donostiarra con quien procura no perderse Zinemaldia, y a sus hermanos. “Somos cuatro, mis padres no viven. Mis hermanas, del mundo de la Educación, están jubiladas” y añade “eran de la ORT y del PCE”. No olvida la detención de una de ellas cuando con una amiga regresaban de una reunión clandestina en compañía del histórico Ángel Oliver, de la ORT, párroco primero y alcalde después de Valtierra, cuna de la consejera.

Usted, más técnica que política.

-Sí, tengo un perfil más técnico que político. Le tengo que agradecer a María Chivite que haya confiado en una profesional independiente y siento el respaldo de las fuerzas que forman el Gobierno y me identifico con los valores de este gobierno, con el bienestar de las personas y con los compromisos que hemos adquirido con la ciudadanía.

¿Está afiliada a PSN o sindicato?

-No, no estoy afiliada. Estuve afiliada a CCOO pero me he dado de baja porque en el Servicio Navarro de Empleo... Soy de la Asociación navarra para la Defensa de la Sanidad Pública y de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

¿A usted le ha fichado el PSN?

-Sí. Me llamó María directamente. No le conocía.

¿Su formación académica?

-Soy diplomada en Trabajo Social, licenciada en Derecho y empecé en 1985 a trabajar en los Servicios Sociales. Construimos los servicios sociales desde abajo. Me parece fundamental para estar en un puesto de liderazgo conocer la realidad y el trabajo en equipo.

¿Cuáles son sus aficiones?

-Me gusta el cine, la música, en especial jazz, indie, la música étnica; ir a conciertos, la clásica menos, y leer, sobre todo novelas y la prensa. Vivo en Sarasa y soy usuaria de las instalaciones de Zuasti. ¿Golf? No, no, piscina.

Maeztu está al frente de un departamento que ha reducido ámbito competencial respecto a la legislatura pasada. Salen Vivienda y Política Migratoria pero queda la acogida de los menores migrantes que llegan no acompañados. “Son niños, alejados de sus familias y con un futuro incierto que debemos atender y no solo por una cuestión ética, sino que es una obligación legal. Además, no deja de ser una inversión a futuro. No están en la calle, se están formando para tener un empleo y tener una vida digna”. - L.C.H.