pamplona - En la última década, unos 4.500 jóvenes han emigrado desde Navarra en busca de oportunidades laborales de las que la crisis les privó. Uno de los tres principales países de destino, junto con Argentina y Alemania, ha sido Inglaterra. El pamplonés Ion Urdaniz Iraizoz se marchó allí hace siete años para buscarse la vida. Su caso es representativo de lo que la fuga de cerebros implica: talento joven que solo puede triunfar fuera de nuestras fronteras. Él lo consiguió y, ahora que se ha ganado un nombre, no descarta volver.

¿Cuándo le surge el interés por la ingeniería?

-Desde pequeño fui una persona muy curiosa y a la que le gustaba saber por qué y cómo funcionan las cosas. Las ciencias me gustaban más y se me daban mejor que las letras, así que tuve claro que quería estudiar una ingeniería. Sin embargo no me decanté por un área en concreto, sino que elegí estudiar Ingeniería Industrial Superior para abarcar más conocimientos y, en adelante, descubrir qué era lo que me gustaba de verdad.

Después de estudiar la carrera en la UPNA, ¿por qué decide salir al extranjero?

-Terminé la carrera en 2012, en plena crisis económica y con condiciones laborales precarias. Había hecho mi proyecto final de carrera en una empresa de innovación tecnológica del automóvil, donde me surgió el interés técnico por la automoción. Por otro lado, tenía ganas de aventura y creía que debía mejorar mi nivel de inglés, de modo que pensé que estaba en una situación propicia para probar suerte y me fui a Edimburgo. Inicialmente, la idea era estar seis meses, coger soltura con el idioma y, a ser posible, encontrar algunas prácticas de Ingeniería antes de volver a casa.

¿Cómo valora su experiencia en el extranjero?

-Es probablemente la mejor decisión que he tomado en mi vida. Las oportunidades laborales en Reino Unido eran mucho mejores en comparación con lo que había en Navarra y el resto del Estado. Cuando salí al extranjero me encontré con que las empresas necesitaban personal y contrataban gente joven y con poca experiencia con la intención de formarles de cara a futuro. Esto era una realidad nueva para mí y, obviamente, abría las puertas a un puesto de trabajo de calidad. Por otro lado, este mercado es muy dinámico y la gente cambia de empleo a menudo, lo que genera oportunidades de forma continua. Una vez que se obtiene cierta experiencia, las oportunidades van creciendo y raramente faltan.

¿Cómo ha resultado ser la experiencia en el plano personal?

-Integrarte en otra cultura y conocer gente de diferentes orígenes te hace más tolerante, comprensivo y abierto. Pero también tiene aspectos no tan agradables, sobre todo para la familia: te aleja de casa y la posibilidad de volver en un futuro se vuelve incierta.

¿De qué modo accedió al trabajo en Jaguar Land Rover?

-Cuando estaba en Edimburgo buscaba oportunidades para hacer prácticas en alguna empresa y ganar experiencia. Durante el proyecto final de carrera conocí a uno de mis mejores amigos, que me comentó que Jaguar Land Rover buscaba gente y que mi experiencia en automoción podría serme útil. Salieron unas plazas, me presenté y, tras varias pruebas, entrevistas y algún que otro viaje por la empresa, tuve una oferta para entrar como ingeniero.

¿En qué consistía su trabajo en la empresa?

-En modelar y simular por ordenador diferentes componentes del vehículo. Con el tiempo fui derivando hacia crear software (componentes lógicos necesarios para que un producto digital funcione) y aplicaciones para calcular y visualizar el comportamiento cinemático y dinámico de los automóviles. Estas aplicaciones eran utilizadas por varios departamentos, lo que hizo que al final de mis cuatro años en la empresa mi labor evolucionase hacia ser más estratégica y enfocada al usuario. Lo cierto es que guardo un gran recuerdo de esa compañía; no solo por brindarme mi primer trabajo ni por el aprendizaje, sino también por el trato recibido y por los amigos que me llevé de allí.

Después entró a trabajar en McLaren.

-Empecé a plantearme el hecho de cambiar de aires. Aunque el mundo de la automoción me gustaba mucho, quería expandir mi experiencia a otras áreas, resolver problemas complejos de ingeniería y adquirir nuevos conocimientos. En ese sentido, McLaren Applied Technologies era perfecto para mí y, tras un proceso largo de selección, conseguí un hueco. Tener un perfil con experiencia en automoción me fue muy útil para lograr la plaza, pero el trabajo no era el único reto, mudarme a una gran ciudad como Londres después de haber vivido cuatro años en Royal Leamington Spa (ciudad de unos 50.000 habitantes) y dejar la comodidad y mi gente atrás fue una decisión importante para mí.

¿De qué manera aplica McLaren la tecnología de Formula 1 a otros campos como el transporte público o la sanidad?

-McLaren Technology Group es un conglomerado de empresas. En concreto, McLaren Applied Technologies, a la cual pertenezco, se dedica a desarrollar soluciones y productos revolucionarios que aplican la experiencia adquirida en Formula 1 a áreas de deportes de motor, automoción, transporte público y salud, siempre con la mejora del rendimiento y la excelencia técnica como objetivo principal. Como parte de la actividad de negocio, McLaren Applied Technologies y Deloitte (empresa de servicios de auditoría, consultoría, asesoramiento financiero, gestión de riesgos y servicios fiscales y legales) han unido fuerzas para crear productos digitales que ayuden a la mejora del rendimiento y toma de decisiones en los sectores de manufactura o aviación, entre otras. Aquí es donde yo desarrollo una de mis labores principales. Como líder técnico, mi labor es dirigir un grupo de científicos de datos, ingenieros de simulación y de software durante la fase de ‘prueba de concepto’, con el objetivo de probar hipótesis y diseñar un posible producto.

¿Podría darme un ejemplo?

-Actualmente estamos desarrollando un ‘concepto’ centrado en la mejora del rendimiento de las operaciones en los aeropuertos. Varios aeropuertos importantes del Reino Unido y del resto del mundo están colaborando con nosotros en la consecución de este objetivo. Al igual que la Fórmula 1 simula múltiples escenarios de carrera que contemplan miles de posibilidades e incertidumbres como salida del ‘safety car’, cambios meteorológicos, degradación de neumáticos o estrategia de los competidores, nosotros hacemos lo propio en los aeropuertos. Valiéndonos de nuestra tecnología, predecimos y simulamos datos como la hora de aterrizaje de los aviones, asignación de terminales o secuencia de salida, entre otras.

¿Qué retos son los que la ingeniería debe abordar a futuro y qué papel juega la huella digital en todo ello?

-Cada vez somos más habitantes en este mundo y la tecnología ha hecho que queramos saber más, viajar más, ver más, tener más, experimentar más... La gente valora muchísimo su tiempo, no quiere perderlo y quiere explotar todas las opciones al máximo. Esto está teniendo un impacto muy importante en el ritmo con el que vivimos. Por eso, necesitamos un mundo cada vez más interconectado y eficiente, y en este contexto la huella digital juega un papel fundamental. Uno de los mayores retos actuales es el desarrollo sostenible, y en este aspecto la tecnología digital puede ser crucial. A través de ella, debemos tratar de buscar la eficiencia en aspectos como la movilidad o la fabricación, evitando el consumo innecesario de bienes y recursos. En definitiva, la ingeniería y la ciencia deben centrarse en mejorar las condiciones de vida de del mayor número de personas posible.

A la hora de hablar de transporte futuro se utiliza el término ‘movilidad inteligente’. ¿En qué consiste?

-Es un concepto amplio que contempla la utilización de medios de transporte de una manera más eficiente para el movimiento de personas y bienes. Hace hincapié en temas como el encaje de horarios, predicción de llegadas y salidas y, sobre todo, la relación entre medios de transporte. Tiene como objetivo principal optimizar tanto el tiempo de viaje y espera como el uso de infraestructuras y espacio físico. Es un tema muy interesante porque abre la puerta a imaginar nuevas formas de moverse, incluso a nuevos medios de transporte.

¿Cuáles considera que son los retos de la ingeniería para su generación?

-Estamos evolucionando hacia una ingeniería en la que el software, la robótica, la inteligencia artificial y la ciencia de datos son cada vez más importantes. Se puede ver cómo los perfiles de los ingenieros de hoy en día están más enfocados hacia este tipo de trabajos y cómo casi todas las empresas de automoción están haciendo grandes inversiones en sistemas de conducción autónoma, las cadenas de montaje están cada vez más automatizadas y su mantenimiento es predictivo, las ciencias de la salud utilizan datos para predecir posibles enfermedades y monitorizan a los pacientes para aplicar tratamientos, etc. Pienso que estas áreas de la ingeniería o la ciencia han abierto muchísimas posibilidades y han creado grandes expectativas de futuro. Posiblemente, el principal reto ahora sea poder alcanzarlas.

¿En qué medida le afecta a usted el brexit?

-En lo relativo a mi futuro, no es algo que me preocupe demasiado. Al haber trabajando durante casi siete años en el Reino Unido, tengo derecho a pedir la residencia permanente aquí. En McLaren, además, hay un gran apoyo para seguir contando con gente de fuera. De todos modos, siempre pienso que lo peor que me puede pasar es volver a casa.

¿Dónde se ve en el futuro?

-Si se lo preguntas a mi hermana, te diría: “¡En casa, ya!”. Pero eso nunca se sabe. Cuando me fui a Edimburgo por primera vez, le prometí a mi madre que en seis meses estaría de vuelta... y aquí sigo. Siempre dije que mi casa está y estará en Navarra y, de alguna manera, quiero seguir ligado a ella lo máximo posible. Lo ideal sería volver en un futuro. A corto plazo, tengo algún objetivo más que cumplir por aquí y otras cosas que explorar; no sólo en lo laboral, sino también en lo personal. Soy consciente de que las empresas importantes tienden a ubicarse en ciudades grandes para así atraer al mercado y a nuevos empleados. Por eso, no descarto que Madrid, Barcelona o Bilbao fuesen mis siguientes destinos, y eso me acerca más a casa.