almería - Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, reconoció en su primera declaración en el juicio que mató al niño, aunque ratificó su relato previo en el que sostuvo que fue accidental.

En el interrogatorio, la acusada por delitos de asesinato y lesiones psíquicas a los padres del pequeño, que manifestó que sólo respondería a las preguntas del ministerio fiscal y de su letrado, negó una y otra vez que planease matar a Gabriel.

Según su testimonio, nunca tuvo “ningún problema” con Patricia Ramírez, la madre del menor, con quien aseguró que tenía una buena relación, al igual que con el niño, de 8 años.

La investigada declaró que acudió a la casa de Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería), unos días antes del puente del 28-F, y que el 27 de febrero encontró a Gabriel a la salida de la casa de su abuela.

“Le dije, qué haces ahí. Me dijo que estaba haciendo tiempo para que comiesen los primos. Le pregunté si quería venirse conmigo a Rodalquilar (Níjar, Almería); aunque no pintemos, ventilamos la casa y te traigo en diez o doce minutos con tus amigos. Se vino conmigo”, comentó.

Declaró que una vez allí llamó al pequeño y que lo vio dirigirse a ella con un hacha en la mano y que le dijo que era “fea”, que no quería que estuviera con su padre y que se fuese a su país.

“Le dije, te vas a hacer daño, deja el hacha. Me dijo: Tú a mí no me mandas, que no eres mi madre, que tienes la nariz fea, que no quiero que estés con mi padre, que quiero que te vayas a tu país”, manifestó Quezada en su declaración.

“Simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño, quería que se callara”, le puso la “mano derecha en la boca y en la nariz, no recuerdo en la nuca o dónde”, afirmando que estaba “muy nerviosa”, y que cuando lo dejó en el suelo, “el niño ya no respiraba”.

“bloqueada” Ana Julia Quezada, de 45 años, reiteró, entre llantos, como durante casi toda su declaración, que se dio cuenta de que no respiraba cuando lo soltó porque le puso la mano en el pecho y que entonces se quedó “bloqueada”.

“Me quedé un rato y luego me fui a fumar como una loca, salía, entraba, salía, entraba y no sabía lo que hacía”. Entonces vio una “pala y decidió hacer un agujero”.

Relató la forma en la que enterró el cuerpo y que se llevó la ropa, de forma que el 3 de marzo colocó una camiseta en un paraje porque, según ha argumentado: “quería que me cogieran, porque no era capaz de decirlo con mis propias palabras, yo quería que me atraparan”.

Aunque previamente había manifestado que lo hizo para dar “esperanzas al padre del niño, Ángel Cruz, ayer respondió a la fiscal Elena Fernández que quería que la “encontraran porque no podía aguantar más ese secreto”.

Posteriormente, explicó que el día que extrajo al menor del hoyo en el que lo enterró, tenía pensado suicidarse en la casa en la que convivía con su pareja en Vícar.

“No decidí ir a la finca para deshacerme del cuerpo de Gabriel. Perdóname Judith (su hija), perdón a todo el mundo. La finalidad que tenía era ir con mi perrita y dejar a Gabriel en el garaje y subirme a casa, escribir dos cartas, una para Ángel y otra para mi hija, explicándoles lo que había pasado y pidiéndoles perdón”, declaró ayer.

Quezada, que pidió perdón a la familia, a Dios y a su propia hija, incidió: “Nunca he tenido intención de hacerle daño a Gabriel”, y que si no llamó a nadie cuando murió Gabriel para intentar asistirlo fue porque “se quedó paralizada”. “Toqué al niño, vi que no respiraba y no sabía qué hacer”.

Asimismo, sostuvo que tras matarlo sintió “mucho miedo” y se quedó bloqueada. “Miedo sobre todo por hacerle daño a la familia de Gabriel, a mi hija”. “Cuánta más gente venía, peor. No sabía qué hacer”, concluyó.

En la sesión de ayer también declaró la expareja de Ana Julia Quezada, a quien según la Guardia Civil, la acusada intentó incriminar al dejar la camiseta del niño cerca de donde reside. Él la describió como una persona “fría” y “mentirosa”. “Al principio te da una imagen y luego cuando quiere es de otra manera, cambia radical. En ese momento te das cuenta de que miente. Es fría. No se puede pasar de ser simpática y decir que te quiere para de la noche a la mañana desaparecer todo eso”, apostilló. - Efe/D.N.

los paDres, a puerta cerrada

Con y sin biombo. La segunda sesión de la vista oral concluyó tras la declaración a puerta cerrada de los padres, la abuela y una prima menor de edad del pequeño. No trascendió el contenido de sus testimonios, ya que la magistrada de la Sección Segunda, Alejandra Dodero, ordenó que se realizaran a puerta cerrada. Patricia Ramírez, madre del niño de ocho años Gabriel Cruz, declaró cara a cara con la procesada, ya que pidió que no se pusiera biombo para evitar el contacto visual con ella. El padre del pequeño, Ángel Cruz, sí pidió no ver a quien fuera su pareja sentimental, al igual que la abuela paterna y una prima menor de edad de niño.

Posible pena de prisión permanente revisable. Ana Julia Quezada se enfrenta a una condena de prisión permanente revisable por asesinato con alevosía que piden tanto la Fiscalía como la acusación particular, además de 10 años por dos delitos de lesiones psíquicas a los progenitores. Un jurado popular, conformado por siete mujeres y dos hombres, decidirá sobre la pena.

La hija de Ana Julia, “utilizada”. Judith, la hija de Ana Julia Quezada, acusada de matar a Gabriel Cruz, sostuvo ayer ante el jurado popular que se ha sentido “utilizada” por su madre tras conocer todo lo ocurrido en relación a la desaparición y fallecimiento del niño. Sin embargo, mantuvo que al margen de eso no notó ningún comportamiento extraño que le hiciera pensar que tuviera relación con los hechos,