PAMPLONa - Ha sido víctima directa de abusos y hasta hoy no lo había contado en público. Sin embargo, sus hermanas ya habían hablado también por usted y el reportaje en el que ellas afirmaban haber sido testigos de abusos en el colegio Ursulinas fue respondido en una carta a este medio por 72 exalumnas. ¿Cómo le hizo sentirse eso a una víctima como usted?

-Es tal la soledad que he tenido durante tantos años que espero muy poco de todo el mundo. He aprendido, y todavía me cuesta hacerlo, a no esperar nada de nadie. Me lo tengo que repetir todos los días. Mentalmente es un calvario, no es fácil tener que estar aupándote y repitiéndote que sí que vales, cuando a tu alrededor nadie te valora. Estoy acostumbrada a que me ataquen, así que esa carta fue un ataque más, muy desagradable y en mal tono.

Le ha costado mucho sentarse aquí a contar su historia. Nos hablaron de usted hace casi tres meses. ¿Por qué se ha animado ahora?

-Me pareció que lo que contaban mis hermanas y lo que reflejaron en el periódico estaba bien y era muy correcto. A raíz de aquello entablé conversación con Jesús Zudaire, el presidente de la Asociación de víctimas de abusos en centros religiosos, y me pidió que nos viéramos. Nos juntamos el día 3 de agosto. Yo temblaba como una hoja, porque no había dicho nunca nada de esto en público. En esa reunión vi que esas personas de la asociación querían dar pasos en este sentido, querían denunciar a la Iglesia Católica por todo este tipo de abusos, a esa Iglesia que tanto predica el amor, pero que resulta que luego se salta todos los principios y hiere y maltrata de la forma más cruel. De esta forma quiero hacer ver a la gente que cuando algo nos hace daño tenemos que quitárnoslo de encima, alejarlo y defendernos de alguna forma. Es un modo de reivindicarte, de decir yo no merezco esto que he pasado y seguir callando.

Se trata de la primera mujer que forma parte de la asociación de víctimas, que está teniendo un crecimiento importante en Navarra. ¿Cómo ha sido recibida y cómo valora los pasos que están dando como colectivo?

-Cuando has mantenido tanto tiempo algo en secreto, algo que es tuyo, compartirlo al principio es un palo porque sientes miedo y vergüenza al sacarlo fuera. No sabes ni cómo reaccionar. Sacar algo que te sigue doliendo mucho te deja fatal, pero luego piensas que para encontrar soluciones lo bueno es hablar. En la asociación he encontrado gente de gran sensibilidad. Es un apoyo que no he sentido nunca, nunca me había sentido escuchada ni entendida. Y aquí, lo que hablo, le interesa a alguien. Me di cuenta que si algo necesitaba era que gente que ha sufrido física y psíquicamente lo mismo que yo, porque el que no ha sufrido esto no se puede poner en nuestra piel, igual me hacía bien formar parte de algo así porque podría solventar los malestares que arrastro y ayudar a otros para que la sociedad conozca estas cosas que nos ocurrieron. He descubierto que lo bueno de conocer a esta gente es que se profundiza en lo ocurrido y, por ello, creo que pedagógicamente, podemos aportar cosas. Porque está claro que, sola en tu rincón, el mundo se te puede caer encima. - Enrique Conde/Joana Lizarraga