Portugalete - Vitori, la mujer de 94 años que vio cómo okupaban su casa el pasado domingo, pudo ayer volver a pisar su hogar en el número 66 del Grupo El Progreso. Ese lugar en el que ha vivido en los últimos 88 años y en el que guardaba pertenencias y recuerdos de familia. Guardaba porque, por desgracia, a su vuelta a casa pudo comprobar que casi la inmensa totalidad de sus bienes y enseres no estaban en su casa. Se los habían llevado las dos mujeres que, con cuatro menores a su cargo, okuparon su casa. “No me han dejado ni unas bragas, se lo han llevado todo. No hay derecho. Mal está que hayan entrado a vivir, pero no dejarme nada? Se han llevado las fotos de más de ochenta años de mi familia, se han llevado una librería que tenía... No ha quedado nada, estoy muy triste”, señaló la mujer visiblemente afectada, pero, una vez más, acompañada por el vecindario, por esa gente que le conoce de toda la vida y que, ahora, en sus momentos más duros, está con ella de forma incondicional.

Así se demostró en la noche del pasado jueves cuando la concentración pacífica congregó a centenares de personas que, con sus voces y generando ruido en las inmediaciones de la casa, presionaron a las okupas. La ciudadanía no se iba a marchar, no iba a dejar que Vitori siguiese sin poder entrar en su casa. Tal fue la presión, la respuesta ciudadana, que a las okupas no les quedó otra que abandonar la casa custodiadas por la Ertzaintza. Vitori, El Progreso, Repelega y Portugalete habían ganado la batalla.

Las dos mujeres que con cuatro menores a su cargo entraron de forma ilegal en el número 66 del Grupo El Progreso no fueron las únicas okupas que tuvieron que salir de las casas en las que se asentaron ilegalmente. Parte de la ciudadanía que se concentró en El Progreso, se desplazó a Abatxolo y a la calle Maestro Zubeldia para forzar el desalojo de los otros dos inmuebles que, oficialmente, permanecían okupados en la noble villa.

Ese apoyo, esa presión es lo que hoy hace que, en vez de seguir luchando por recuperar su hogar, Vitori y su familia evalúen cuántas cosas se han llevado las okupas. “Estamos agradecidísimos al barrio, a la gente que vino a la concentración y a la ciudadanía en general por la sensibilidad que ha tenido ante este caso. El apoyo que hemos recibido y estamos recibiendo es impresionante. La concentración ha sido el mayor impulso para esta solución”, señaló Jesús Rodríguez, sobrino de Vitori.

Cuando el jueves comenzó la concentración pacífica, la familia de Vitori no podía imaginar que todo iba a concluir con el desalojo de las okupas. “Ni mucho menos pensábamos que iba a acabar así. Estamos radiantes porque se han ido de esta casa y también de las otras dos que estaban okupadas en Portugalete”, señaló el sobrino de Vitori.

Tras salir custodiadas por la Er-tzaintza de la casa en la que habían entrado el domingo, las dos okupas y los cuatro menores fueron trasladados a las dependencias que la Policía Autónoma tiene en Muskiz, a donde acudieron familiares que les prestaron alojamiento. Allí se encuentran los objetos que las okupas se llevaron al ser desalojadas y que están siendo analizados por la Ertzaintza y por la familia de Vitori para determinar a quién pertenecen. Varios vecinos apuntan que la noche del domingo al lunes, la primera en que el hogar fue ocupado, se trasladaron enseres procedentes del interior del inmueble a un coche de alta gama que acudió a las inmediaciones del Grupo El Progreso.

Por su parte, el pasado jueves fue jornada de mercadillo en Repelega -el aparcamiento donde se desarrolla la feria está a escasos metros de El Progreso- y la ciudadanía alertó de la presencia de una persona con un carro lleno de prendas que podían ser de Vitori. Los vigilantes de ordenanza jarrilleros advirtieron a dicha persona que no podía vender sin autorización y, poco después, fue detectada de nuevo intentando vender la ropa. Ante dicha nueva alerta, la Policía Local acudió a inspeccionar los objetos que pretendía vender, pero la persona en cuestión ya se había marchado.

El alcalde de Portugalete, Mikel Torres, indicó que las okupas son conocidas “por hechos delictivos menores en el Gran Bilbao” y precisó que alguna de ellas está empadronada en municipios de las inmediaciones. Durante estos últimos días, tal y como confirmó el primer edil jarrillero, “hubo todas las mediaciones posibles para llegar a un acuerdo” que permitiese a las okupas abandonar el hogar de Vitori. Negociaciones que no llegaron a buen puerto, que no tuvieron el éxito de la presión de todo un barrio y parte de una villa que plantó cara a los okupas.

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