Si no se prorroga el estado de alarma se acabó el confinamiento. Podremos ir a la segunda residencia, de vacaciones, al pueblo, a comprar, a jugar al fútbol, a clase, al metro en hora punta, al cine, a conciertos... Y no solo nosotros, el virus también.

Ninguna CC.AA, podría impedir que vinieran de la vecina, mucho más infectada, a cualquier evento masivo. Ninguna autoridad podría obligar a que cierre un bar sin más. Ni decirle a una empresa que no abra. Y nadie podría impedir que volviéramos a la casilla de salida.

Pedro Sánchez ha venido jugando con las cartas marcadas durante toda la pandemia y en el próximo pleno para pedir la cuarta prórroga del estado alarma, va claramente de farol. Y no le importa que se sepa.

Nadie quiere que cada cual campe a sus anchas sin control. Nadie quiere que la movilidad deje de estar regulada, que el cierre o apertura de colegios sea al libre albedrío de cada Comunidad Autónoma (pobres madrileños). Todos saben que todas las medidas deben atenerse a un plan general.

Pero lo que Pedro Sánchez sabe también es que ese plan no debería de ser impuesto. Que lo que vale para Andalucía no vale para Galicia. Y lo que vale para Girona, no vale para Cáceres. Y si lo sabe por qué no se toman las decisiones en consenso. Pues porque el presidente del Gobierno español, cómodo con el poder absoluto, está convencido de que nadie se atreverá. En un claro alegato a la masculinidad política, Sánchez reta a la oposición: 'a que no hay'.

Si el Parlamento español no apoya la nueva prórroga del estado de alarma, todos podrán ir a todas partes con lo que el virus podría viajar en primera clase del mar a la montaña en viajes de ida y vuelta. Las estadísticas y el control se irían al garete porque la Sanidad es una competencia transferida a las Comunidades Autónomas. Y solo hay que recordar lo que costó que algunos pusieran en común los datos de sus comunidades como para esperar que no vuelvan a desafinar si se les da barra libre.

Las empresas, los negocios, escuelas y colegios, transportes.., todos agarrándose a la legislación que más le interese, planteando conflictos por doquier. Y es que si bien la legislación Sanitaria otorga a las CC.AA. todas las competencias para garantizar la salud de los ciudadanos, ''alguien' podría apelar al artículo 19 de la Constitución que garantiza la libertad de movimientos por todo el Estado español.

Impugnaciones, recursos y medidas de boicot que podrían entorpecer enormemente la gesión autonómica de la crisis si el enfado de Moncloa conduce a la sinrazón. En el Gobierno español solo se plantean una cosa, alarma o tragedia. El confinamiento se acabaría y ni siquiera las Comunidades Autónomas podrían establecer el suyo. Sería un panorama que Pedro Sánchez cree que nadie se atrevería a propiciar..

PEDRO SÁNCHEZ: 'O YO, O EL CAOS'

Por eso el presidente del Gobierno español presiona asegurando que "no hay plan B", que lo tomas o lo dejas, que o me apoyan a mí o viene el caos. Aunque por si acaso ha puesto encima de la mesa 16.000 millones para gastar, a repartir sin necesidad de devolverlos. Un dinero que no recibirán si no se prorroga el estado de alarma, según aseguró Pedro Sánchez en su última rueda de prensa.

Y para quienes les interese más el respeto institucional y el autogobierno, Sánchez les ha regalado una todavía indeterminada propuesta de 'cogobernar' la desescalada. Una proposición de cogobernanza no parece que vaya a estar acompañada de la recuperación de transferencias.

Pero ante una derecha asilvestrada y unos apoyos parlamentarios que comienzan a estar hartos del ordeno y mando por parte de quien llegó al gobierno gracias a ellos, el presidente español está jugando quizás demasiado fuerte y paseando demasiado tiempo por el borde del acantilado.