- Los reencuentros entre amigos o familiares y las largas charlas fueron la tónica general en las terrazas en el día de ayer. En el exterior del bar Windsor, un padre y su hijo, Manuel e Iñigo Martínez, se volvían a ver después de ocho semanas separados, y lo hicieron sobre todo con ganas de “recuperar un poco la normalidad dentro de lo que se pueda”, explicó el jóven.

Manuel ha pasado el confinamiento “jodido” por no poder ver a sus hijos y nietos porque, aunque han hecho videollamada, una de las cosas que más ha echado de menos es poder comprarles chuches. Ayer pudo, por fin, tomarse “un buen rosadico de Navarra” junto a su hijo, y lo hizo con mascarilla y manteniendo la distancia. Algo que, para Iñigo, “cuesta un poco porque en general somos muy afectivos, pero luego lo veremos normalizado”.

Ahora apuesta porque “haya flujo de gente y se restablezca un poco el servicio, que la ciudadanía lo agradece. España o Navarra no sería lo mismo sin los bares”, comentó mientras se tomaba un café con su padre, que valoró el momento como “inmenso. ¿Qué vale más en este mundo que tus hijos y tus nietos”, aseguró.