ualquier detalle, por muy pequeño que sea, puede servir de gran ayuda para las personas que están atravesando un mal momento. Muchas veces queremos aportar nuestro granito de arena pero no sabemos cómo hacerlo o pensamos que lo que hagamos no va a servir de nada en comparación con otras grandes aportaciones; y nada más lejos de la realidad: cualquier gesto suma y se agradece.

Y eso han querido hacer durante estas semanas los alumnos y alumnas de Segundo de la ESO de la Ikastola Paz de Ziganda de Villava/Atarrabia, los cuales han escrito cartas con la intención de que sirvan de acompañamiento especialmente a quienes peor lo están pasando en estos momentos, como es el caso de las personas mayores que viven en las residencias y las que están ingresadas en el hospital.

Una alumna de la ikastola escribe una de las cartas en su ordenador:

Una iniciativa que ya se estaba llevando a cabo en varios lugares y a la que la ikastola se sumó a través de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. “Primero enviamos cartas a una asociación y luego decidimos mandarlas por nuestra cuenta a los centros de Pamplona. Como la situación es la que es, quisimos adaptarnos y aprovechar nuestra asignatura para hacer cosas que tuvieran un poco de sentido”, explica la profesora responsable de esta actividad, Itziar Iturriria.

Antes de que los chicos y chicas, de entre 13 y 14 años, se pusieran a hacer esta tarea solidaria, recibieron algunas directrices sobre cómo escribir una carta y vieron un vídeo, a modo de contexto, sobre las situaciones por las que han pasado nuestros mayores a lo largo de sus años de vida, como por ejemplo la guerra y la posguerra. De esta forma, los txikis conectaron con la realidad que les rodea y dejaron fluir sus ideas y sentimientos sobre todo con la intención de mandar ánimos a este sector de la población, que está sufriendo de forma más acusada la soledad del confinamiento, ya que no pueden recibir visitas de sus familiares.

“Aunque físicamente no nos permiten estar al lado vuestra, queremos que nos sintáis cerca y que sepáis que estáis en nuestro pensamiento y nuestro corazón. Llegará el momento de poder abrazarnos, besarnos... pero, para eso, para poder estar juntos, ahora tenemos que separarnos. ¡Ánimo que entre todos lo conseguiremos! ¡Y esto también pasará! ¡Cuidaos mucho y muchas gracias por todo!”.

Estas fueron las palabras con las que los alumnos y alumnas presentaron su iniciativa a los mayores antes de que estos comenzaran a leer sus mensajes individuales. Esta introducción tiene su sentido debido a que, en este caso, todas las cartas fueron escritas a ordenador y enviadas en conjunto por correo electrónico, y no en formato físico,

Entre los centros que recibieron las cartas se encontraron el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), el Hospital San Juan de Dios y la Clínica Universidad de Navarra de Madrid, así como la residencia Landazabal de Burlada y la Casa de la Misericordia, entre otras. Se trata de sitios con los que contactaron por mediación del algún familiar o persona conocida que trabaja en ellos o a través de una llamada de teléfono.

Ya dentro del contenido de los mensajes, en primer lugar, cada estudiante hizo una pequeña presentación de sí mismo indicando su nombre, dónde y con quién vive, sus aficiones... muchos de ellos también comentaron a qué están dedicando el tiempo durante el confinamiento y qué es lo que más echan de menos de la vida que llevaban antes de la pandemia.

“Yo, por ejemplo, en casa estoy pasando el rato. Un poco aburrida, pero a veces hago deberes, recojo mi habitación, hago deporte y otras hago bizcochos. Algunos me salen bien y otros no tan bien. Antes jugaba al pádel, pero ahora no puedo porque no se puede salir. Yo creo que cuando vuelva a jugar igual se me ha olvidado y todo”, explicó en su carta Leire, de 13 años.

Otros optaron por contarles anécdotas con sus abuelos y abuelas, para terminar señalando lo mucho que echan de menos poder ir a su casa de visita, abrazarles o darles un beso, y, por supuesto, su comida, “la mejor del mundo”. Asimismo, animaron a los mayores asegurándoles que pronto volverían a ver a sus nietos. “Yo también hay veces que me pongo un poco triste porque tengo muchas ganas de ver a mis primos, mis tíos y tías, a mis amigos... pero sobre todo a mis dos abuelos y abuelas. Me acuerdo mucho de ellos porque los fines de semana siempre voy con ellos. Seguro que tus nietos también tienen muchas ganas de verte. Los abuelos y las abuelas son los mejores del mundo y nos cuidan siempre con todo su cariño. Por eso ahora os tenemos que cuidar y mimar nosotros a vosotros”, escribió Aimar, de 13 años.

Las palabras que más se repitieron fueron las que mandaban fuerza, ánimo y buenos deseos, además de las que llamaban a la tranquilidad y buscaban el lado positivo de esta situación. “Pronto el ?coronavirus? ?habrá? ?terminado? ?y? ?podrás? ?reunirte? ?con? ?tu? ?familia,? ?que? ?te? ?contarán? ?muchas? ?cosas? ?de? ?todo? ?lo? ?que? ?les? ?ha? ?pasado.? ?Me? ?imagino? ?que? ?también? ?tendrán? ?muchas? ?ganas? ?de? ?verte? ?y? ?darte? ?un? ?abrazo,? ?porque? ?nos? ?podremos? ?abrazar? ?otra? ?vez.? ?Y? ?tú? ?a? ?ellos”, expresó Unai, de 13 años.

Otros también se preocuparon por darles opciones para entretenerse, como leer sus cartas, y consejos para llevar bien el confinamiento, entre ellos el de moverse para que se mantegan activo. Una de las recomendaciones en ese sentido fue la de “ir al final del pasillo y volver 30 veces o andar por vuestro cuarto”.

Entre las ideas, algún alumno incluso propuso, a quienes tuvieran acceso a las nuevas tecnologías, “hacer una videollamada grupal diaria con la familia y amigos y estar charlando un buen rato. Así no os sentiréis tan solos y la espera se os hará más amena. Además podéis jugar a juegos con vuestra familia virtualmente, como por ejemplo al parchís”, sugirió.

También hubo quienes aprovecharon las líneas para contarles chistes o escribirles poemas con el fin de mejorar su estado de ánimo, uno de los aspectos por los que también se preocuparon, ya que el alumnado deseó que los mayores estuvieran bien de salud y sean felices. “Queda prohibido: Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud positiva, no pensar en que podemos ser mejores, no sentir que sin ti este mundo no sería igual“, expresó Leyre, de 13 años.

Por otra parte, entre las cartas más emotivas estuvieron las de agradecimiento por todo lo que han luchado en su vida y por lo bien que cuidan a sus nietos y nietas. “Antes de llegar a la situación tan extrema a la que nos ha llevado el coronavirus, también sé que habéis sufrido muchas otras circunstancias extremas, como pueden ser la guerra, la hambruna, la explotación o la represión, y por todo ello os admiro muchísimo. Así que estoy muy seguro de que también podréis con este problema y os doy todo mi cariño y mis ánimos” escribió Beñat, de 14 años.

Las muestras de agradecimiento por parte de los centros que recibieron las cartas han sido inmediatas, aseguró la profesora, para añadir que incluso “desde una residencia de un pueblo les han escrito respuestas a ellos individualmente, lo que ha hecho ilusión los txikis. Sin duda, estas pequeñas acciones solidarias ayudan a las personas que reciben el apoyo, pero también dejan una sensación de felicidad en quienes las realizan.