- Después de estudiar un doble grado en Comunicación Audiovisual y Filología Hispánica, un máster en Documental Creativo, otro máster en Literatura, Arte y Pensamiento y un tercer máster Universitario en Profesorado de Educación Secundaria, Mar González Ruiz de Larramendi, de 26 años y de Egiarreta (municipio de Arakil), llegó hace poco mas de seis meses a San Fermin Ikastola, donde imparte la asignatura de Lengua y Literatura Castellana en cuatro clases de 4º de la ESO. Tan solo medio año después de emprender su aventura como andereño -profesora en euskera-, la pandemia del coronavirus puso el mundo patas arriba y obligó a echar la llave de las aulas, dejando al personal docente una gran responsabilidad por delante: llegar al alumnado a través de las pantallas. Plataformas de videollamadas como ZoomoSkypehan sido las más utilizadas por profesores y profesores para seguir impartiendo las materias en la distancia, pero Mar quiso dar un salto y sumergirse en el mundo de la red social por excelencia entre el alumnado para llegar a él: Instagram(ysillegaelfindelmundo).

Con el cierre de las aulas, ¿cuál fue el planteamiento de la ikastola para impartir las clases on line?

-Una de las principales instrucciones fue que nos centráramos en el seguimiento del alumnado; la labor de tutoría era lo más importante para intentar hacer lo posible para que nadie se nos perdiera en el camino. Pero, además, en San Fermin Ikastola llevan años trabajando en plataformas digitales, así que, desde ese punto de vista, el paso a la enseñanza on line no ha sido tan complicado. También se nos planteó que empleásemos nuevas herramientas digitales, pero siempre partiendo de un contexto y con unos objetivos claros. En mi caso, con el alumnado de 4º de ESO, el tema de las redes sociales era algo para lo que podían estar más preparados que en edades más tempranas.

¿Qué papel jugó la red social Instagram en esta nueva forma de enseñanza no presencial?

-Ha sido muy útil para comunicarme con el alumnado. Por un lado, la posibilidad de enviar pequeños vídeos o notas de voz facilita mucho las explicaciones. Escuchar nuestras voces siempre es más cercano. Tampoco es lo mismo escribir correos infinitos tratando de explicar algo, que enviar las indicaciones de forma instantánea a través de esta red social. Además, si las dudas se repiten, se puede publicar un vídeo al que todos puedan acceder en el perfil, o incluir las explicaciones en el stories de Instagram (que además te permite saber quién lo ha visto y quién no). De hecho, incluso he podido realizar videollamadas con los alumnos y alumnas a través de esta aplicación. Esta herramienta también me ha permitido realizar encuestas, que pueden, por ejemplo, centrarse en las posibles dudas del alumnado: ¿Cuántos sabríais identificar un narrador omnisciente? Sus respuestas me han servido para hacerme una idea de cuántos sentían que habían comprendido bien los vídeos de teoría que había colgado en el perfil de la asignatura. Por último, es una vía muy visual y rápida de compartir el trabajo del alumnado. Muchos me han enviado trabajos, fotografías, dibujos, poemas fascinantes. Pero, en realidad, el valor que más me gustaría destacar es el de la inmediatez. El contacto próximo y rápido con ellos ha facilitado mucho mi trabajo. Así como es posible que muchos no consulten a menudo su correo, suelen conectarse a Instagram, y, de esta forma, nos hemos mantenido en contacto.

¿Cómo surgió la idea de hacer uso de esta red social?

-Los alumnos y alumnas dicen que Instagram es su red social. Sabía que la mayoría de ellos la utilizaba a diario y pareció un buen camino para acercarme a ellos. Además, en el tema que estábamos trabajando establecíamos un diálogo constante entre el cine y la literatura, y los recursos audiovisuales eran esenciales. Pensé que así como el programa Classroom era muy útil para la entrega y la evaluación de los trabajos, Instagram me ofrecía un soporte visual atractivo y una forma más eficaz y rápida de comunicación que el correo electrónico.

¿Cómo respondió el alumnado?

-De forma muy positiva. Se han mantenido en estrecho contacto conmigo a través de esta vía, y creo (y espero) que han disfrutado tanto de los contenidos que he compartido, como de la posibilidad de ver el trabajo de sus compañeros y compañeras. Al menos, han participado de forma activa y algunos me han comunicado su agrado. Quienes no querían comunicarse por Instagram me han seguido escribiendo a través del correo electrónico, y me ha parecido muy bien. Hay que tener muy presente que para algunos de ellos el teléfono móvil y todo su universo de distracción puede ser muy peligroso, y por eso, también he colgado los vídeos principales en YouTube y en el Classroom de la asignatura para que todos pudieran acceder a ellos.

¿Cuál ha sido la mayor dificultad que ha encontrado a la hora de impartir clases no presenciales?

-Son tantas€ Para mí ha sido duro no verlos. Incluso en las videollamadas muchos no querían mostrarse, me imagino que por vergüenza. Los he echado de menos. Además, es imposible tener la certeza de que tus explicaciones llegan, y el alumnado plantea menos sus dudas. Creo que para ellos también ha sido muy difícil, se les exigía mucha autonomía. Todos hemos intentado estar ahí para ayudar: padres y madres, tutores y tutoras, profesores y profesoras€ Hemos abierto distintas vías de comunicación, hemos llamado cuando era necesario€ Pero, incluso así, sigues sintiendo que no es suficiente. La impotencia de no estar.

¿Cree que métodos novedosos como este pueden implementarse en el día a día para complementar la enseñanza presencial ordinaria?

-Por supuesto. Toda herramienta puede ser útil, pero no hay que cegarse: más no siempre es mejor. Tener, por ejemplo, un Instagram en el que compartir poemas o los trabajos del alumnado puede ser bonito para que vean que usos tan variados e interesantes tiene esta red social, o para promover su motivación. Pero lo que importa, al final, es la calidad de las clases, que se usen las herramientas adecuadas cuando resultan necesarias, y establecer un vinculo cercano, sólido y sincero con el alumnado.