- Cuando ya nos habíamos acostumbrado a hablar de educación emocional surge la ecología emocional. ¿Cómo la definiría?

-La ecología emocional la identificamos como un arte, el arte del buen vivir. Entendemos que cada persona tiene un mundo interior (pensamientos, emociones, creencias...) y esta energía debemos saber dirigirla para mejorarnos como personas, aumentar la calidad de las relaciones con las otras personas y respetar, mejorar el mundo en el que vivimos. Es una filosofía que plantea una visión de la persona y unas rutas de intervención para promover el bienestar personal, entendiéndolo como un bien común.

Entiendo que va más allá de la educación emocional, no solo beneficia a uno mismo sino al bien común.

-Entender que la educación emocional y la gestión de los valores es un bien común es un aspecto revolucionario. La ecología emocional integra las tres dimensiones (la relación con uno mismo, con el otro y con el entorno) para vivir vidas sostenibles, con mayor bienestar.

Navarra ha decidido dar un giro a su programa de convivencia y poner en primer plano el modelo de ecología emocional, presente en varias escuelas catalanas.

-Navarra es una de las pioneras ya que está apostando porque la calidad ética y emocional esté presente en todas las escuelas de forma transversal. Tenemos varias experiencias de éxito de aplicación de este modelo de ecología emocional en Catalunya y también en México. Se trata de implementar en los alumnos y las alumnas recursos de autorregulación emocional que redunden en mejorar las relaciones con los demás, en tener más confianza en uno mismo, más capacidad de autonomía y por ende en una mayor autoestima.

¿En qué consiste la formación que se imparte al profesorado y cómo se traslada esta filosofía al día a día del aula?

-El objetivo de la formación es otorgar al profesorado las herramientas necesarias para que pueda acompañar a su alumnado en la gestión de las emociones, sin olvidarnos de que también es importante que esa formación beneficie al propio docente. En Navarra el profesorado contará con distintos recursos (60 en Infantil y 45 en Primaria) y deberá encontrar espacios y tiempos para trabajarlos en el aula. La educación emocional no es un compartimento estanco sino que es transversal. Cualquier acontecimiento que ocurre en el aula o en el patio se puede aprovechar para reflexionar, para dialogar, para crecer todos juntos con esa situación.

En Navarra el pilotaje se inicia en Infantil y Primaria. ¿Es mejor empezar con los pequeños o entrar en los institutos, donde suele haber más problemas de convivencia?

-Lo ideal es que si es un aprendizaje esencial para la vida, cuanto antes se imparta, mejor. Pero se aplica a todas las edades porque en cada etapa de la vida tenemos que gestionar emociones. Yo suelo decir que las emociones son como la respiración, nos acompañan siempre y hemos de reconocerlas, ya que nos dan una información muy valiosa sobre cómo interpretamos la realidad. Si sabemos traducir este código viviremos con mayor inteligencia. Creo que la escuela Infantil, Primaria e incluso Secundaria debería estar más orientado al cuidado de las personas, de la vida, y no tanto a lo académico y la profesionalización. Cuando la esfera de lo afectivo y emocional está distorsionada y caótica es muy difícil mantener la cognición y la razón.

Cada vez se habla más de educación emocional y son más los y las docentes que se implican en estas metodologías. ¿Tiene ahora el alumnado más problema para gestionar sus emociones?

-Creo que hay más conciencia de la importancia de estas metodologías entre el profesorado porque las situaciones que se viven en el aula cada vez son más complejas. La manera en la que estamos viviendo como sociedad nos aboca a una emocionalidad determinada. Nos tenemos que replantear los modelos de trabajo, las prisas... Las nuevas tecnologías son una realidad que hay que gestionar. Puede parecer que abordar este tema durante una pandemia no es el mejor momento, pero yo creo que sí lo es. Estamos instalados en paisajes emocionales de incertidumbre y es importante dar herramientas para afrontarlos.

El problema es que queda al albur de la voluntariedad del docente...

-Es necesario que inicialmente haya una voluntariedad porque la educación emocional no es algo impuesto. Ahora bien es muy importante que, como ha hecho el departamento de Educación de Navarra, se crea en la importancia de esta metodología, se potencie desde el ámbito de la gestión y se trabaje para crear conciencia de su valor educativo.

"La pandemia ofrece paisajes emocionales inciertos y debemos dar herramientas para afrontarlos"

"Navarra es pionera ya que está apostando porque la calidad ética y emocional esté presente en las escuelas"