El lunes se apagó la voz de Ignacio Arregui Cendoya, periodista jesuita que estuvo a cargo de los informativos de Radio Vaticano y también fue director de la televisión Vaticana Media del país más pequeño del mundo durante una trayectoria profesional de década y media. Falleció en Loiola a los 89 años. Nacido en Oñati en 1931, previamente a aquella labor dirigió Euskadi Irratia, Radio Popular de Loiola. El cronista guipuzcoano está considerado uno de los pioneros de la radiodifusión en euskera. Desde la Diócesis de Bilbao aportan que, tras su jubilación, el ignaciano "estaba enfrascado durante los últimos años en la causa del beato Gárate, quien se ocupó de la portería de la Universidad de Deusto durante 41 años ininterrumpidamente". El propio Arregui explicó que todavía se está a la espera de un segundo milagro que lleve a la canonización al beato. Destacaba de Gárate que "en una situación de escaso lucimiento es mucho lo que se puede hacer en el cumplimiento del deber y el servicio a los demás". Arregui fue ordenado sacerdote en 1961 y era miembro de la Compañía de Jesús desde 1966. Se licenció en Filosofía en 1955 y en Teología en 1962 en el colegio burgalés Máximo de Oña, y se diplomó en Comunicación Social en la Universidad Católica de Milán en 1965. Otras fuentes aseguran que los estudios de periodismo los cursó en Bérgamo. Fue profesor en el Centro de Medios de Comunicación Social de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma entre 1992 y 1999, así como colaborador de numerosas publicaciones. De vuelta a su tierra natal, comenzó su andadura profesional como locutor en Radio Popular de Loiola, emisora de la que posteriormente fue director. En 1982 su trayectoria le llevó a la puesta en marcha de Eusko Irratia, la que sería la radio pública en euskera. Cuatro años después, se trasladó al Vaticano para liderar los informativos de su principal emisora. En Radio Vaticano, sus esfuerzos pasaron por abrir una ventana a los acontecimientos del mundo a través de las ondas. Desde Italia recuerdan a Arregui como aquel jesuita vasco que comenzó en el Vaticano como redactor de su emisora en 1966, y pasó a dirigirla en 1978, tan solo "dos días después de la elección de Juan Pablo II como papa". Sobre este prelado, Arregui rememoraba que, en sus casi 27 años de pontificado, batió todo género de récords con sus catorce encíclicas, sus 104 viajes fuera de Italia, sus encuentros multitudinarios con jóvenes de todo el mundo, "dando a la Iglesia una expansión y una visibilidad como nunca antes había conocido. Personalmente, no olvidaré aquella mañana en el Cenáculo del Jueves Santo en Jerusalén en marzo del año santo 2000, cuando, terminada la misa, se quedó arrodillado en oración, siendo yo el único testigo visible en ese momento. Ver a aquel líder mundial, a solas, de rodillas, rezando sin más testigos que yo mismo me permitió apreciar la autenticidad de su fe profunda", apreciaba el jesuita. Inscrito en el registro de periodistas españoles, el clérigo de la compañía fue también director de televisión y de 1982 a 1985 fue administrador y director de Eusko Irratia Radiodifusión Vasca, que se convertiría en la radio pública vasca. "En resumen, el padre Ignacio Arregui era un profesional", valoran quienes le recuerdan como "apasionado periodista con los acontecimientos del mundo en el corazón, especialmente los de las poblaciones en mayor dificultad". "Riguroso y amable" El exdirector general de Radio Vaticano, Federico Lombardi, conserva gratos recuerdos de Arregui. "Fue un hombre riguroso y amable. Un trabajador muy regular, muy atento y muy exigente con la calidad periodística", subraya quien trabajó a su lado durante década y media. "Una colaboración muy correcta", apostilla quien convivió con el oñatiarra en el país más pequeño del mundo con "un largo recorrido profesional, espiritual y humano". De Benedicto XVI, Arregui aseguraba que le "asombró positivamente su coraje, y del papa Francisco, el guipuzcoano destacaba su sencillez, austeridad y cercanía al pueblo, así como algunas de sus primeras frases tras ser nombrado pontífice. Un ejemplo aquella que decía: Cómo me gustaría una iglesia pobre, para los pobres".