- "Paula, que la PCR es obligatoria". Ese fue el aviso que le lanzó hace semanas a Paula Sampayo su propia madre al ver que se avecinaban las navidades y que su hija tenía que volver desde EEUU. Esta joven pamplonesa de 24 años se encontraba trabajando desde hace un año como au pair en Long Island. "Yo podía haber decidido volver en otro momento, incluso antes, pero sí es verdad que, coincidiendo con Navidad, hacerse la prueba se había complicado", explicó. Para abandonar el país, el resultado "se debe tener como máximo 72 horas antes del vuelo" y no es tarea fácil.

El visado de Paula estaba a punto de expirarse, las solicitudes de PCR no paraban de aumentar y no recibía ningún tipo de ayuda para solucionar su situación. A ello se unió que "en la embajada no me ayudaron en nada. Lo pasé fatal ese día, no sabía a quién acudir", recuerda angustiada. "Si daba positivo no podía volver", añade.

Esta vecina de Gorraiz, licenciada en Pedagogía por la UN, afirma que en una situación como la suya "hacerse una PCR no es un capricho". Por ello critica que muchas personas se hacen la prueba "por si acaso y no por una necesidad urgente". "Yo me encontraba en estado de pánico. No sabía si iba a dar positivo o no, pero en ese caso mi visado estaba a punto de caducar. Me podía encontrar sin seguro médico, en una situación ilegal y lejos de mi casa", cuenta. "Al final conseguí contactar con una clínica que me garantizaba tener el resultado 72 horas antes del vuelo y tardaron 40 minutos en decirme si era positivo o no", desarrolla Sampayo.

"La vuelta a casa ha sido una odisea", comenta Paula. "Me pidieron la prueba negativa durante todo el trayecto, mientras había a personas a las que no se la solicitaron en ningún momento", detalla.

"Al llegar a Pamplona me pararon los militares en el aeropuerto, porque iba con un montón de maletas, y me interrogaron acerca de dónde venía y para qué venía aquí", expone, aunque les explicó que "volvía a casa por Navidad después de haber estado un año trabajando de au pair". Cuando quedó todo aclarado, Paula pudo reunirse con su familia que le esperaba en el aeropuerto de Noáin con un cartel de bienvenida, globos y muchas ganas de verla. "Fue un reencuentro de película. Ver a mi familia esperando y poder darles un abrazo fue el mejor regalo de Navidad".