- Recordaremos mucho tiempo estas Navidades en Navarra, unas fiestas diferentes a todas las vividas. Han sido las Navidades de hacer lo que hay que hacer, más que lo que realmente se quiere hacer, con el único propósito de cuidarnos y entre todos y todas proteger a nuestros seres más queridos. Los cambios de planes han venido obligados por la pandemia y por el elevado nivel de riesgo que exige máxima cautela y aplicar todas las medidas de higiene, distancia y protección para tratar de evitar contagios. Este año solo había una manera de celebrar la Navidad de forma segura: celebrándola cada uno o una en su casa con la familia más cercana o de abrirse, que fuera a las personas con las que se convive de forma habitual o se consideren de alguna manera núcleos burbujas. Así, sobre el papel parece fácil pero en la práctica exige romper con la tradición y limitar los encuentros familiares. Y cuesta, aunque cuesta menos si has vivido el lado duro de la pandemia.

En Navarra las restricciones son claras: No juntarse más de diez personas en Nochebuena y Navidad y no más de dos unidades de convivencia, limitar al máximo las reuniones sociales sobre todo antes de las cenas o comidas y proteger en todo momento a las personas vulnerables. Si es posible mejor celebrar en espacios abiertos y si no lo es, en sitios cerrados que se ventilen constantemente. No quitarse la mascarilla más que para comer o beber, mantener siempre la distancia y asegurarse el lavado de manos. La logística de las familias se ha tenido que adaptar. Menos comensales en la mesa y más vídeollamadas para tratar de evitar la soledad sin que sobre la compañía. Es cierto que hay muchas ganas de verse, abrazarse, encontrarse después de tantos meses de no hacerlo, pero este año no tocaba, porque el riesgo es elevado y la incidencia del virus alta y no hay que olvidar que el coronavirus siempre está dispuesto a volver a casa, sea o no Navidad.

Jorge y Mari Carmen han pasado la Nochebuena con sus dos hijos Leyre y Ander. Decidieron hacer una celebración solo con su unidad familiar en lugar de juntarse con los padres de él y la madre de ella como otros años. El objetivo, protegerles a ellos. El suyo es un caso duro. El día 23 Jorge recibía el alta después de haber pasado la covid con una neumonía que le llevó a un ingreso domiciliario. La primera que se contagió fue la hija, estudiante de enfermería en Zaragoza y poco después dieron positivo Mari Carmen y Jorge. Ander, que acaba de regresar de Polonia donde cursa un Erasmus cree que también lo paso allí, porque perdió el olfato. "Ha sido una experiencia dura. Y lo que sacas en claro es que al virus hay que tomárselo en serio y poner todas las medidas posibles y respetar las restricciones", comenta Jorge. En su caso han sido más de dos meses de baja desde que dio positivo, por eso han querido esperar y no celebrar con el resto de la familia como hacían otros años. "Después de tanto sacrificio no podemos tirarlo todo por la borda en un día. Hay más Navidades para disfrutarlas y lo importante es que no nos falte nadie". Para poder estar los cuatro en Nochebuena, Ander tuvo que hacerse una PCR antes de coger el avión en Varsovia, por suerte dio negativo y pudo seguir el vuelo hasta Pamplona.

En el caso de Julia y Joaquín, vecinos de Zizur, también han optado por limitar los encuentros familiares. Han pasado estos días con sus dos hijos con los que viven, María y Nando, y cenaron también con el tercer hijo Nacho, su mujer Rosa y la hija de ambos, la pequeña Julia. Dos unidades familiares y menos de diez personas. El resto de la familia con la que solían pasar estos días, su madre, Gloría, su sobrino y su hermana, se quedó en Barcelona, donde residen. Una videollamada les mantuvo en contacto. "Es duro y es una pena pero es lo que hay que hacer este año. Ojalá el que viene podamos celebrarlo todos juntos".

Para Nieves Sandúa, su marido Francisco y sus dos hijos Andoni y Edurne, también ha sido un año diferente. Optaron por quedarse los cuatro solos el día de Nochebuena. Una decisión difícil para una familia acostumbrada ese día a juntarse más de 17, ya que además de la Nochebuena celebran el cumpleaños del padre de ella, Dionisio, que acaba de cumplir 83 años y que ha vivido estas fiestas junto a su mujer Nieves. "Claro que ha sido duro no juntarnos, aunque fuimos a ver a mi padre por la tarde para felicitarle. Este año no podía ser como siempre si queremos protegerles y cuidarles". Durante la cena, los cuatro conectaron con el hermano de Nieves, Jorge que reside en Barcelona.

La videollamada ha sido la manera de estar cerca para muchas familias y paliar la soledad y el vacío de no verse en persona. Las niñas Haizea, Lorea y Arhane se sentaron a la mesa sabiendo que este año sus abuelos, Miguel Echarte e Isabel Vallo, no estarían con ellas, por eso la tablet estaba encendida como un comensal más y realizaron una videollamada con ellos, para desde la distancia seguir celebrando la Nochebuena lo más cerca posible. Lo mismo hicieron con Fernando Llanos e Inmaculada Llanos, que brindaron por videollamada con el resto de la familia, ya no han podido juntarse para no superar el número de personas no convivientes permitido este año.

En casa de la familia Sarasola-Segura estas han sido unas Navidades tristes, les faltaba el faro que todos los años ponía la luz, Jesusa, la mujer de Santiago, que falleció de covid el 13 de abril, en lo más duro de la pandemia. Tenía 74 años, estaba muy bien pero se fue en apenas doce días. Cuando se contagió cuidaba de su marido, convaleciente entonces de un ictus en el hospital. El también se contagió de covid, pero por suerte no desarrolló la enfermedad, solo sintió pérdida de gusto y olfato. Por él, por seguir celebrando la vida decidieron reunirse en Nochebuena. Lo hicieron en casa de uno de sus hijos Santi con su esposa María y sus dos hijos Avril y Alejandro. Fue una celebración diferente, pero necesaria para evitar la soledad del padre. "El decía que se quedaba tranquilo en casa, pero hemos preferido estar con el. Eso sí, este año lo haremos por turnos; somos tres hermanos y otros años nos juntábamos pero esta vez haremos pequeños grupos cada familia. A mi madre le gustaba mucho la Navidad, quería siempre vernos a todos juntos, así que por ella hemos celebrado." Santi reconoce que lo que les tocó vivir fue muy duro. Era muy al principio y apenas había información. "Casi seguro que se contagiaron en el hospital, pero por suerte el resto de la familia no lo cogimos y pudimos atenderles. Cuando lo has vivido de cerca, cuando lo has pasado mal, cuando has visto lo que puede provocar el virus, no entiendes a todos los que hacen como si no fuera con ellos, desoyendo las recomendaciones y poniendo en riesgo a los demás. Cada uno tenemos que poner de nuestra parte si queremos que la pandemia quede atrás."

Así, entre pequeños encuentros, ausencias, mascarillas y videollamadas hemos vivido la Navidad Covid. Ojalá solo quede como una imagen histórica en nuestra memoria, tan histórica como la fecha de mañana, con la llegada de la vacuna contra la covid.