Aroa Elizondo Díaz, que cumplirá 4 años en agosto, es una niña de Funes que sufre atrofia muscular espinal de tipo 1 (la más grave, solo hay otro caso igual en Navarra), una enfermedad degenerativa que afecta sobre todo a las neuronas motoras, provoca una movilidad reducida y problemas en el manejo de secreciones y de la deglución. La niña hace frente a la enfermedad con un empeño diario tremendo, con terapias semanales de fisioterapia y logopedia, y con el esfuerzo de sus padres, que se han especializado en cuidados especiales propios de hospitales que no se aprenden de un día para otro.

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Lidiar en plena covid con ello resulta una tarea colosal, más aún, si Salud no les da ninguna esperanza de priorizar a su padre o madre en el plan de vacunación. Al contrario de lo que declaró el pasado miércoles la consejera Induráin, quien declaró que en Navarra estaban vacunados cuidadores y al menos un progenitor de personas de gran dependencia y con una discapacidad de al menos el 72%, Aroa es una gran dependiente, con el 73% de discapacidad y sus padres no están vacunados ni incluidos en ningún grupo próximo a serlo.

Por su edad, Jesús, de 40 años, y Tamara, de 33, ven lejana la inoculación, pero no entienden el agravio ni la falta de respuestas. “Los especialistas que atienden a Aroa, de Neumología, de Neurología y de la Unidad de Crónicos no se lo creían, no entienden cómo no podemos estar vacunados. No entramos en ningún grupo ahora mismo. Pero salimos a trabajar, a comprar y tenemos una exposición y un riesgo evidente. Llevamos a su hermano mayor (Álex, de 6 años) al colegio, Aroa también acudía hasta que hace una semana decidimos quedarnos en casa (no hay que olvidar que Funes está cerrado perimetralmente por su alta incidencia)... Por lo que hemos sabido, a padres de Pamplona y Comarca con casos similares al nuestro se les vacunó ya en enero y febrero. Quizás luego influyó el tema de AstraZeneca, que se cambiara de criterio y no se pusiera a menores de 60 años. Entendemos que es muy difícil priorizar a la población en una situación como esta si hay escasez de vacunas, pero ¿si nos contagiamos Tamara o yo quién se hace cargo de la niña? ¿Si nos hospitalizan? ¿Quién rompe la burbuja convivencial para atenderla si solo podemos reunirnos convivientes en casas? Esto no tiene sentido, es del todo incongruente”, señala incrédulo Jesús, ingeniero en la empresa Colep de San Adrián.

El matrimonio ha estado en contacto con Pediatría del área de salud de Peralta y ha enviado correos y ha hablado por teléfono con las personas que atienden Infovac, el servicio disponible para la vacunación. “Todo el mundo nos da la razón porque saben que somos prioritarios, nos dicen que deberían vacunarnos, pero nadie nos da una solución. No solo es el miedo que podamos tener por nuestra hija, que seguro que aunque pasara la covid saldría adelante tal y como se comporta el virus con los niños y tenemos de todo en casa para atenderla, desde oxígeno a respiradores. Pero el problema es que si cualquiera de nosotros nos contagiamos, somos las dos únicas personas que la podemos cuidar. Y son muchas atenciones las que requiere a lo largo del día”.