Durante más de ocho décadas han estado bajo tierra, como si se tratara de un intento de borrar su existencia. Pero la incansable lucha de sus familias y ahora también de las instituciones les ha permitido salir a la luz. Esa lucha contra el olvido ha permitido desenterrar fosas, hallar restos de fusilados e incluso identificarlos mediante el Banco de ADN del Instituto Navarro de la Memoria (INM).

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La parte técnica de esta identificación se lleva a cabo en los laboratorios de Nasertic. La empresa pública recoge por un lado toda la información facilitada por el INM procedente de la documentación, testimonios e incluso datos facilitados por los propios familiares y por otro lado, realiza los análisis y los perfiles genéticos. Hasta ahora el cotejo de las muestras se sustentaba mayormente en las hipótesis que se tenía sobre la localización de los restos.

Al tratarse de cuerpos que en ocasiones han permanecido más de ocho décadas bajo tierra, el efecto del paso del tiempo y las condiciones a las que han estado expuestas puede haber afectado directamente al estado de su ADN. En esta línea, la coordinadora de Biología Molecular de Nasertic, Mariola Elía indica que existen multitud de factores que pueden afectar a la conservación del ADN en los restos óseos, desde “el tipo de hueso, condicionantes propios del individuo fallecido, y condicionantes del sitio donde ha sido enterrado, como la temperatura, la humedad, tipo de terreno, etc. Por eso, cada caso es distinto”.

Para la identificación de restos de desaparecidos, “se tienen que analizar tanto estos restos, obtenidos de exhumaciones de fosas, simas o cementerios en distintas localizaciones, como las muestras tomadas a los familiares”, explica. Las muestras pertenecientes a las víctimas, son en su gran mayoría, piezas dentales o huesos largos (principalmente fémur), que “son los restos que teóricamente mejor van a conservar el ADN a lo largo del tiempo”, explica. Por su parte, las muestras de las familias se toman mediante hisopos de frotis bucal.

Las fases para obtener estos perfiles genéticos son la limpieza y corte, en el caso de los restos, mediante sierras y equipos con nitrógeno líquido. La extracción del ADN, a PCR o amplificación, y la lectura en secuenciadores automáticos.

MÁS DIFICULTAD CON RESTOS ÓSEOS

Aunque las fases son las mismas, según indica Elía, el trabajo con los restos óseos, “entraña muchísima más dificultad que el de las muestras de familiares, ya que el tejido óseo antiguo va a tener muy bajo o nulo contenido en ADN y es posible que esté muy degradado”. Por ello, se emplean unos procedimientos específicos para obtener los perfiles genéticos a partir de estas muestras y para amplificar cualquier resto de ADN que exista, por pequeño que sea, y en muchos casos se tienen que hacer varias repeticiones en distintas condiciones, “con el equipamiento específico más adecuado, y aplicando distintas estrategias para cada caso”.

A pesar de ello, la coordinadora de Biología Molecular de Nasertic advierte de que “es posible que los perfiles obtenidos en algunos casos sean parciales, es decir, que se obtenga información que no sea suficiente para relacionar estos restos con sus familiares”. La escasa cantidad de ADN también hace que se requieran unas condiciones más estrictas de trabajo para evitar contaminar la muestra.

El cotejo de muestras se puede realizar mediante tres estrategias. La primera es el análisis de STR Autosómicos y se trata de una combinación de 21 marcadores genéticos, distribuidos por todo el genoma, que aportan una gran capacidad de exclusión. Esta prueba se emplea con familiares directos. Cuando comparáramos un perfil de un desaparecido con el de su hijo o hija, somos capaces de asumir que estos son compatibles con un alto grado de seguridad.

En los casos que el parentesco sea menor, según aclara Elía, se utilizan otras dos estrategias como el análisis del cromosoma Y (que se va a mantener inalterable en las líneas paternas) o el análisis del ADN mitocondrial (que se va a mantener inalterable en las líneas maternas) de este modo, se puede incluir en los estudios a nietos o sobrinos.

Antes, la mayoría de estos cotejos se basaban en distintas hipótesis claras Si existían indicios de que los restos óseos encontrados en determinada fosa pertenecían a una persona concreta o se dudaba entre un grupo de personas, se comparaban estos con los familiares candidatos y se corroboraba o no la hipótesis. Por ejemplo, si una familia creía que su familiar se encontraba en una fosa, la muestra recogida a estos familiares se comparaba con los restos óseos encontrados en dicha fosa. Hoy en día por su parte, existe una herramienta informática que permite rastrear la información de todos los perfiles que se tienen y compararlos unos con otros. Este programa permite identificar a personas de las que no se tenía ninguna información.

LOS SUMARIOS

Para identificar los restos se tienen que analizar tanto los restos obtenidos de fosas o cementerios, como las muestras tomadas a familiares

El trabajo con huesos entraña más dificultad, ya que el tejido óseo antiguo tiene muy bajo contenido de ADN y puede estar muy degradado