Amaya Iriarte se contagió de covid-19 por cuidar de la única manera que ella sabe: con amor. Era marzo de 2020 y el virus entró con fuerza en la residencia Virgen de Jerusalén de Artajona, donde falleció la primera persona por coronavirus en Navarra. Por cuidarla con cariño, cuando no se sabía nada acerca de la covid-19, Amaya dio positivo.

Aquella enfermedad, que entonces se comparaba con una gripe, empezó a complicarse y Amaya tuvo que ser ingresada, al igual que su marido, que acabó pasando 40 días en la UCI. “A mi marido y a mí la pandemia nos ha arruinado la vida. Él ya no puede volver a trabajar por las secuelas y yo todavía me estoy recuperando; estos meses han sido durísimos”, recuerda.

En diciembre del año pasado, el Gobierno foral entregó la Medalla de Oro de Navarra al personal sanitario y sociosanitario por su labor en la pandemia y Amaya fue la encargada de recoger el galardón en nombre de todos sus compañeros y compañeras de profesión.

Ahora, reconoce que tiene cierto “miedo” a que se quiten de golpe todas las restricciones, aunque se alegra de que por fin la pandemia esté bajo control y se pueda ir recuperando la normalidad. “Yo quiero pasar página, aunque esa página se quede arrugada, pero hay que mirar hacia adelante. En nuestro caso, tenemos que empezar una nueva vida, porque nada volverá a ser igual”, señala. Amaya no ha vuelto a trabajar desde que se contagió en marzo de 2020, pero relata que tiene “muchísimas ganas” de volver a la residencia: “Todavía me tengo que recuperar, pero me encanta mi trabajo y espero volver pronto”.

“Quiero pasar página ya, aunque esa página se quede arrugada”

Amaya Iriarte

Trabajadora de residencia