n noches de terremoto, las calles de Lizoain y alrededores se convierten en el cuarto de estar al aire libre del pueblo entero, el refugio donde charlar del evento, calmarse a fuerza de verse con el vecindario y hablar de lo mismo y luego hacer una quiniela de la magnitud del sismo. Lidia Lizarraga, de 42 años, casi lo clava. "Yo dije que era de magnitud 4, me he quedado a punto". "A mí me pareció más flojo y pronostiqué que era de 3,6", recordó Amaia Bidador, de 38 años y vecina de toda la vida de Lizoain. Esta cenaba en la noche del lunes junto a Arturo García, de 41, y una pareja de amigos de Valencia cuando de repente sintieron el estruendo. "Aquí lo que se percibe es mucho ruido, como si se hubiera empotrado un camión contra una casa. Pegas un bote y enseguida lo identificas como un terremoto. Y, al final, las niñas se asustan como es lógico y hay que tranquilizarlas y decirles que de ahí no va a pasar, que no va a haber ningún terremoto más intenso o al menos eso pensamos. Intentas mantener la calma y esperar a que se pase", decía ayer Amaia.

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"El miedo es que empiecen otra vez, como las sacudidas tan seguidas que hubo el año pasado", añadía Arturo, quien además de observar con frecuencia la web del Instituto Geográfico Nacional para corroborar los datos de los movimientos sísmicos, también se adentró en la web de embalses para comprobar el estado del de Itoiz. "Nadie me quita de la cabeza que pueda estar relacionado y siempre ocurren episodios así con el vaciado del embalse. Ahora se da la circunstancia de que Itoiz está a un nivel muy bajo". Lidia, acostumbrada a la realidad sísmica de la zona, le retaba al periodista: "En una semana nos volvemos a ver, yo le doy ese tiempo hasta que venga otro igual de importante", decía, a la vez que indicaba que los temblores y sus réplicas procedían esta vez de la zona de Mendióroz y Uroz. "Estos venían de por allí", señalaba hacia el monte más cercano. "Lo notas cuando la tierra se mueve de un lado a otro del pueblo. Antes teníamos unos perros que ponían las orejas tiesas en cuanto percibían algo".

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Gaizka Sancho, que vive desde hace 13 años en Lizoáin, jugaba junto a su familia en el jardín de su vivienda. "Cuando oyes un ruido, ya te pones en alerta porque sabes lo que va a venir. Sí que es cierto que hacíaa tiempo que no había habido ningún terremoto, pero sabiendo lo que pasa aquí ya siempre vives con eso". A su casa habían pasado por la noche, algo nerviosos, para preguntar qué pasaba, unos turistas de Zaragoza que se alojaban en una casa rural de enfrente y que no sabían a qué respondía aquello. "Les pareció que se caía una casa o que era una explosión".

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Tres jóvenes del pueblo, Ane Lizarraga, de 19 años, Itziar Peña, de 19 y Arrate Murillo, de 15, conversaban sobre la agitada noche. "Uno no se acostumbra del todo a esto, el miedo que se caiga algo siempre está", narraba Itziar Peña, que describía que el terremoto "suena como una bomba. Luego vino el temblor y ahí ya nos tranquilizamos". "Es algo que no te lo esperas. El año pasado como hubo muchos seguidos igual estabas más acostumbrada, pero ahora, para ser el primero, ha sido fuerte", relataba Ane, que estaba cenando en el piso de arriba y escuchó un ruido "muy gordo". Itziar, que estaba viendo una serie, bajó al sofá con sus padres y de ahí a la calle. En su casa, una de las primeras al entrar al pueblo, alguna grieta del techo parece haber crecido. Luego, por la noche, a Itziar le costó conciliar el sueño. "No he pegado ojo por si acaso se repetía". Fátima Blanco, vecina de Uroz de 18 años, se había acercado a Lizoáin en bicicleta y charlaba con su amiga Haizea López, de 18 y de Urroz, a la que el sismo le pilló en Pamplona. Para Fátima el susto fue gordo: "Estaba en la cama y se me movió entera. Sonó muy fuerte y de hecho se me cayó la botella de agua. He estado toda la noche con el ojo medio abierto".

"Se me movió toda la cama y se me cayó la botella de agua. Sonó un ruido muy fuerte, como si fuera una bomba"

Vecina de Uroz de 18 años

"Le doy una semana de plazo hasta que vuelva a haber otro igual o más fuerte. Aquí siempre lo esperas"

Vecina de Lizoáin de 42 años