¿Qué diría que nos ha enseñado la pandemia?

-Pensando desde la ciencia, se han aprendido muchas cosas en distintos niveles. Se ha aprendido mucho de los coronavirus, confirmando el potencial que tienen de ser virus emergentes y de causar pandemias, y esto nos lleva a la necesidad de prepararnos mejor porque es posible que vuelvan a aparecer y es bastante realista que pueda haber otras pandemias de coronavirus. Todas las enseñanzas prácticas como mejorar la vigilancia epidemiológica, mejorar la preparación de vacunas o antivirales, y toda la investigación que ha forzado la pandemia, espero que supongan cambios que mejoren nuestra preparación.

¿Cuál es la lección que destacaría de cara a una futura pandemia?

-La vigilancia, porque más vale prevenir que actuar. En vez de reaccionar a la aparición de un virus hay que actuar antes. En la población humana, lo mismo que hay un sistema de vigilancia de gripe, que haya también de otros virus que igual que la gripe tienen en común que son respiratorios con potencial pandémico, y los coronavirus hasta ahora no se habían incluido en esa categoría. Y la otra forma es, como estos virus vienen de animales, analizar qué virus están presentes en ellos y ver el potencial que tienen para infectar células humanas. Esto entra dentro de la idea reciente de One Health (Una Salud), que tiene en cuenta que la salud humana también depende de los animales, porque muchas infecciones proceden de ahí, y también del medio ambiente. Esa visión conjunta es algo que hay que incorporar en los sistemas de vigilancia.

La covid-19 ha puesto en valor la labor investigadora, pero ¿corremos el peligro de que se nos olvide de cara a futuro?

-Es probable que sea así. Yo quiero ser optimista, y quiero pensar que, en la medida que sea, esto va a suponer un punto de inflexión. Es verdad que a los investigadores muchas veces nos preguntaban a qué te dedicas, y cuando respondías a investigación les venían preguntas como qué haces, para qué sirve... era bastante común. Y esto ha dado visibilidad a que la ciencia puede responder a problemas nuevos como éste y puede contribuir a solucionarlos, pero que no tiene una solución preparada de antes, sino que hay que crear soluciones nuevas y explorar más allá de lo conocido. Eso es lo que hace la ciencia. De hecho, la única solución para un problema como éste es la ciencia. Luego hay que tener la colaboración de la industria, los gobiernos, la sociedad... pero la ciencia es a donde todo el mundo ha mirado. Yo quiero pensar que esa idea va a permanecer. También es cierto que ha habido algunas cosas que se han incorporado como la creación de infraestructuras que refuercen el tejido científico, como laboratorios de alta seguridad donde poder trabajar con estos virus. Y esto no vale con que sea una decisión de hoy, sino que hay que dotarlo de personal especializado, y hay que mantenerlo en el tiempo. Porque lo que sí que está claro -y espero que esta idea sea de las que se recuerde- que la ciencia no se improvisa. No es flor de un día. Es algo que se construye de una forma continuada. Hemos tenido unas vacunas excelentes porque se llevaban más de 20 años investigando en ese campo. Si hubiéramos tenido que empezar a estudiarlas ahora necesitaríamos diez años para tenerlas. Las ciencias es algo que se construye poco a poco, pequeños avances que llevan a que vaya creciendo un cuerpo de conocimiento. Espero que esta idea de que los científicos valemos para algo se mantenga, y eso hay que mantenerlos son recursos, porque sin ellos, por desgracia, no se mantiene nada.

Gracias a ese trabajo previo se han desarrollado unas vacunas con gran rapidez, también por la aceleración en las gestiones para distribuirlas. ¿Hay algo que se pueda aprender también de esto?

-Muchos de los procedimientos a la hora de autorizar una vacuna o un medicamento tienen su justificación. Todos los datos que se van generando en los ensayos hay que evaluarlos con cuidado, porque hay que estar completamente seguros de que la vacuna o el medicamento es efectivo y seguro. La seguridad es fundamental. Todo esto es necesario que se haga, pero quizá todo puede mejorar, y si ahora todo ha ido más deprisa es porque se ha dotado de muchos más recursos porque la urgencia era muy grande. Ahora llega el momento de la autocrítica en todos los sentidos. ¿Por qué todo esto ha ido tan bien y tan deprisa? Porque las agencias reguladoras se han sentado con los promotores de los ensayos clínicos y les han dicho qué datos tienen que obtener y lo han ido haciéndolo en paralelo para optimizar el trabajo. Todas estas cosas que han permitido acelerar los procesos sin renunciar a la seguridad y a los requerimientos de siempre quizás habría que intentar incorporarlos. Que ese trabajo coordinado y esas colaboraciones se mantengan y nos sirvan para incorporar una mejora en el trabajo que venga después.

Desde un punto de vista más de la sociedad, una de las cosas que más hemos aprendido es la utilidad de la mascarilla, que ya hemos integrado en el día a día. La gran pregunta ahora es, ¿se debería seguir utilizando periódicamente para otras enfermedades?

-Este es uno de los pequeños aprendizajes prácticos muy importantes que tiene consecuencias. Durante todo este tiempo en el que se ha mirado con tanta minuciosidad lo que pasaba se ha visto la importancia de los aerosoles en la transmisión de este coronavirus y otros virus respiratorios como la gripe, que antes se creía que se transmitían en gotas de saliva más grandes. Los aerosoles son partículas diminutas que permanecen en el aire, y entonces en un espacio cerrado puedes contagiar incluso a gente que entra en la habitación veinte minutos después de que te hayas ido. Este conocimiento que se ha generado con una cantidad de información y de análisis que nunca antes habia habido. Y cuando uno pone medidas de precaución, ventilación, no juntarse demasiada gente, no solo baja la transmisión del coronavirus, sino también de la gripe. Siendo conscientes de que eso funciona y que son relativamente sencillas, hay que adoptarlo por lo que eso supone de protección para uno mismo y para evitar que el sistema sanitario colapse en el invierno cuando hay gripe y otras enfermedades respiratorios. Es tan sencillo y tan válido que espero que no se nos olvide.

Hablando de la gripe, ¿se intuye ya como se comportarán ambos virus juntos?

-Es difícil. La vigilancia es fundamental, y para la gripe hay sistemas de vigilancia ya establecidos. Todo va a depender de un trinomio: el virus, que cambie o no cambie; la inmunidadde los individuos y el comportamiento humano. La gripe es un virus que, a diferencia del coronavirus, cambia bastante más, y de una estación a otra sucede que la inmunidad que tenemos para el virus anterior no nos sirve para este. Entonces como el año pasado tampoco hubo gripe, la inmunidad que tengamos la tenemos frente al virus de hace dos años, por lo que ante el que pueda venir este año no sabemos cómo va a ser nuestra inmunidad de protectora. Pero el comportamiento humano va a ser fundamental. Con independencia de lo que pueda suceder, ese tercer componente que es el comportamiento humano es en el que tenemos que intervenir. El cómo vaya a ser la gripe puede depender un poco de nosotros. Lo demás es mucho más difícil de predecir.

La convivencia entre covid y gripe, con síntomas muy parecidos, puede confundir a la población sobre qué virus está sufriendo. ¿Cómo nos debemos comportar ante la aparición de síntomas?

-Es verdad que los síntomas son parecidos en las formas más leves. Lo primero, cuando una persona tiene síntomas de una infección como fiebre o tos, que no vaya a trabajar. Porque esa persona puede contagiar a otros, da igual que sea coronavirus o gripe. Hay que empezar con un autoaislamiento porque sabes que puedes causar más problemas. Después, la única forma de discriminar es haciendo un test de antígenos, que son muy efectivos. Entonces, hay que ponerse en contacto con el centro de salud y hacer un test que discrimine la enfermedad. Pero ante la duda, si uno tiene síntomas, no salir.

Volviendo al covid, ¿cuál es el principal reto ahora?

-Uno de los mayores desafíos que tenemos es ver el problema como un problema pandémico y no algo local. El virus sigue causando muchas muertes y muchas infecciones fuera, entonces no vamos a estar protegidos hasta que todo el mundo esté protegido. La vacunación universal es un gran desafío y un gran compromiso al que hay que mirar. El otro es que aquí ahora estamos viviendo una luna de miel, pero no sabemos muy bien cuál va a ser la evolución de la inmunidad. Hay que seguir muy vigilantes. Tenemos como referencia que la inmunidad se mantiene bastante bien, pero no sabemos por cuánto tiempo. Mientras haya virus circulando, si la inmunidad va bajando empezamos a abrir la puerta a que el virus vaya causando infecciones. La vigilancia del estado inmunitario de la población para comprobar si nos reinfectamos o si es necesario otra dosis hay que tenerlo presente. Y mientras haya virus todos los que no se han vacunado se pueden infectar, y los vacunados podemos pertenecer a ese porcentaje pequeño en el que la vacuna no ha funcionado. No debemos sentirnos absolutamente inmunes porque no tenemos la certeza de que cada uno de nosotros esté protegido. Mientras el virus se mueve puede cambiar, y si cambia supone un mayor riesgo de que la inmunidad previa no lo reconozca como antes. No podemos bajar completamente la guardia.