Amaia Eraso, graduada en Educación Infantil por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), ha desarrollado para su trabajo de fin de grado un protocolo de intervención para trabajar la estimulación multisensorial en las escuelas.

Eraso comenzó a plantearse este proyecto mientras realizaba prácticas escolares en la especialidad de Pedagogía terapéutica en la ikastola Amaiur. Su tutora, Leire Lareki, le habló sobre la estimulación multisensorial, le facilitó un artículo sobre el tema y le hizo saber de una alumna de cuatro años de la ikastola Amaiur con problemas cognitivos con quien podría aplicarse este sistema pedagógico. “Conforme investigaba, me empecé a interesar por la estimulación multisensorial y Leire me propuso hacer el TFG sobre ello. Entonces se lo comenté a su tutor de la UPNA, Fernando Trébol, quien le dio el visto bueno”, explica. Primero diseñó “el marco teórico” y recabó información “procedente sobre todo de artículos y libros”.

La alumna cuenta que “la estimulación multisensorial se remonta aproximadamente a la década de los 70, cuando se comenzó a plantear el uso de paneles y otras instalaciones”. “Realmente siempre estamos estimulando los sentidos, pero no se ha trabajado tanto en estimular varios sentidos a la vez con fines pedagógicos”, añade. Ella dice que “las aulas multisensorales tampoco se usan con mucha frecuencia, pero se ve cada vez más sobre todo en educación especial”. Sin embargo, en su opinión, “podría avanzarse más en ello, porque un espacio donde se estimulen los sentidos es algo que beneficia a todo el mundo; no sólo a quienes tienen alguna carencia de los sentidos sino a los demás también porque todos tenemos diferentes facultades. Te puede ayudar a concentrarte, relajarte...”.

Funcionamiento

La graduada en Educación Infantil continúa explicando el funcionamiento de este sistema pedagógico: “Hay un rincón de relajación al principio de la actividad donde se explica a la persona qué va a hacer y de qué manera, lo cual les da seguridad”. Luego hay “diferentes espacios que normalmente se dividen según el sentido que se trabaja en cada uno”. Aun así, “todos los espacios están relacionados entre ellos”. Para ello “hay muchos materiales y la tecnología está cada vez más avanzada”. La persona puede “usar el aula de forma guiada o se puede preparar el espacio con anterioridad para que la persona experimente libremente, bajo supervisión, con las actividades que más le apetezcan en ese momento”.

Según cuenta Eraso, las salas multisensoriales pueden ser muy amplias y estar muy desarrolladas. Pueden tener música; paraguas en los que entran, salen y les tocan las cintas; colores para trabajar la vista; se pueden leer libros; poner diferentes sonidos; paneles luminosos en los que se enciende una luz y tienes que tocarla; paneles táctiles con artilugios como cerrojos y cremalleras para abrir y cerrar, materiales ásperos o suaves... También se trabaja a veces en piscinas: la microcooperativa Txiribuelta coloca en ellas luces artificiales, telas... en ambientes sin mucha iluminación natural.

Pasos

Lo más novedoso del proyecto es que se ha creado “sobre todo un protocolo de actuación, que incluye los pasos a seguir desde el principio hasta el fin del curso, porque si usas un aula multisensorial con un alumno específico igual no sabes por donde empezar”. El primer paso es “la reunión de departamento, donde se juntan el orientador, el pedagogo terapéutico, un logopeda, tutores... y deciden qué van a hacer ese año”. Después “se comunica a la familia las pruebas que su niño va a pasar y qué actuación se va a llevar a cabo en ese curso”. El siguiente paso consiste en “evaluar el estado en el que se encuentra el menor, qué rasgos hay que potenciar, cuáles son los objetivos y contenidos que se van a trabajar...”. Finalmente “hay una evaluación después de cada trimestre y otra a final de curso”. Todo esto ha sido descrito por Eraso en su Trabajo de Fin de Grado.

La alumna añade que ha intentado “utilizar materiales del día a día, de encontrar por casa, para que al alumno le sean familiares y se puedan adaptar mejor a los recursos económicos y físicos con los que suele contar una escuela pública”.

Por ejemplo, la niña con la que trabajó en Amaiur “aún no ha desarrollado el habla”, así que para facilitar la comunicación se crearon “unos pictogramas además de recursos auditivos (como cascabeles) y táctiles (como cintas), para que le transmitiesen información a través de los sentidos”.

Por último, la joven graduada ha diseñado “una aplicación que incluye diferentes juegos”. En uno de ellos “el alumno hace click en una pelota que sale, se va moviendo y conforme pega las paredes suena”. En otro “salen los nombres de sus familiares y al pinchar escucha su voz, mientras que en otro salen animales y al pulsar en ellos hacen sus sonidos característicos”.

Bola de luces instalada en el espacio multisensorial. Foto: UPNA

Resultados

Amaia dice que “la evaluación es positiva” y que esta alumna de Infantil “va más a menudo con otros compañeros en el aula, lo que hace pensar que interactúa mejor con su entorno y lo conoce y que vive con mayor seguridad”. “Tanto la familia como la comunidad educativa están agradecidos y creen que la experiencia le ha venido bien, pero hay que esperar hasta final de curso para hacer una evaluación definitiva”, añade.

La alumna explica que “la estimulación multisensorial tiene múltiples beneficios; por ejemplo, ayuda mucho a la atención y la concentración”. Ella comenta que “había alumnos muy movidos que al entrar en el aula multisensorial se centraban en la actividad que estaban realizando”.

Según Eraso, su objetivo final es “integrar el espacio multisensorial en el mismo aula, por ejemplo en un rincón de la clase”. Sin embargo, ella advierte de que “en un espacio multisensorial inserto en la clase el profesor a lo mejor no puede estar disponible en todo momento, por lo que habría que pensar en maneras de enmendar eso”. Pese a todo, la autora de este proyecto pedagógico insiste en que “es un sistema que se puede desarrollar muchísimo más y se puede adaptar a lo que cada cual más necesite”.