na antigua pasión, la de estudiar los fenómenos naturales a nivel atómico y subatómico, fue la chispa que llevó a Ana Asenjo García, pamplonesa de 35 años, a terminar trabajando como investigadora y docente en la Universidad de Columbia, Nueva York. Tras doctorarse en Física por la Universidad Complutense de Madrid en 2014, una Beca Marie Curie le permitió continuar con su posdoctorado en el Instituto de Tecnología de California o Caltech.

Desde que lo concluyó en 2018 ha ejercido como docente e investigadora en Columbia. Este año, para poder continuar con su labor científica, recibió una beca de la Fundación David y Lucile Packard. Las becas de este programa, que comenzó en 1988, se encuentran entre las becas no gubernamentales más importantes de Estados Unidos y están diseñadas para permitir la máxima flexibilidad en la forma en que se utilizan los fondos.

La especialidad de Asenjo es la óptica cuántica; es decir, "cómo la luz interactúa con la materia en forma de átomos o pequeños grupos de átomos", según explica. Y es que, tal y como expone la pamplonesa, cuanto mayor es el número de partículas, más difícil es predecir cómo será su comportamiento, lo cual añade un plus de dificultad a su trabajo. La doctorada en Física afirma que su investigación tiene un gran número de aplicaciones, entre ellas "en metrología, para medir de manera más precisa el tiempo gracias a la creación de mejores relojes de precisión (a partir de ahí se pueden medir otros elementos, como la gravedad, cuándo puede estallar un volcán o la expansión del universo); la creación de nuevos tipos de luz, por ejemplo a modo de láseres; aplicaciones para desarrollar información cuántica o la computación cuántica". Esta última sirve para multiplicar la capacidad de los ordenadores actuales. En cualquier caso, posiblemente la mayor utilidad de los estudios de Asenjo sea la de poder averiguar el funcionamiento de la naturaleza y del universo físico en sus escalas más reducidas, básicas y fundamentales.

Asenjo, que estudió en el colegio Iturrama y en el instituto Basoko, explicó que "en Estados Unidos es mucho más fácil empezar a investigar de forma independiente, mientras que en España hay más obstáculos para que los jóvenes se desarrollen profesionalmente; por ejemplo, por la falta de plazas". Ella cree que esto podría deberse, al menos en parte, a una diferencia cultural, a la preponderancia que tiene en el país norteamericano una mentalidad, bautizada a veces como do or die (hacer o morir) o swim or sink (nadar o hundirse), que fomenta mucho más el emprendimiento, la iniciativa individual y la actividad. Asimismo, hay más apoyo financiero a la investigación, proveniente de las universidades (para crear start-ups, por poner un ejemplo), entidades privadas (como la Fundación Packard, que ha nombrado becaria a Asenjo este año) o la Fundación Nacional de Ciencias, una agencia del gobierno federal.

Todo ello no significa que no haya inconvenientes: "Aquí es más caro contratar a doctorandos" apunta Asenjo. A su vez, la idiosincrasia típicamente americana del do or die "genera un ambiente más competitivo", lo cual, por un lado, "ayuda a espabilar, a mantener el dinamismo, trae más sorpresas y a veces hace más interesante el trabajo", pero por otro, "puede llegar a provocar estrés".

Por otra parte, la investigadora tiene dudas sobre su futuro. Desconoce si regresará algún día a su Navarra natal, ya que se encuentra plenamente asentada en la universidad neoyorquina y, además, es difícil encontrar un lugar que al mismo tiempo la favorezca a ella y a su marido, otro español al que conoció en la Complutense.

La llegada del coronavirus fue recibida "al principio con incertidumbre", puesto que la situación se complicó, llegando a veces a haber "desabastecimiento de productos". Pero al mismo tiempo, como no hubo restricciones de movilidad, el poder salir a la calle permitió a Asenjo despejar la mente y evitar el perjuicio físico y psicológico de estar demasiado tiempo encerrado entre cuatro paredes a espaldas del aire libre.

Primero se recurrió al teletrabajo y, más adelante, a clases semipresenciales con 10 alumnos en el aula, con el resto de estudiantes siguiendo la sesión por remoto. Ahora se ha vuelto a las clases presenciales con mascarilla.

En estos primeros días de diciembre la doctorada está asistiendo a una conferencia científica en Aspen, Colorado, "la primera desde el inicio de la pandemia", lo cual le genera especial emoción porque "las conferencias están entre las actividades más interesantes para un investigador".

Asenjo afirma asimismo que se siente "afortunada" porque nadie en su entorno "ha perdido su trabajo ni lo ha pasado mal con la covid (aunque algunos se hayan contagiado)", se les vacunó pronto por tratarse de profesionales universitarios, porque "en la Universidad no se puede entrar si no se está vacunado" y, en definitiva, el ambiente en el que se mueve es bastante seguro.

"En Estados Unidos es mucho más fácil empezar

a investigar

de forma independiente"

Física pamplonesa en la Univ. Columbia