Justo el día en el que iban a comenzar las celebraciones por el cierre definitivo del bar, el río volvió a inundar el bar Arga. "Justo ayer iban a empezar los actos", decía Nekane Garmendia, propietaria del local y una institución de la hostelería de la Rochapea.

Diciembre del 2021 iba a ser el mes en el que el bar empezara a decir adiós a sus amigos, vecinos y clientes, pero en lugar de abrazos y despedidas les tocó de nuevo calzarse las botas, remangarse y empezar a limpiar. "Estoy muy acompañada, la familia y muchos amigos han venido a ayudar", expresaba Garmendia con una vista en el teléfono móvil, esperando la llamada de un perito, y otra en su nieta que reclamaba su atención.

"Es muy duro, hemos vuelto a perder todo", expresaba Garmendia, pero con su mirada positiva completaba "el río ha entrado igual que en 2013, pero nosotros lo estamos haciendo mejor. Entonces, quienes se encargaron de las tareas de limpieza fueron los operarios de una empresa, este sábado decenas de amigos y familiares hacían el mismo trabajo. Ayer a las 16.30 horas, los colectivos sociales del barrio hicieron una convocatoria por redes sociales llamando a un auzolan en el bar Arga.

En las paredes del local, el mural pintado tras la anterior riada era el principal recuerdo de aquel momento oscuro. La familia del bar Arga y el vecindario de la rochapea han dado una nueva muestra de la red de solidaridad y apoyo mutuo que pervive en el barrio.

El futuro del bar Arga aborda ahora una nueva situación, afirmaba Garmendia. Primero tendrán que valorar la respuesta que reciban por parte de los seguros y consorcios, y luego valorar las posibilidades que existan en ese momento. "Hoy un vecino que es txistulari me ha dicho que tenemos que hacer un cierre como merece", recoge Garmendia buscando de nuevo un aliciente de positividad a la situación que afrontan.