os vecinos de Martiket, en Villava/Atarrabia, se vieron obligados a abandonar sus hogares cuando la riada del pasado viernes inundó sus casas, dejándoles sin electricidad y sin un lugar donde dormir. El Hotel Villava abrió sus puertas a estas personas que en cuestión de horas habían perdido todo lo que tenían, facilitándoles habitaciones comunicadas, colchones que tenían guardados para reponer, mantas, servicio gratuito de lavandería para lavar sus ropas y aparcamiento en el garaje del establecimiento. El hotel acogió a los vecinos de la mejor forma posible, improvisando un hogar temporal para aquellos que lo necesitaran en esta situación tan difícil. "Estas semanas suelen ser tranquilas, porque después del puente cerramos, pero nos ha venido esto de golpe y estamos sin parar", contó el jefe de cocina del hotel. "No nos esperábamos este golpe de tanta gente; no tienen nada allí abajo: sin luz, sin agua, sin electricidad... No pueden hacer nada en casa, ni siquiera dormir", continuó, mencionando que la lavandería había permaneció toda la tarde del sábado funcionando para adecentar las ropas llenas de barro de los vecinos.

El recepcionista del hotel, Rubén, relató que una mujer hasta había dejado sus zapatillas mojadas en la recepción: "Me ha dejado aquí hasta las zapatillas, que estuve secando ayer con el secador. Esta mañana se ha puesto muy contenta, ¡por unas zapatillas! Estuvimos con la estufa toda la tarde, porque estaban chirriadas, y esta mañana cuando ha bajado casi se emociona y llora por unas zapatillas secas".

Ante esta actuación solidaria que brindó ayuda y apoyo a quien lo necesitara, el sentir de los vecinos de Martiket fue de profundo agradecimiento hacia el Ayuntamiento de Villava, el personal del hotel y el vecindario. En la mañana del domingo, mientras limpiaban sus casas ayudados por familiares y voluntarios, las emociones estaban todavía a flor de piel. Nelia Hualde, del número 20, explicó que habían abandonado el hotel esa misma mañana, debido a que ya contaban de nuevo con calefacción en su casa. "En primer lugar, agradecerle al Ayuntamiento de Villava el habernos brindado el hotel, esa idea me ha parecido maravillosa. El viernes estuve toda la noche sacando agua hasta las 6 de la mañana, todo el día sin luz, gas, calefacción... Y llegué al hotel, me di una ducha, cené y dormí caliente; a mí eso me dio la vida, y creo que al resto de vecinos también. Estamos muy agradecidos", explicó. También quiso subrayar el trato recibido en el hotel: "Tanto de los trabajadores como de los dueños, también se agradece el calor y la preocupación. Nos preguntaban, nos daban ánimos...". Y reconoció la ayuda recibida por parte de los vecinos y el auzolan organizado en la localidad.

María Jesús Requetibate, también afectada por la riada en el número 35 junto con su familia, se mostró animada y de buen humor ante lo sucedido, a pesar de lamentar algunas pérdidas: "A lo mejor te emocionas con cosas tontas; yo he perdido todos los libros, que tenía aquí empaquetados para llevármelos. Ahí está tu vida. Los muebles y otras cosas se pueden reponer, si una puerta se cae se pone otra, pero las fotos, los libros... son cosas más cercanas. Eso es lo que me duele". Sin embargo, se mostró optimista y dispuesta a ofrecer una sonrisa. Habló del hotel con agradecimiento, opinando que el Ayuntamiento respondió "muy rápido" y de forma adecuada: una iniciativa que le pareció "buenísima", teniendo "empatía" con los vecinos. "En el hotel nos han tratado muy bien, estamos muy contentos", contó. "La dueña se acerca a las mesas y nos pregunta a nivel personal cómo estamos, nos anima... Un trato exquisito, se agradece" y añade: "La casa es otra historia. Nosotros, de todas formas, somos bastante animados, para qué nos vamos a deprimir", concluyó, restando importancia a las cosas materiales y expresando que "a todo hay que darle la vuelta".

Otro de los vecinos, del número 21, comentó que la idea del hotel había sido una decisión muy acertada. "Ha sido un detallazo del Ayuntamiento. Se han portado de maravilla. Nosotros estaremos hasta que nos pongan la calefacción, seguramente mañana. No podemos estar aquí a cuatro grados con la humedad que hay y sin calefacción", relató Miguel Ángel Martínez, mientras vaciaba el agua que se le había metido en el garaje. "Nosotros nos quedamos en la planta alta ocho horas. Tenía un sistema de barreras y la casa estaba vacía, porque las compuertas funcionaron perfectamente, pero cuando el río empezó a subir y se quedó aquí nueve horas en lugar de bajar como de normal, se me inundó la casa por dentro, empezó a salir agua por el váter y, como se mantuvo, llegó a 50 centímetros dentro de casa".

Al igual que estos vecinos, la calle Martiket estaba llena de personas que habían sufrido el alcance de la riada y dedicaron el domingo a limpiar y recoger. Otra de las casas de la misma calle había sido comprada apenas un año antes y fue reformada entera; ahora toca repararla de nuevo.

Martínez destacó que se sentía muy "quemado" y "desilusionado" debido a las gestiones y a la respuesta recibida por parte del Gobierno: "No hemos venido aquí de okupas a montar unas chabolas y ahora quiero que me las legalicen; es el Estado el que dice que aquí se puede construir. Además, no te dejan subir más las casas, esto tiene un máximo de un metro. Te están garantizando que puedes construir". Manifestó su enfado por las pocas medidas tomadas respecto al problema de las inundaciones, que son un problema recurrente en esa y otras zonas de la localidad. "Nos dijeron que esto ocurre cada 100 años. En ocho años hemos tenido tres. En esta casa, en 28 años, he tenido diez inundaciones. Y aún seguirán diciendo que son riadas extraordinarias".

"Llegué al hotel, me di una ducha, cené y dormí caliente. A mí eso me dio la vida"

Vecina de Martiket

"Ha sido una decisión muy acertada del Ayuntamiento y se han portado de maravilla"

Vecino de Martiket

"En el hotel nos han tratado muy bien, estamos muy contentos. Un trato exquisito"

Vecina de Martiket