¿Qué supone para el Aula

-Lo primero, supone que se han graduado unas 1.100 personas. Alumnos y alumnas que son una gran tarjeta de presentación de la Universidad frente a la sociedad. Las Aulas de la Experiencia son devoluciones a la sociedad de la inversión que la propia sociedad hace a la universidad a través de impuestos. Todos los años tenemos en el cupo de entrada -que es de 75 alumnos- más del doble de demanda. Eso quiere decir que el producto tiene éxito, incluso después de la pandemia. Hemos conseguido fidelizar o vincular a la gente con el título. El Aula tiene un componente de relación social, de interacción entre el alumnado muy importante. Conocer gente, hacer redes, apoyarse, fomentar otros intereses externos a lo académico como culturales o de viaje, etcétera. Eso se ha mantenido y todas las ediciones hay actividades que organizan los propios alumnos.

¿Cómo ha afectado la pandemia?

-Tomé la dirección del Aula de la Experiencia en el curso 19-20 después de casi 15 años como profesor. Yo lo asumo encantado porque es un proyecto ya hecho, rodado y aparentemente sencillo de gestionar. Pero en marzo llegó la pandemia, que ha sido una auténtica piedra de toque. Son grupos muy numerosos, de unos 75 alumnos, y son una población de riesgo. Ese semestre se paró la docencia y el curso 20-21 no hubo matriculación de nuevos estudiantes, pero se mantuvo el contacto de forma telemática con el alumnado de 2º, 3º y 4º. De los 300 alumnos que son más o menos los cuatro cursos, tuvimos picos de 70 personas asistiendo a los cursos online. En marzo de 2021 retomamos la docencia que había sido suspendida en 2020 de manera online. Afortunadamente, este curso ya lo estamos haciendo con presencialidad y normal. Hemos tenido que ir abordando diferentes escenarios, pero la comunicación y la corresponsabilidad han sido muy notorias. Nos daba un poco de miedo que, al abrir el nuevo ingreso para los de primero en el 2020-21, la gente se hubiera olvidado un poco del Aula de la Experiencia. Sin embargo, hemos vuelto a tener más demanda que oferta.

¿Han planteado ampliar las plazas para los próximos años?

-Tenemos el reto de articular una demanda que va a ser creciente. Ya tenemos gente que se acerca a la oficina para preguntar por la matrícula y el runrún ha vuelto con esa fuerza que tenía antes. La Universidad tiene que asumir este aprendizaje a lo largo de la vida como una contribución a la sociedad. Tenemos que ponerle un poco de imaginación y encontrar elementos complementarios. De cara al futuro, tenemos varias líneas de avance. Por ejemplo, queremos introducir optatividad, asignaturas en euskera y nuevos temas de genómica y del mundo de la salud que algunos alumnos nos han pedido. Aunque el título es básicamente humanista y social, ya tenemos temas de Biología, Historia de la Ciencia o Tecnología y creemos que debemos introducir más asignaturas de divulgación científica. Luego, hay que trabajar en su normalización administrativa para que sea una tercera pata de la universidad junto a los Grados y los Másteres. Y también para una normalización académica en un aspecto más físico. Desde este año, hemos conseguido que todos los cursos estén en el Aulario. En ese sentido, queremos fomentar las relaciones intergeneracionales. Hemos tenido alguna experiencia muy positiva en la que hemos mezclado a alumnos del Aula con alumnos de Grado.

¿Qué tipo de personas van al Aula?

-Es gente muy activa, muy implicada, cada vez con más capacitación educativa y muy feminizada. La feminización ha sido una constante desde el inicio y tiene mucha lógica porque las mujeres tienen un mayor ansia de capacitación y conocimiento e incluso de articulación en redes. Es una forma de envejecimiento muy activo. Gente con muchas ganas de aprender, con una mente muy abierta y como esponjas.