La gran pregunta que se hacen muchos analistas franceses a escasos días de la primera vuelta de las presidenciales francesas (vídeo: las claves de las elecciones, en cuatro minutos) mira en realidad al 24 de abril: ¿puede Marine Le Pen ser la próxima presidenta de la República francesa?

A la vista de los sondeos, Emmanuel Macron tiene ventaja, aunque ni de lejos la de 66%-33% de la segunda vuelta de 2017. Las últimas encuestas apuntan a un 53%-47%, a lo sumo 55%-45%, lo que inquieta en el partido de Macron.

Una posibilidad no tan temida en la sociedad francesa. O lo hace mucho menos que en 2002, cuando la entrada de Jean Marie Le Pen en la segunda vuelta fue un shock, o en 2017, ya con Marine Le Pen.

La operación de cambio de imagen que ha llevado a cabo Marine Le Pen está siendo un éxito. Si en 2017 generaba rechazo en el 62% de los electores, hoy la cifra baja al 50%. Hay menos miedo a Le Pen, una circunstancia a la que Eric Zemmour, un candidato aún más extremista, ha contribuido de manera indirecta y ha ayudado, digámoslo así, a centrar a Le Pen, a que parezca moderada.

Ni siquiera se puede decir que la invasión de Ucrania haya perjudicado a Marine Le Pen, una candidata bien próxima al Kremlin. Se opuso a la invasión en los primeros días, guardó silencio y no ha vuelto a hablar del tema, aunque otros candidatos y la prensa se lo recuerdan una y otra vez.

Marcada por la mala experiencia de la campaña de 2017, cuando Emmanuel Macron la noqueó en el cuerpo a cuerpo, ella se empeña en salvar la imagen de proximidad que ha desarrollado en los últimos meses y prepara a conciencia el presumible cara a cara de la semana que viene.

La aspirante al Elíseo, que pensando en la segunda vuelta ya hace guiños a los votantes de Zemmour pero también del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, habla de los problemas de la gente y cualquier discurso contra Le Pen en clave de que viene el lobo, como en 2002 o 2017, está quedando neutralizado, atrancado. Ya no vale el que viene el lobo ante este tipo de partidos cuando la sociedad tiene problemas para pagar su vida por la inflación. Y es un buen aviso a navegantes para otros países europeos que se enfrentan a problemas similares.

¿Está Francia en condiciones de reaccionar como reaccionó en las segundas vueltas de 2002 y 2017, y articular el famoso frente republicano contra Le Pen? Los próximos días arrojarán más luz al respecto, pero el mero hecho de que la pregunta de si Marine Le Pen puede convertirse en la próxima presidenta de Francia sobrevuele la campaña ya es un éxito para la candidata.