Con apenas 20 años, Andrea Elso afronta su primera temporada como jugadora profesional del Osés Construcción Ardoi en la Liga F Challenger, después de haber debutado ya el curso pasado en la Liga F Endesa. La navarra, formada en Mutilva, representa una generación de talento que pisa fuerte en el baloncesto femenino en Navarra. Con humildad, claridad y ambición habla de su camino, de las dificultades, del aprendizaje y de lo que significa intentar hacerse un hueco en el alto nivel.

PREGUNTA: Este es su primer año como jugadora oficial de la plantilla del primer equipo. ¿Cómo lo está viviendo? 

RESPUESTA: Lo estoy viviendo con muchísima ilusión. El año pasado ya hablé con Juancho y él me transmitió su intención de que este año formara parte del primer equipo. Eso me dio mucha tranquilidad desde el principio, porque sabía que iba a tener un rol más claro y que podría vivir toda la experiencia desde dentro, no solo en momentos puntuales. El grupo me ha acogido bien, me siento muy cómoda con mis compañeras tanto dentro como fuera de la pista y estoy aprendiendo mucho de todas ellas, del cuerpo técnico y de lo que significa la exigencia real del día a día en un equipo de este nivel. Para mí está siendo un privilegio.

P: El año pasado alternaba estudios y dos equipos. ¿Cómo era ese ritmo?

R: Era una auténtica locura, la verdad. Entrenaba por las mañanas para ayudar al primer equipo en cuanto había una baja, porque hacía falta completar entrenamientos de cinco contra cinco. Luego tenía Mutilva, que era con quien jugaba los fines de semana. Pasaba de un sistema a otro, de un rol a otro, de un estilo de juego a otro, y todo eso mientras intentaba seguir el ritmo académico. Había días en los que no llegaba a todo, pero aun así intentaba dar lo máximo en cada entrenamiento. Fue un año de muchísimo aprendizaje.

P: Y al final ese esfuerzo se vio recompensado con el debut en la Liga F Endesa. ¿Cómo lo vivió?

R: Fue una mezcla muy fuerte de nervios y orgullo. Soy una persona que se pone muy nerviosa, pero tenía la sensación de estar haciendo las cosas bien y de que ese momento me lo había ganado. Cuando entré a pista fue como desconectar de todo y pensar: “Estás aquí porque te lo mereces”. Debutar contra Girona, un equipo de tanto nivel, fue increíble. Y luego ver la reacción de mi familia y de mis amigos, para mí fue un chute de energía y la confirmación de que todo el esfuerzo tiene sentido.

P: Muchos deportistas llegan a la edad de los 15 o 16 años y deciden dejar el deporte. ¿Cómo hace para seguir con las misma motivación?

R: Es un proceso. Cada vez que doy un paso adelante, cada pequeña recompensa —unos minutos más, un partido importante, un entrenamiento bueno— me hace pensar que vale la pena seguir. El deporte tiene momentos complicados, pero las cosas buenas son tan fuertes que te enganchan. Se trata de un camino, de seguir trabajando, seguir mejorando, y que lo que tenga que llegar, que llegue.

P: Supongo que también habrá vivido momentos duros...

R: Sí, sin duda. Estos últimos dos o tres años ha habido momentos en los que no me sentía yo, en los que notaba que estaba estancada. A veces por falta de confianza, otras porque no encajas del todo en la forma de jugar de un entrenador. Son etapas complicadas porque te cuestionas mucho. Pero también creo que forman parte del proceso de cualquier deportista. Estoy aprendiendo a recuperar la tranquilidad, a confiar en mis capacidades y a no compararme tanto. 

P: ¿Cómo nota la diferencia entre la dinámica del año pasado y la de este? 

R: La estabilidad. Este año siento que formo parte de un proyecto concreto. Tengo un solo equipo, un solo ritmo de entrenamientos, un rol definido y eso me da muchísima calma. Ya no tengo que cambiar chip cada dos horas, ni adaptarme a sistemas diferentes. Ahora sé lo que se espera de mí, y puedo trabajar con más claridad para mejorar esas cosas. Es justo lo que necesitaba.

P: ¿Cuál es su rol dentro del equipo esta temporada?

R: Yo soy base, aunque también puedo jugar de escolta. Sé que tengo por delante a jugadoras con mucha experiencia y que mi rol no es el de base titular, pero eso no significa que no pueda aportar. Tengo energía, defensa, lectura de juego, puedo salir desde el banquillo y cambiar el ritmo del partido. Lo importante es estar preparada cuando llegue el momento.

P: ¿Cómo es jugar junto a María Asurmendi?

R: Es un lujo. Es una compañera que me ha dado mucha confianza, que me apoya en todo momento y en los entrenamientos me da esa calma y tranquilidad que yo no tengo. María es una jugadora con experiencia y ve algo en mí que me hace sentirme cómoda.

P: ¿Entrenar con jugadoras de tanto nivel le ha hecho evolucionar como jugadora?

R: Muchísimo. El cambio físico y de ritmo es muy grande. No puedes desconectar ni un segundo porque un pequeño error se convierte en puntos en contra. Eso te obliga a estar concentrada, al cien por cien y sin caer en una tensión excesiva. Para competir a este nivel, o estás dentro o estás fuera. No hay término medio.

P: ¿Qué cree que debe mejorar? 

R: Quiero transmitirme y transmitir más tranquilidad. Como base, sé que muchas veces soy yo quien tiene que controlar el ritmo del equipo, pero cuando los nervios aparecen me cuesta. También quiero mejorar mis lecturas, elegir mejor las decisiones en función del momento del partido y jugar más desde la calma. Cuando consiga tener ese equilibrio, creo que podré mostrar mejor todo lo que tengo dentro. Hay veces que tengo tantas ganas de hacerlo bien, que me olvido de ser yo misma.

P: ¿Qué objetivos personales se marca? 

R: A corto plazo, consolidarme, jugar minutos todos los partidos, hacerlo bien, ser correcta, aportar en el equipo. A largo plazo, claro que me encantaría volver a jugar en Liga F Endesa. Es un sueño. Pero también valoro muchísimo estar en casa, formar parte de un proyecto navarro y sentirme identificada con él. Ojalá crecer aquí, y, si algún día tengo que dar un salto, que sea porque de verdad hay una oportunidad que lo merece.

P: ¿Qué aprendizaje se lleva de este año en el primer equipo?

 R: Paciencia, perspectiva y mucha humildad. Hay partidos en los que no juego ni un minuto, y aun así al lunes siguiente tengo que estar con una sonrisa, dando el cien por cien. Eso es duro, pero también te enseña a valorar el proceso y a confiar en que, si sigues trabajando, llegará tu momento. Creo que este año me está ayudando a madurar muchísimo.