El nombre de Carlos Chocarro Gorráiz es historia ya de Anaitasuna, pero también del balonmano navarro. A sus 37 años, el capitán del Helvetia ha dejado las pistas. Esas en las que empezó a jugar con 16 años en el Lagunak, de portero, después de probar suerte infructuosamente con el fútbol y la pelota. Posteriormente dio el salto al club pamplonés, donde ha permanecido 19 años en los que le ha dado tiempo a ascender a la máxima categoría, a jugar tres veces en Europa y a proclamarse subcampeón de la Copa del Rey en casa. Pero, ante todo, un tiempo que le ha permitido crecer como jugador y como persona, dejando un legado insustituible, como lo corrobora esa camiseta con el número 17 que, en lo alto de La Catedral, recordará el paso de un deportista con carisma, muy competitivo y con mucha personalidad. A Chocarro, preparador físico de profesión, le toca ahora volcarse en su trabajo en Dupla Entrenamiento y, sobre todo, en su hijo Enar de 9 meses y en su pareja, la exjugadora de balonmano Silvia Lima.

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La trayectoria de Chocarro, en imágenes DIARIO DE NOTICIAS

¿Cómo están siendo estos días de adaptación a su nueva vida?

–La verdad es que no me ha dado mucho tiempo a situarme. Entre asuntos personales y que junio es un mes en el que tenemos bastante jaleo en el trabajo, tampoco me he dado mucha cuenta. Parece un final de temporada habitual, como los que he tenido en los últimos años, sólo que ya no estoy en el grupo de WhatsApp del equipo, por ejemplo. Supongo que lo notaré más cuando empiece la pretemporada y no tenga que estar pensando en el inicio. Mi sentimiento es de tranquilidad y un poco de vacío. Por el trabajo realizado y porque acabó bien, ya que se nos había complicado mucho al final. Y súper realizado por todo lo que pasó el último día en Anaitasuna y todas las muestras de cariño que recibí.

Habla de esa pretemporada que llegará y en la que usted no estará. ¿Le ha dado muchas vueltas a ese momento?

–No le he dado muchas vueltas. Soy una persona a la que le encanta el balonmano y le encanta competir, estar en un vestuario, y sé que lo que voy a echar de menos. Seguro que habrá momentos en los que piense que esto ya ha pasado y no va a volver, pero ahora mismo me puede más ese sentimiento de vacío en dos sentidos: me llegó la hora en la que decir que se acabó; y también ser consciente de que he hecho lo que debía y me siento bien por ello.

Han sido más de 20 años dedicado al balonmano y en las últimas temporadas incluso ha rozado un gran momento de juego y físico. ¿Por qué lo deja ahora?

–Llega un momento en el que tu cabeza te dice que estás llegando al final. Yo siempre había pensado que no iba a alargar tanto la carrera, pero he estado tan a gusto y sintiéndome tan bien, sobre todo los últimos años, que me daba un poco de pena dejarlo. Sin embargo este año, sobre todo en esta segunda vuelta, me he notado que a la mínima que tenía un problema físico me costaba mucho volver. Me estaba notando un poco de bajón físico y sobre todo ha sido un aspecto mental. Mi día a día era terriblemente duro, física y mentalmente, y llega un momento en el que dices que hasta aquí. He hecho lo que tenía que hacer, he disfrutado un montón y creo que ya era el momento de dejarlo.

¿Le resultó duro tomar la decisión?

–Sí. Está claro que cuando tienes que tomar la decisión de dejar algo que te apasiona y que ha formado parte de tu vida, evidentemente es duro. Pero, a la vez, sabía que tenía que hacerlo. Por eso es un encuentro de emociones.

¿Qué le dijeron sus compañeros cuando les comunicó su retirada?

–Primero se lo dije a los capitanes, a Antonio Bazán y a Ibai Meoki. Luego hablé con Quique Domínguez, posteriormente con el club y finalmente se lo expresé al resto de la plantilla. Me hicieron un pasillo para pegarme unas chapadas (se ríe) y me apoyaron.

¿Algo de esa retirada quedó reflejado en el diario que el entrenador, Quique Domínguez, puso a disposición de la plantilla?

–Sí. La verdad es que al final me ha costado escribir, pero hubo una derrota muy dura, no recuerdo bien cual, que cogí ese cuaderno y me senté delante de mi taquilla, yo solo en el pasillo, muy tarde, y me puse a escribir. Reflejé lo que estaba haciendo en ese momento, la hora que era y la última frase era algo así como por mis cojones esto lo vamos a sacar adelante o algo parecido. Por suerte, así fue.

Más allá de los datos, de los 19 años en Anaitasuna, de los 949 goles en los 320 partidos en la Liga Asobal... ¿Con qué se queda de toda su dilatada trayectoria?

–Me quedo con todo. Han pasado muchas cosas buenas y he conocido a muchísima gente, y he vivido y sentido unas emociones muy especiales, así que no me puedo quedar con algo en concreto. Me quedo con las personas y con las emociones.

Y en lo deportivo, supongo que habiendo jugado tres veces en Europa y quedando subcampeón de Copa en Pamplona.

–Sí. Al final ha sido ir dando pasos hacia adelante desde que llegué. Primero los ascensos, el de Asobal, mantenernos, Europa, las Copas... Hay muchos logros en el club que hasta ahora no se habían dado.

Le voy a dar tres nombres relacionados con el balonmano, pero que significan algo más para usted. Dígame el qué... El primero, Miguel Goñi.

–Es el hermano que me ha dado el balonmano. Una persona que lo ha dado todo por mí, que ha antepuesto mi bien al suyo y eso es algo que muy pocas personas hacen. Alguien que me ha cuidado siempre como a un hermano pequeño y ha querido siempre lo mejor para mí. Una persona a la que quiero un montón y me consta que ha sido uno de los artífices de conseguir este final soñado. Se lo agradeceré siempre.

Ricard Reig.

–Una de esas personas que están en el top 3 o top 5 de compañeros especiales de mi carrera deportiva, con quien tengo un gran feeling. Somos muy parecidos personal y deportivamente, a la hora de competir y vivir el balonmano. Ese vínculo que hicimos jugando, cuando estuvo aquí, ha ido más allá.

Y Silvia Lima.

El emotivo mensaje de Silvia Lima, pareja de Chocarro, y su hijo Enar

El emotivo mensaje de Silvia Lima, pareja de Chocarro, y su hijo Enar DIARIO DE NOTICIAS

–La persona que me ha aguantado todos los días, todas las rarezas y todos los sacrificios que supone estar con alguien que se dedica en cuerpo y alma a jugar al balonmano, que es duro.

Ella ha sido jugadora también, le comprende mejor que nadie...

–Sí, lo que pasa es que ella decidió afrontar el balonmano de otra manera, porque podría haber jugado mucho. Algo que ella no quiso hacer lo ha aceptado conmigo. Perdernos fines de semana, planes o vacaciones sólo por estar yo bien, llegar en fecha o estar yo aquí. Ahora le tengo que devolver al menos un poco de todo eso.

Juntos tienen a Enar, que según tengo entendido es un nombre vikingo.

–Sí, significa luchador. Es nórdico. Se pronuncia ‘Énar’, pero le decimos Enar.

¿Así es como le gustaría que fuese en un futuro, un luchador?

–Sí, porque si no, en esta vida no tiras para adelante... Esos valores habrá que intentar inculcarle. Y sobre todo que haga lo que quiera y lo que más le guste.

En un futuro, cuando su hijo vaya a La Catedral, donde ya ha estado, y vea la camiseta de su padre colgando. ¿Qué le gustaría transmitirle o le transmitieran sobre qué ha sido su padre allí?

–A mí sobre todo me gustaría que sacara la ilusión y la ambición que he tenido yo por ser lo que soñé. Mucha gente lo ve como una utopía o muy lejano, pero por muchas piedras que se pongan en el camino, si hay algo que te gusta, debes luchar por ello como yo lo he hecho. Siempre quise ser deportista y de alto rendimiento y al final me llegó. Que defienda y pelee por lo suyo, aunque a veces con un poco más de calma que yo (se ríe). Mejor que ahí se parezca un poco más a su madre. Pero que sienta lo que hace y que se sienta identificado con ello. Si juega al balonmano y le gusta, yo encantado. Que se feliz ante todo. Sí que me gustaría que hiciese deporte, porque eso sí que conozco y sé la multitud de beneficios que tiene. Es algo que se lo voy a inculcar a tope, pero luego que elija el que quiera y que disfrute.

Antes le he dicho tres nombres, pero a lo largo de su carrera se habrá topado con muchas personas que seguro le habrán aportado cosas muy positivas. No sé si hay alguna en particular que quisiera recordar...

–Son tantísimos años y la lista tan larga que seguramente me dejaría gente y me parece un poco injusto. Pero yo siempre me acuerdo de los capitanes con los que he estado y también de los chavales con los que he estado toda la vida. Los navarros con los que he compartido tantos años como Antonio Bazán, Xabi Etxeberria, Álvaro Gastón... Todos con los que he estado tanto tiempo y a los que voy a echar mucho de menos. 

Chocarro, manteado en el último partido en casa contra el Logroño, en el que también se despidió de la afición Ibai Meoki. Iñaki Porto

Menudo heredero deja en la capitanía, Antonio Bazán.

–Sí, la verdad.

¿Le ha dado ya algún consejo?

–No, no hay que darle ninguno. Ese sí que lo lleva dentro también. Es un tipo muy listo y sin preguntarte aprende mucho. Yo ya le he ido viendo estos años su evolución en ese sentido. No se parece mucho a mí, pero es un líder nato por todo el respeto que genera, por lo que hace y por lo que da. No me podría quedar más tranquilo, aúna todo lo bueno de un deportista y de una persona. El puesto se queda muy bien cubierto.

¿Recuerda las últimas palabras que les dijo a sus compañeros como capitán?

–En Benidorm no pude jugar y le di el brazalete a Ibai Meoki, quien fue quien les habló. Creía que él también lo merecía, ya que ha sido una persona muy importante para el club. Las mías fueron de agradecimiento y sobre todo les pedí que el último día nos teníamos que dejar el alma para conseguir el objetivo. Tampoco me pude explayar mucho porque lo único que pedía es que saliera bien para acabar contentos. Nos lo merecíamos después del año tan duro que habíamos tenido.

¿Se cierra las puertas al balonmano?

–No. No me las puedo cerrar porque al final, cuando algo te ha dado tanto, le tienes que corresponder. Además, me encanta. Ahora me voy a tomar un descanso, porque creo que lo necesito yo y lo necesita el club, creo que es bueno que los caminos se separen un poco, pero no las cierro en absoluto. Me encantaría hacer cosas relacionadas con el balonmano. 

Lo que está claro es que del deporte no se desvincula, con su trabajo en Dupla Entrenamiento.

–Eso es. El balonmano me ha dado mucho y también me ha quitado, teniendo que pedir favores a mi compañero Rubén, por ejemplo, al que le tengo que agradecer siempre. Es momento de darle un poco más de tiempo al trabajo, a la familia y descansar.