No queda muy claro cómo empezó, si como una broma sarcástica para justificar que alguien se había quemado tomando el sol y lucía la marca de las gafas de sol en la cara o fue algún iluminado que lo creía seriamente, pero el caso es que ya son varios años en los que cuando llegan el verano y las vacaciones, un grupo preocupante de supuestos influencers y tiktoqueros varios lanzan a las redes vídeos en los que explican que ponerse gafas de sol favorece que la piel se queme más fácilmente.
A continuación, son profesionales sanitarios, divulgadores científicos y usuarios de redes sociales concienciados con la salud los que se lanzan a desmentir este bulo.
El bulo-argumento
Básicamente, estos vídeos viralizados en internet, algunos de los cuales cuentan miles de visualizaciones, afirman que usar gafas de sol hace que te quemes más rápidamente cuando tomas el sol. La razón, afirman, no es otra que al disminuir el brillo del sol que perciben los ojos, estos no pueden avisar al cuerpo de que active la producción de melanina, el pigmento que protege la piel de los rayos ultravioletas, e impedir así la protección natural del cuerpo contra el sol.
Como numerosos expertos afirman y recoge la web antibulos y verificadora de informaciones Verificat, esta afirmación es completamente falsa. Los ojos no tienen ningún papel en lo que respecta a la sensibilidad de la piel a la exposición solar, por lo que llevar este tipo de gafas protectoras no aumenta el riesgo de quemaduras de piel. De hecho, las autoridades sanitarias las recomiendan para proteger los ojos de daños como cataratas o degeneración macular, siempre y cuando cumplan con los estándares previstos por los expertos.
Es cierto que la radiación solar puede dañar el ADN de las células cutáneas y favorecer el desarrollo de algunos tumores.
Según explican desde Verificat, este mito parte de la idea errónea de que la luz percibida a través de los ojos activa, supuestamente, una respuesta defensiva en la piel para protegerse frente a la radiación ultravioleta. Aunque existen conexiones entre la percepción de la luz y algunos procesos hormonales, como es por ejemplo el caso de la secreción de la melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño y la vigilia, no se ha demostrado científicamente que cubrirse los ojos afecte a la producción de melanina, la sustancia que da el tono moreno a la piel y la protege.
“El daño solar se produce porque la radiación solar y los rayos UV penetran en la piel”, explica a Verificat Anna López, dermatóloga del Servicio de Dermatología del Hospital de Sant Pau de Barcelona, destacando que la piel es el único órgano implicado en el proceso. La experta rechaza cualquier vínculo entre la visión y el daño solar en la piel: “Es totalmente falso”.
Crema y ropa adecuada
De entrada, quienes quieran evitar los daños en la piel derivados de la exposición a la radiación ultravioleta deben evitar ponerse al sol. Se trata de hacer caso de forma radical al dicho popular de “lo mejor del sol es la sombra”. Pero no siempre es posible y en muchas ocasiones esa exposición es buscada.
Por ello, y dado que la única manera avalada por la evidencia científica y los profesionales de la salud es reducir la exposición directa, buscar sombra, usar ropa adecuada, llevar gafas de sol homologadas, sombreros de ala ancha y aplicarse protector solar.
Más allá de esto, otras recomendaciones que también se han hecho virales en redes, como la de “hacer callo solar”, práctica que consiste en exponerse progresivamente al sol para acostumbrar la piel, no se basa en ninguna evidencia científica y puede aumentar el riesgo de daño cutáneo, envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
Qué es realmente el bronceado
El moreno de la piel se produce cuando la exposición solar estimula las células cutáneas melanocitos y estos producen melanina. Este pigmento se acumula en las capas superficiales de la piel y le da un tono más oscuro. Más allá de este efecto temporal en la piel, la melanina también afecta al cabello y al iris de los ojos, y protege las células del daño causado por los rayos UV.
Esto significa que el bronceado no es una señal de buena salud, es en realidad una reacción defensiva natural para protegerse de lesiones producidas por la radiación ultravioleta.
El uso de gafas de sol no influye en este proceso, pero sí protege los ojos de los daños específicos que puede sufrir por el sol, que a la larga puede desembocar en cataratas o degeneración macular a largo plazo. Por ello, para proteger la piel expuesta voluntariamente al sol, lo mejor es utilizar cremas adecuadas y no permanecer demasiado tiempo al sol.