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El primer Tour

El villavés acabó con la hegemonía de Lemond en Francia, alcanzando el primero de sus cinco triunfos en parís

El primer TourFoto: javier bergasa

en 1991 comenzó la gran andadura deportiva de Miguel Induráin, que marcó una época en el mundo del ciclismo, sobre todo al encadenar cinco victorias seguidas en la gran competición gala, algo que nadie había logrado.

Se cumplen 20 años del primer triunfo. Aquel Tour de Francia comenzó con un séptimo puesto del ciclista villavés en el prólogo que colocó como primer líder al francés Thierry Marie, aunque las escasísimas diferencias logradas en los poco más de 5 kilómetros no iban a resultar relevantes. Induráin instaba al público a esperar a la contrarreloj de la séptima etapa, en la que habría de cambiar todo.

Tras los dos sectores de la primera etapa, incluyendo una contrarreloj por equipos en la que el Banesto fue décimo, Induráin se colocó el 50º en la general, a 2:30 minutos del líder, Rolf Sorensen. Ese sería el peor puesto que ocuparía el navarro en todo el Tour. Mientras se difundían rumores sobre los equipos en los que podría caer Induráin la próxima temporada, la prensa criticaba sin parar al Banesto, y sus componentes eran conscientes de que debían pasar al ataque. Pero no consiguieron sus frutos hasta la deseada contrarreloj de Argentan-Alençon. En ella se impuso el navarro, con ocho segundos sobre Lemond, y ascendió al cuarto puesto de una general en la que los favoritos comenzaban a posicionarse.

Tras la crono, cuando aún no se había decidido quién sería el jefe de filas del equipo Banesto, José Miguel Echávarri, técnico del equipo, pensaba que Delgado era "la mejor baza del equipo". El segoviano tampoco comenzó mal, pero al final actuaría únicamente como gregario de lujo de su compañero Induráin, al igual que el francés Jean François Bernard, al que la prensa gala atribuía también mucho protagonismo y lo veía como un buen líder para el equipo Banesto.

El cumpleaños de Induráin, el 16 de julio, llegó cuando el navarro aún ocupaba el tercer puesto de la general, a más de dos minutos de un Greg Lemond que partía como el máximo favorito. Pero su motivación se convirtió en la mejor arma para el ataque. Y ahí empezó lo bueno. La baja de Breukink -todo su equipo, el PDM, se retiró por una supuesta intoxicación alimentaria- desató una conjura de la que el navarro sacó el máximo provecho.

Durante cinco etapas se mantuvo entre entre los cinco mejores de la general hasta que llegaron los Pirineos. Si bien en la etapa que acabó en Jaca se situó de líder Luc Leblanc, con Induráin a casi cinco minutos en la general, al día siguiente, camino de Val Louron, el navarro le dio la vuelta a la situación gracias a su segundo puesto en la etapa reina, en la que hundió a su mayor rival, Lemond, al que sacó más de siete minutos. El estadounidense quedó en la general a más de cinco minutos del navarro, una distancia posiblemente insalvable. También en esa etapa se alzó como jefe de filas indiscutible del equipo, ya que Delgado llegó a meta a catorce minutos, cuando Induráin ya iba vestido de amarillo. El ganador de esta importante jornada en Val Louron fue Claudio Chiappucci, después de que Induráin atacara en el descenso del Tourmalet y ambos llegaran a un acuerdo para que el italiano se impusiera en la etapa y Miguel se situara líder.

Hasta dónde podrían llegar sus límites fue la cuestión que quedó en boca de todos cuando se percataron de que estaban ante un nuevo virtual campeón que destacaba, según la prensa francesa, por "su majestuoso estilo", y que dio en la etapa reina una exhibición de valentía y de cómo llevar el maillot amarillo.

Uno de los pilares fundamentales en el éxito del navarro en esa etapa -y en lo que restó de Tour-, fue el apoyo de su equipo que, con Delgado y Bernard al frente, se encargó de cubrirle la retaguardia.

Llegaron los Alpes y el italiano Gianni Bugno parecía el único que iba a pelear aún por el primer puesto. Lo demostró imponiéndose en la decimosexta etapa, en Alpe d'Huez, donde Induráin, fiel a su generoso estilo, no quiso esprintarle. Llegando con él sentenciaba casi la general y eso era lo importante. El Banesto, con su gran trabajo, seguía callando bocas y demostraba que el Tour hay que enfocarlo a largo plazo, como carrera de tres semanas que es.

Al término de una de las etapas más duras de la ronda gala, la larga jornada de 255 kilómetros entre Bourg d'Oisans y Morzine, el navarro ya se encontraba más optimista. Los medios de comunicación, sus compañeros de equipo y los aficionados, daban ya por supuesto el triunfo de Miguel hacía varias etapas, pero el protagonista siempre fue más precavido al respecto.

Un conjunto de emociones se reflejaban en el rostro del ciclista después de esa dura jornada. Desde el extremo cansancio del que no había dado señales hasta el momento -y entendible por los 3'2 kilogramos por etapa que adelgazó, hasta la alegría de comenzar a acariciar ya la victoria.

Miguel Induráin volvió a lucirse en la contrarreloj de la penúltima etapa, de 57 kilómetros, ganando la etapa y confirmando que llegaba al final del Tour con más fuerzas que nadie, lo que le permitió llegar vestido de amarillo a París con más de tres minutos y medio de ventaja sobre el segundo clasificado, Gianni Bugno (Gatorade). Allí vivió el paseo triunfal en los Campos Elíseos, que algunos empezaron a llamar los Campos de Induráin, y en los que se pudo ver a muchos aficionados que llegaron desde Navarra para vivir el éxito sin precedentes de un ciclista navarro. No sería efímero. Tras él llegarían otros cuatro triunfos consecutivos más en la ronda francesa, su carrera favorita y la más importante del mundo.