La fe mueve montañas, al menos el Col du Granon y Hautacam. En esas dos cimas, Jonas Vingegaard sentenció el Tour. El mejor en los Alpes y en los Pirineos, superior a Pogacar, que parecía inaccesible hasta que dejo de serlo. La crono final únicamente sirvió para enfatizar la idea de la progresión meteórica del danés. Segundo en el Tour del pasado año, Vingegaard celebrará hoy la gloria en los Campos Elíseos de París. “Esta es la carrera más grande del ciclismo. Después del año pasado, sabía que podía ganarla. Es un alivio haberlo conseguido. Estoy completamente feliz”, expuso el danés, que ha ganado enormemente en competitividad y confianza en este tiempo. “Creo más en mi que antes. He madurado, he crecido. Creo que todo eso me ha ayudado a ganar este Tour”, analizó Vingegaard, que aceptó el reto que le lanzó el esloveno Tadej Pogacar para volver a medirse el año próximo.

Se antoja que el duelo cerrado entre el danés y el esloveno contará con más capítulos en los próximos Tours. “No sé cuantas veces voy a ganar. No me fijo objetivos de ganar cinco o lo que sea, pero sé que quiero volver y buscar la victoria. Imagino que Tadej también, pero nos enfrentaremos de nuevo”. La rivalidad en la carretera no daña la buena relación que Vingegaard y Pogacar mantienen fuera de ella. Se respetan. Campeones. El saludo entre ambos tras la caída del esloveno en el descenso de Spandelles, cuando el líder le esperó, contribuye a esa imagen. “Tenemos una buena relación, no nos vemos en privado, pero nos respetamos, es un gran tipo, uno de los mejores ciclistas del mundo. Es cierto que querrá volver a ganar, pero yo también. Estoy orgulloso de los que he logrado, pero no me conformo, quiero ganar más”, aseguró.

El danés entendió en la pasada edición del Tour que tenía opciones de pelear por la victoria este curso. Probablemente, la ascensión al Mont Ventoux, cuando fue capaz de dejar a Pogacar, abrió una puerta para iluminar al danés, que ha dominado el Tour en las etapas más importantes. Solo camino de Arenberg el miedo tomó por las solapas a Vingegaard. Van Aert le rescató. “El día de los adoquines fue complicado. Se me salió la cadena y tuve varios momentos de pánico. Fue el único día difícil, el resto, salieron las cosas tal y como las habíamos planeado”, apuntó el danés, que certificó su mejoría en la crono. “He progresado, doy más vatios, he hecho más test en túnel del viento, he trabajado la posición en la bicicleta y todo eso me está dando resultados”. Como manda la tradición respecto a cualquiera que venza el Tour, las preguntas sobre sospechas de dopaje irrumpieron en la dicha Vingegaard. El danés recurrió también a una respuesta manida. “Vamos limpios, todos en el equipo, lo puedo garantizar, nadie toma nada ilegal. Hemos sido tan buenos en este Tour por la preparación, hacemos concentraciones en altura, vamos muy arriba, lo damos todo. En el material, la alimentación, el equipo es el mejor a nivel de la preparación. Por eso hay que confiar en nosotros”.