Alivio de luto. Lo que hace no tanto era el sonido espeso y punzante que acompaña a un réquiem, así salió del Tour de Francia el Movistar, es ahora en el mismo país, en Francia, el repique de campanas de alegría y algarabía. La marcha triunfal que sirve para recibir a Alex Aranburu, campeón del Tour de Limousin, una carrera semiclandestina años atrás para los WorldTour, pero perentoria para el apurado Movistar.

 "Igual da hasta un poco de pena no haberme llevado la etapa. Me he acabado sintiendo muy bien todo el día y también en el esprint, pero Ulissi era un rival muy peligroso, que nos preocupaba por su calidad. Es una victoria muy importante para mí y para el equipo", ha dicho Aranburu.  

La prueba se convirtió en El Dorado cuando la formación percibió el eco del abismo bajo sus pies después de un Tour errático y de la presión que ejercían otros equipos, apilando triunfos en distintos frentes, en esa alocada carrera por mantener el estatus entre la aristocracia de ciclismo.

"Da un poco de pena no haberme llevado la etapa. Me he acabado sintiendo muy bien todo el día y también en el esprint, pero Ulissi era un rival muy peligroso, que nos preocupaba por su calidad. Es un victoria muy importante para mí y para el equipo"

Alex Aranburu - Ciclista del Movistar

Aranburu, que atraviesa un estupendo estado de forma tras un comienzo de curso quebrado por el covid, ha arrancado pepitas de oro de la mina francesa. La fiebre amarilla de la formación es la salvación. En la clausura de Limoges fue segundo en meta tras Albanese y subrayó así su dominio en el Limousin, donde además de la victoria en la general, el de Ezkio ha sido segundo este viernes y dos veces tercero en cuatro días de competición. Una actuación sin mácula la de Aranburu.

GRAN ALEGRÍA

Los abrazos y la alegría, la explosión de júbilo, que mostraron los componentes del equipo tras la cima de Aranburu enmarcan el estado de nervios y ansiedad instalada en el tuétano de la formación, que vive una pesadilla. Se encuentra en un escenario inimaginable tiempo atrás. Una distopía. Lejos quedaron los años de los fastos del Tour y de aquella obsesiva búsqueda de la victoria en los Campos Elíseos de París. Se impone la prosa de la realidad. Su crudeza. Su dureza. En el ciclismo actual, se combate en cada trinchera, no solo en los salones de la nobleza.

PRIMERA VUELTA PARA ARANBURU

En Limoges, final de la carrera francesa, encontró la redención el Movistar, con Aranburu, de profesión salvavidas, sonriendo en el trono, vencedor por vez primera de una vuelta por etapas después de estrenarse el miércoles con su primer laurel en el Movistar.

El de Ezkio, al que acompañó un poderoso equipo con Gorka Izagirre, Imanol Erviti o Iván García Cortina, –sacrificados para la causa– impulsó con su logro el camino hacia la liberación de la pena del Movistar, que arrastra el lastre de las últimas campañas, en los que han escaseado de los triunfos y los buenos puestos que alimentan la buena salud clasificatoria en el WorldTour.

Canino como estaba, la recolecta de 125 puntos UCI por la victoria final en el Limousin, conceden un colchón de aire enorme al Movistar en esa pelea por evitar el descenso de categoría. Aranburu, impecable su actuación en el Tour de Limousin, donde ha logrado un triunfo parcial y la general, ha sido el verdadero hallazgo de Movistar, el chico de oro.