El fado suena en el febrero de Mikel Landa, que desempolva este sábado el curso en Portugal, un país en el que nunca ha competido. Territorio ignoto para el alavés. De algún modo, el de Landa tiene algo de viaje iniciático. “El fado no es alegre ni triste. Formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo. El fado es la fatiga del alma fuerte”, describió Fernando Pessoa sobre el modo portugués de cantarle a la vida.

El poeta lisboeta guía la reconversión de Landa, que deja, al menos hasta la Vuelta, su perfil de líder para mudarse al espíritu de gregario. En ese novedoso tránsito, descubrirá el escalador de Murgia su nueva piel, la del Soudal, el equipo belga por el que ha firmado dos años.

Landa amanecerá en la clásica Figueira, de 220 kilómetros y dureza suficiente, antes de enlazar la próxima semana con la Volta al Algarve. Retorna el alavés, líder en las cuatro últimas campañas en el Bahrain, a los quehaceres de apoyo para impulsar la candidatura de Remco Evenepoel en el Tour, donde será la mano derecha del fenómeno belga. 

“Durante mi carrera he hecho prácticamente de todo. Sí es cierto que los últimos años me ha tocado liderar, pero me he encontrado muy cómodo en ese rol. También cuando he tenido que apoyar a otros corredores”, dijo Landa en una reciente entrevista a este periódico.

A Landa, veterano pero plenamente vigente, no le escuece compartir el sidecar del belga, líder inequívoco del equipo. “En ese sentido, espero aportar mi experiencia para ayudar al Remco a ganar el Tour. Eso es algo que me motiva”, trasladó Landa. Está cómodo en esa posición el alavés. Además, no es nueva para él la tarea, aunque el recuerdo se difumina en el tiempo. 

"Durante mi carrera he hecho prácticamente de todo. Sí es cierto que los últimos años me ha tocado liderar, pero me he encontrado muy cómodo en ese rol. También cuando he tenido que apoyar a otros corredores”

Mikel Landa - Ciclista del Soudal

El Giro de 2015

El punto de inflexión se produjo en el Giro de 2015, en el que se bebió las lágrimas de rabia para contenerse y proteger a Fabio Aru. Aquel episodio le marcó. Tras aquello debió pensar eso de “en mi hambre mando yo”, después de plegarse a la jerarquía establecida en el equipo, si bien él era más fuerte que su líder, Aru.

Aquel año, Landa, alado, dos triunfos de etapa, el señor de las cumbres, tuvo que frenar para esperar a Aru cuando probablemente su destino era agitar aún más a Contador, de rosa al concluir la carrera. 

Landa alcanzó el podio, pero un trazo de incomprensión delineó su rostro. Le cerró la sonrisa. Se la cosió la decepción. Después de ese curso dio un portazo al Astana y abrió la puerta del todopoderoso Sky. Tras la experiencia en el equipo kazajo, Landa se ganó los galones, aunque las vivencias fueron desiguales.

El gran apoyo de Froome

En el equipo británico llevó a hombros a Chris Froome a la conquista de París en 2017. Landa se quedó a un segundo de posar con Froome en los Campos Elíseos de París. En el Sky los equilibrios eran complejos.

Solo Froome era indiscutible. Un año después, en el Movistar engarzaron un triunvirato que no funcionó. Al fin, en el Bahrain, Landa fue el único líder. 

Concluida esa etapa, Landa se sube al reto de Evenepoel, que pretende someter a todos en su primer Tour. Será su sherpa cuando lleguen las jornadas montañosas de la Grande Boucle y su guía por las arterias del hexágono crepitante en julio. Antes de otear el horizonte a la búsqueda de Francia, el campo base se sitúa en Portugal.

Mikel Landa estrena el maillot del Soudal. Soudal / Wout Beel

Será el anclaje para una campaña en la que Landa tiene el mandato de cuidar a Evenepoel. Ambos compartirán las carrera hasta el julio francés. Se trata, como explicó el de Murgia, de llegar a ese punto de la competición perfectamente compenetrados. 

Correr juntos antes del Tour

“Corremos muchas carreras juntos. Es importante hacer muchas pruebas antes del Tour para que la comunicación en la carrera francesa sea perfecta y que no haya fallos en ese aspecto”, deslizaba Landa, que pondrá sus piernas al servicio de Evenepoel.

“Mientras esté con él, él va a ser el líder y creo, además, que es la dinámica que tenemos que tener para que en el Tour estemos preparados por haber trabajado todo tipo de situaciones e inconvenientes”, argumentó Landa.

El alavés trasladará sus vivencias al belga. En el fado, dicen, se expresan las experiencias de la vida a través del canto. La voz de Landa aconsejará a Evenepoel en un febrero que suena a fado.