MADRID. La actriz y guionista inglesa Emma Thompson asegura que sus películas sobre la niñera mágica Nanny McPhee se acercan más al western que al típico cine familiar: cuando acude a disciplinar a los niños sabe que lo suyo es matar o morir. "Soy el Sergio Leone de las guarderías", bromea. La actriz visita de nuevo Madrid, donde estuvo en diciembre para presentar la exposición Journey contra la explotación sexual femenina, pero en esta ocasión lo hace para promocionar su última película, La niñera mágica y el Big Bang, continuación de Nanny McPhee (2005), ambas con guión de la artista británica.

En una entrevista con un reducido grupo de periodistas la actriz derrochó simpatía y se desvivió por comunicarse en español, intercalando palabras que chapurrea con acento británico.

También acudió la directora de la cinta, Susan White (conocida por la serie de TV Generation Kill), feliz por el cambio de registro, y sin peros a las actuaciones de los niños, de los animales o de los grandes actores (como Ralph Fiennes, Maggie Smith o Rhys Ifans, que interpreta al tío de los niños), que le hacen plantearse un nuevo largometraje como siguiente paso en su carrera.

Tanto Thompson, como White coinciden en que los niños necesitan reglas claras para sentirse seguros y un mundo estructurado con normas, aunque -opina White- el peor fallo de nuestros días es no darles el tiempo que necesitan.

En la segunda parte, la horrorosa niñera pagada por el Gobierno acude en ayuda de Mrs. Green (Maggie Gyllenhaal), una granjera en graves dificulades porque su marido (Ewan McGregor) está en la guerra y sus tres hijos (Asa Butterfield, Norman; Lil Wood, Megsie y Oscar Steer, Vincent) no paran de pelearse. Para colmo de males, la familia debe acoger a dos primos de Londres, donde la guerra hace estragos y conseguir dinero para pagar su tractor. Afortunadamente, la vida del campo y la complicidad de los animales -imprescindible la escena de los cerditos haciendo natación sincronizada en una charca- consigue que los niños capten el mensaje de McPhee.

Thompson, además de interpretar a la niñera, produce y es la guionista de las dos películas. A sus cincuenta años muestra una imagen rejuvenecida y no le asusta aparecer como una auténtica bruja -incluidas las verrugas junto a una nariz de boxeador, o las cejas unidas en una sola, por no hablar de un cuerpo abultado y deforme- a la que se le suavizan los rasgos según los niños se van portando mejor.

En realidad, para la actriz esta película es un western para familias: "soy el Sergio Leone de las guarderías", concluye. Aspira a interpretar personajes que ella escriba "porque no hay mucho donde pueda elegir a mi edad", dice, mientras aguarda que la Academia de Hollywood decida si le concede su tercer Oscar, por su trabajo en An Education, de la cineasta danesa Lone Scherfig.