Dubuffet, aún contemporáneo
Tal día como hoy falleció, hace 25 años, Jean Dubuffet, que aspiraba a "un arte directamente arraigado" en la cotidianeidad y elevó los dibujos creados por niños y locos a categoría de arte.
JEAN Dubuffet fue un artista que cuestionó cuáles eran los paradigmas de lo bello y lo feo; observó y copió el modo de ver de los niños y los locos, y creó el art brut (arte bruto), un movimiento cuya influencia es innegable en el arte actual y desde la segunda mitad del siglo XX. Tal día como hoy hace 25 años falleció en París, donde residió por temporadas desde que decidiera ser artista a los 41 años.
Una edad tardía para comenzar en la escena artística a pesar de que el francés sintiese desde su adolescencia una inquietud por desarrollar su sensibilidad, según los historiadores Valérie Da Costa y Fabrice Hergott en Jean Dubuffet. Obras, escritos y entrevistas (Polígrafa, 2006). Dubuffet no se propuso su carrera firmemente hasta que vio los horrores de la II Guerra Mundial y rechazó la responsabilidad del negocio vitinícola de su familia en Le Havre.
Entonces, abrazó con firmeza la idea de ser artista y no sólo llegó a serlo sino que además fue uno de los más sorprendentes, reputados, repudiados y renovadores de las vanguardias modernas de Occidente.
De mirada seria y cabeza totalmente afeitada, Dubuffet (Le Havre, 1901 - París, 1985) creó en varias disciplinas transversales: la pintura, el dibujo, la escultura, la escritura y la música. Anarquista, ateo, antimilitarista y antipatriota, el pintor predicaba sobre "la importancia de estar en contra", según recogen Da Costa y Hergott. "Siempre he creído que el pintor tiene mucho que ganar si utiliza las fuerzas que tienden a contradecir su actuación", aseveró el escultor, quien se reveló contra los museos, el academicismo y el arte clásico, que era "un arte prestado".
Aspiraba a "un arte directamente arraigado" en la cotidianeidad y, tras elevar los dibujos creados por niños y locos a categoría de arte, generó el art brut: su propio estilo que se basó en "los procesos naturales y normales de la creación artística, en su estado elemental y puro".
En consecuencia, la crítica de la época amó o denostó sus obras, que fueron interpretadas con la ayuda de los manifiestos sobre el arte y la cultura que Dubuffet redactó y de su relación amistosa y de carteo con escritores, artistas y marchantes. Nacido con un fuerte temperamento que no apaciguó, el pintor fue generoso en secreto con los escritores Antonin Artaud y Céline, a quienes admiraba profundamente. Su forma de mirar y percibir fue única y eso hizo que marcase una diferencia en la segunda mitad del siglo XX con respecto a sus coetáneos, sobre todo con quienes simpatizaban con teorizar sobre el arte abstracto porque en su opinión "no hay arte abstracto o entonces todo el arte es abstracto, lo que viene a ser lo mismo".